31| Manual de supervivencia

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Bien bien, trataré de darte un pequeño resumen

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Bien bien, trataré de darte un pequeño resumen...

Luego de la charla con Nathan, llegamos a un acuerdo en donde yo lo ayudaría con Theo, quien obviamente es hetero, pero la fe y la dignidad son lo último que se pierde según mi amigo el cabeza de zanahoria.

Hoy es el juego anual, y sí o sí debo estar allí para ver a Luka, esa es otra pauta que pusimos con Nathan. Si quiero que Luka me perdone por toda la estupidez que hice, mínimo debo estar en el juego más importante para él.

Y se preguntarán por qué digo que «Si quiero que Luka me perdone», bueno... digamos que no es la primera vez.



—¿Luka podemos hablar? —le pregunté apresurada viendo como tomaba su mochila para salir del aula.

Ni siquiera me dirigió la mirada, solo se fue.

Solté suspiro deprimente y sentí unas pequeñas palmadas de aliento en mi hombro. Cuando volteé vi a Nathan conteniendo una carcajada.

—No te rías, bobo —le reprendí y apreté los labios volviendo mi vista hacia la puerta.



Así fueron varias veces: en el cine cuando lo vi con sus amigos, en la bahía, en la heladería, el parque... Creo que ya entienden mi punto. Me detesta.

Pero no me voy a rendir tan fácil, si logré que me besara, puedo recuperarlo.

Y mínimo pedirle una disculpa.

Ahora, te preguntarás por qué este partido —programado desde el inicio del trimestre—, está tardando tanto. La respuesta es simple; problemas del equipo contrario, faltas por parte de estudiantes del otro instituto, bromas, etc. Un lío impresionante.

A veces me sorprende lo imbéciles que son los chicos.

En fin, tomo mis cuadernos para luego dejarlos en mi casillero mientras la profesora da las últimas aclaraciones sobre el trabajo práctico de Filosofía. Nada muy interesante, solo un pequeño informe de algún trastorno psicológico...

"Güiii" (falsa felicidad, lo detesto).

Al terminar de hacerlo veo a Luka salir del aula junto a Alex, como de costumbre ni la mirada me dirige. Por otra parte está Theo, otra vez siendo atormentado por Amelia quien por poco no se le abalanza encima.

Pobre chico, pero al menos parece estar sonriendo. ¿Y cómo no hacerlo?

El día de la muestra vinieron varios profesores de universidades de Arte, muchos se interesaron en la pintura de Theo, diciendo que tenía talento nato.

Otros que hablaban sobre la increíble experiencia que poseía mi amigo, y también algunos que me hacían cumplidos al notar que fui la inspiración de aquella pieza.

Qué Asco El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora