Capítulo 7: Alcohol

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-¡Por supuesto que no me importa! además, Lyla se queda a dormir en casa de una amiga así que no hay problema- dijo Paul sonriendo nervioso. Sarah lo abrazó con fuerza y volvió a hundir su cabeza en el hombro de su amigo.

-Gracias, Paul- murmuró en su oído. Un escalofrío recorrió cada parte del cuerpo de Paul al oír a Sarah pronunciar su nombre. Ella se desperezó lentamente mientras depositaba un pequeño beso sobre la cabeza de este.

-¿Te importa si cojo una cerveza? Necesito algo más fuerte que un simple café- dijo Sarah frotándose los ojos.

-Vamos a coger todas las que haya en la nevera, va- dijo Paul riendo. Sarah sonrió y se levantó del sofá. Ambos se dirigieron hacia la cocina y abrieron la nevera. Había cuatro cajas de cervezas. Paul agarró dos y se dirigió hacia el sofá de nuevo. Sarah salió de la cocina con las dos cajas restantes. Él abrió una de las cajas y sacó dos latas de cerveza.

-¡Salud!- dijo Paul extendiéndole una lata a Sarah esta la cogió sonriendo.

-Salud- le repitió. Paul se acercó al televisor y movió las ruedas y puso una película recién estrenada.

-¿Te compraste la cinta de Ghostbusters?- preguntó Sarah sorprendida

-Sí. Se que te gustan mucho este tipo de películas- dijo Paul sonriendo. Sarah se terminó la segunda lata de cerveza y la dejó a un lado para, acto seguido, agarrar otra cerveza más. En esos momentos, no le importaba nada. Normalmente, ahogaba sus penas en alcohol en compañía de Helen, que era quien la llevaba a casa en coche o quien le sujetaba el pelo mientras vomitar. Esta vez era diferente, era Paul quien estaba con ella, no Helen. El ambiente era diferente; algo en su interior le decía, al contrario de las otras veces, que se midiera con el alcohol, pero ella no quería obedecer a su sentido común. Hoy no. Intentó callar su voz interior centrándose en la película y bebiendo lata tras otra. Sin pensar, Sarah se recostó suavemente sobre el hombro de Paul. Al sentirlo, un escalofrío recorrió la espalda del chico mientras esbozaba una sonrisa. Al terminar la película, la chica apartó otra lata de cerveza, sumándole a la gran montaña de latas que habían ido acumulando entre los dos y se levantó, temblorosamente, del sofá para apagar la televisión. Las mejillas de Paul, estaban muy coloradas debido al alcohol, pero no dejó de beber la cerveza que le quedaba en la lata.

-Sabía que no iba a acabar demasiado bien- se rio Sarah dejándose caer de nuevo en el sofá. La cabeza le daba muchas vueltas, pero no tenía ganas de vomitar. Seriía que el ambiente era diferente o que era Paul quien había estado con ella esta vez? No estaba muy segura, pero no quería darle vueltas al asunto.

-Y que lo digas- suspiró Paul riéndose mientras lanzaba la lata de cerveza al montón.

-Me parece que Helen nos va a reñir mañana- dijo Sarah divertida imaginando a Helen gruñendo y pateando las latas de cerveza, enfadada. Ambos estallaron en una gran carcajada mientras que se dejaba caer sobre el hombro de Paul.

-¿Porque me ha afectado tanto lo de antes si es solo un capullo?- dijo Sarah pensativa. El alcohol le nublaba la mente impidiendo que recordase gran parte de las cosas que ella y William habían vivido juntos. Puede que no fuera solo el alcohol; puede que también fuera ella intentando olvidar aquellos recuerdos que, a pesar que hubieran sido bonitos en su momento, le causaban tanto dolor.

-Ni idea- dijo Paul -Pero me alegro de que ya no sigas con ese idiota, de verdad.

Iba perdiendo poco a poco cada vez más el control sobre sus palabras. No estaba acostumbrado a beber a menudo; al contrario que Sarah, solo bebía cuando estaba con amigos. Lyla, su hermana, bebía diariamente pero nunca había llegado a emborracharse. Puede que fuera algo genético, pero ni él ni su hermana tenían buen aguante frente al alcohol. Sus pensamientos estaban nublados y el alcohol callaba su sentido común que le pedía que cerrara la boca y dejara de hablar.

-¿Y eso?-dijo Sarah divertida, sentándose en las piernas de Paul. Un escalofrío recorrió la espalda del chico pero no la apartó y pesar de haber tomado mucho alcohol, sus mejillas enrojecieron todavía más. Sus labios se acercaron inconscientemente a los de la chica quedándose a pocos centímetros de ellos.

-¿De verdad quieres saberlo?- preguntó mirándola directamente a los ojos.

-Me muero por saberlo- dijo Sarah desafiante con una enorme sonrisa. Paul recorrio con su mirada las piernas de la joven hasta llegará sus ojos. Llevó su mano tras la nuca de Sarah y la atrajo rápidamente hacia él. Sus labios se unieron con delicadeza en un beso desesperado nublado por el alcohol. Paul acarició la lengua de Sarah con la suya causándole un revoloteo de mariposas, inexplicable, en el estómago. Le estaba gustando esa sensación tan pasional que le provocaban los labios del chico en su ser. Todo su cuerpo ardía por la pasión del momento y en el fondo de su alma, sabía aquello que estaba mal. Estaba mal, pero no quería que se detuviese. Las manos de Paul acariciaron suavemente sus muslos mientras presionaba sus labios con aún más pasión contra los suyos. El sentido común de Sarah le pedia a gritos que no se dejara llevar por la lujuria ni por el deseo, pero ella no podía oírla. Los labios de Paul le creaban una sensación de calidez enorme y no quería dejar de sentirla. Levantó sus manos y las enredo en su pelo oscuro. ¡A la mierda el sentido común! Cada centímetro de su cuerpo se estremeció cuando él mordió su labio inferior, provocándole una oleada de extrañas sensaciones que la recorrió de pies a cabeza. Quería que siguiera, quería que la hiciera olvidar todo lo que sentía en ese momento, zafarse de toda su tristeza, de todos sus demonios.

¿Aquellos sentimientos que tanto había enterrado Sarah en el fondo de su corazón, eran reales?

¿Estaba de verdad sintiendo lo que estaba sintiendo?

Al darse cuenta de lo que acababa de hacer, Paul se separó rápidamente de sus labios. Sarah seguía pensativa; el alcohol le nublaba la mente.

-Tengo sueño, Paul. ¿Podemos irnos a dormir?- preguntó Sarah bostezando. Paul no contestó. Seguía procesando en su mente lo que acababa de hacer. El chico miró a su amiga, esta seguía sentada sobre sus piernas. Él asintió con la cabeza y se tumbó en el sofá. La cabeza le daba vueltas, debido al alcohol, pero no conseguía sacar de su cabeza lo que acababa de pasar. Sarah seguía sentada sobre sus caderas y lo miraba con una enorme sonrisa. Ella se tumbó a su lado y se quedó dormida enseguida. Paul la imitó cerrando los ojos y se sumergió en el gran mundo de los sueños.

Lágrimas de LuzWhere stories live. Discover now