Jimin y Jungkook se conocen desde niños y siempre supieron que estaban destinados a amarse. Por suerte para la pareja, tenían el respaldo de sus familiares y amigos, así que no habrá obstáculos para ellos en un futuro. Sin embargo, luego de diez año...
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Un mes después.
Lentamente Jimin abrió sus ojos, su mente estaba en blanco luego de una noche donde pudo descansar mejor, sin esos excesos de sueños que lo dejaban más agotado de lo que estuvo en todo el día. Una imperceptible sonrisa se le asomó mientras las sedosas sábanas acariciaban su cuerpo y el sutil perfume del jabón le hacía levitar. Enseguida notó los delicados rayos de luz que se filtraban en su habitación y buscó ese especial calor que le inyecta de ánimo para empezar una nueva mañana.
Hoy comenzaba un nuevo mes, pero también una nueva etapa para el pelirrosa, y es que empezarían oficialmente todos los trámites para su asociación con los Jung. No obstante, un vacío lo chocó por completo y esa chispita de felicidad con que amaneció, se fue apagando como cada mañana en este año nuevo y es que han pasado tantas cosas, que cada amanecer es como una tempestad de realidad. Principalmente, cuando despierta por completo y se encuentra solo en esa gigantesca cama... ¡cómo hoy!.
—¿Kook, mi amor? —susurró en más de una ocasión.
Se espabila un poco antes de buscar con la mirada la hora en el despertador digital que adornaba la mesita de luz en su lado, intuye que aún no son las siete porque este como la alarma de su celular no se habían activado y la luz natural que invade en su habitación es muy tenue.
Y efectivamente...
Ya había amanecido, pero aún no eran más de las seis y media de la mañana. Con el ceño fruncido se levanta, se coloca su bata y se dirige a buscar a su esposo. Primero caminó hasta el baño, aprovechó que este estaba desolado e hizo sus necesidades, para luego abandonar la habitación. No tuvo que pasar mucho tiempo para encontrar a Jungkook, a penas cruzó el umbral de la recámara se topó con el estudio de su esposo iluminado y no dudó en ir. De todas formas, algo en su interior le decía que ahí estaría.
Ya ha transcurrido un mes desde que se llevó a cabo la junta de accionistas y donde Jeon renunció, no solo a su puesto como vicepresidente, también a trabajar como abogado y líder del equipo legal. Fue una sorpresa para todos, la inconformidad de los accionistas se dio a notar, Kim Namjoon no estuvo dispuesto a aceptar y el señor Jeon tuvo que retroceder para encargarse de los intereses de su familia, haciéndole llegar a su hijo su desilusión con respecto al tema. No obstante, solo en gestos, puesto que no se atrevió a contradecirlo verbalmente. Desde entonces, todo es un caos, tanto en la Compañía como en casa del joven matrimonio.
Jimin apresura su paso hasta hacer fronteras con el despacho de Jungkook, se asoma con delicadeza y lo ve. Se topa al momento con la espalda tonificada y ancha de su esposo, observando por la ventana que colinda con uno de los jardines de la mansión, en pijama y con una taza en manos.
—¿Kook, qué haces? —con cuidado habló y entró, pero a pesar de que fue sutil, logró sobresaltar al pelinegro.
—Buenos días, ¡y por dios!, no me des estos sustos...
