036

7.4K 776 11
                                    

El Misterio del Príncipe Mestizo.

El Misterio del Príncipe Mestizo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

•❅───────✧✦✧───────❅•

[Juramento Inquebrantable]






























—¡Cissy! —la llamó Bellatrix—

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Cissy! —la llamó Bellatrix—. No puedes ir, él no es de fiar.

—El Señor Tenebroso confía en él. —respondió Narcissa sin dejar de caminar a pesar de la lluvia.

—El Señor Tenebroso se equivoca. —siguió insistiendo Bellatrix

Narcissa llamó a la puerta antes de que Bellatrix llegara maldiciendo por lo bajo.
Esperaron juntas, resollando mientras respiraban el hedor del sucio río diseminado. Pasados unos segundos, algo se movió detrás de la puerta y ésta se abrió un poco. Un hombre las miró por la rendija. Tenía ojos pequeños y nariz puntiaguda; sonreía como un tonto y con la mano izquierda se acariciaba la derecha, que parecía revestida con un reluciente guante de plata.

La rubia se quitó la capucha. Tenía el cutis tan pálido que el rostro parecía brillarle.

— ¡Narcissa! —exclamó Colagusano con voz chillona—. ¡Y Bellatrix! ¡Qué agradable...!

El hombre retrocedió para dejarlas entrar en la casa. Las llevó hasta donde se encontraba Severus, quien estaba leyendo el periódico sentado en un sofá

—Retírate, Colagusano. —le ordenó Severus al verlas, agitó la varita cerrando la puerta de golpe.

Narcissa dio varios pasos y se sentó en un sofá individual, en cambio Bellatrix se quedó parada mientras miraba con asco las cosas muggles que habían ahí.

—Se que no debo de estar aquí —comenzó a hablar Narcissa, aclarándose la garganta—. El señor tenebroso en persona me prohibió hablar de esto pero...

—Si el señor tenebroso te lo prohibió, no deberías de hablar... —dijo Severus mirando a Bellatrix de reojo—. Baja eso Bella, no se toca lo que no es nuestro.

Bellatrix soltó el objeto, entonces se escuchó un golpe en seco en la sala.

—Que no te sorprenda pero conozco tu situación, Narcissa. —dijo Severus.

—Tú... el señor tenebroso, ¿te lo dijo?. —le preguntó Bella en voz baja.

—Tú hermana duda de mi, lo entiendo, tantos años de representar bien mi papel tan bien, que engañe a uno de los mejores magos de todos los tiempos... —dijo Severus haciendo una mueca—. Dumbledore es un gran mago, solo un tonto lo cuestionaría.

—No dudo de ti, Severus. —murmuro Narcissa.

—Deberías de sentirte honrada...y también Draco y Madelyn. —dijo Bella caminando por la habitación—. ¡Hasta también de ese chico! ¡Theodore! Siguiendo los pasos de su padre.

—Son solo niños —suplico Narcissa a Severus—. Por favor, Severus, Lucius ahora no está para cuidarlos, se que en el fondo también quieres a Madelyn por...

—No puedo convencer al señor tenebroso, pero sería posible para mi ayudar a Draco y a Madelyn... —Narcissa lo interrumpió.

—Severus...

—Júralo —murmuro Bellatrix, Severus y Narcissa la voltearon a ver—. El juramente inquebrantable, si no son palabras vacilas, él hace su mejor esfuerzo, pero cuando es importante, se arrastra de vuelta a su agujero —se puso detrás de Severus susurrando en el oído—. Cobarde...

Se alejó de él lentamente.

—Vas a necesitar tu varita, Bellatrix —dijo Severus con frialdad. Ella la sacó con estupefacción—. Y tendrás que acercarte un poco más. —añadio.

Narcissa sonrió mirando a Bella. Entonces Severus unió su mano derecha con la de Narcissa.

Bellatrix se puso delante de ambos y puso la punta de la varita sobre las manos entrelazadas.

—Tu Severus Snape, ¿Juras vigilar a Draco y a Madelyn mientras intentan cumplir los deseos del Señor Tenebroso?. —preguntó Bellatrix.

—Lo juro —respondió él firmemente.

Una delgada y brillante lengua de fuego salió de la varita y se enroscó alrededor de las dos manos como un alambre al rojo.

—¿Y juras protegerlos lo mejor que puedas de cualquier daño?

—Lo juro.

Una segunda lengua de fuego salió de la varita, se entrelazó con la primera y formó una fina y reluciente cadena.

—Y si es necesario... si crees que Draco y Madelyn fracasarán... —susurro Bellatrix—. ¿Juras realizar tú la tarea que el Señor Tenebroso ha encomendado a ambos?

Hubo un momento de silencio. Bellatrix los observaba con los ojos muy abiertos y la varita suspendida sobre las manos unidas.

—Lo juro. —respondió decidido.

Un resplandor rojizo iluminó el atónito rostro de Bellatrix al prender una tercera lengua de fuego que salió disparada de la varita, se enredó con las otras dos y se cerró alrededor de las bien sujetas manos, como una cuerda o una serpiente ígneas.

Los dos se soltaron las manos mirándose uno al otro, Bellatrix los miraba a ambos con los ojos muy abiertos, pues nunca se imaginó que Severus aceptara hacer el juramento inquebrantable.

Se imagino cualquier cosa menos eso.

HOUSE OF BLACKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora