Me quedé un rato parada en el umbral de la puerta, mirándola con cara de estúpida, sin saber qué decir. Calle me había dicho que me amaba. Estaba claro que no le podía decir que yo sentía lo mismo, porque no era cierto. Osea la quería, de eso no tenía dudas. Me generaba una increíble ternura y por momentos se mezclaba con una lujuria arrolladora que distorsionaba y pervertía el sentimiento original. Pero amarla era una palabra muy fuerte.
—Nos vemos en un rato, en el almuerzo —dijo Calle, desligándome de la obligación de responderle.
—Dale, nos vemos en un rato —respondí, y cerré la puerta lo más rápido que pude, como si al no hacerlo de esa manera corriera el riesgo de que alguna cosa que no pudiera controlar se escapara de la habitación y mi corazón una vez más latía como loco.
Fui a mi habitación me puse ropa seca y baje a la sala mi corazón palpitaba a mil cada vez que recordaba como Calle me dijo que me amaba completamente desnuda después de tragar toda mi leche, estaba tan metida en ese pensamiento que no me di cuenta que Calle había bajado y Se tiró sobre el sofá de tres cuerpos, como era su costumbre, en esa pose que me hacía pensar en una emperatriz egipcia. Por enésima vez la tenue luz de las velas y de la miserable claridad que entraba de afuera, recortaban su imagen de manera exquisita. Las caderas hacían una curva irreal y sus labios formaron una sonrisa de diabla. Estaba claro que me estaba provocando.
—No estoy para jueguitos —dije, con determinación ya que no quería que la cogiera.
—¿Jueguitos? —preguntó ella, haciéndose la tonta—. Si yo solo estoy acá recostada. Además…
—Además, ¿qué? —pregunté.
—Además, acá no podés hacer nada en cualquier momento puede llegar Agus
Sonreí por qué al menos ya había hecho muchas cosas con ella pero tenía razón no podía hacerle nada ahi podría llegar Agus o si Mafe en todo caso, solo me estaba provocando por qué se quedó con las ganas lo sé
Voy a cocinar —dije, poniéndome de pie.
—¿Y si te digo que solo lo puedes hacer ahora? —preguntó Calle, con voz susurrante.—Qué cosa —pregunté.
—Cogerme —explicó ella—. Este es el único momento en el que lo quiero hacer pero sobretodo contigo. A la noche me voy a encerrar con llave —agregó, encogiéndose de hombros—. Si me quedo caliente, usaré el consolador y listo.
Yo solo sonreí y negué hace un rato no quiso que lo hiciera en su regadera o su recamara y ahora sí, quizás ahora sí tramaba algo y nada bueno, quizás llegaba Agus y ella le diría todo a Mafe, la verdad con todo lo que había pasado no sabía que hacer solo me dirigí a la cocina y Revisé en la heladera qué había para preparar, tratando de espantar la persistente imagen de Calle desparramada en el sofá, esperando, supuestamente, a que yo hiciera lo que quisiera con ella. Vi que quedaba un pedazo de carne picada. En el refrigerador había tapas de empanadas, así que con los condimentos que había por ahí podía hacer unas cuántas empanadas.
De repente me di cuenta de que la cocina estaba más iluminada de lo que debería estar. Ramón ladró, como percatándose también del cambio que se había producido. Miré hacia arriba. La lámpara estaba encendida. La electricidad había vuelto.
Decidí hacerme el tonto. No fui a enchufar el celular, que sería lo primero que debía haber hecho. Empecé a sacar las ollas para empezar a cocinar.
—¿Te ayudo? —dijo Daniela, entrando a la cocina.
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Mi odiosa hijastra
Short StoryEs una historia llena de contenido para adulto así que si no les gusta este estilo de lectura mejor ni abran el capítulo 1 Poché es intersexual tiene 31 años la cual tiene una pareja llamada Mafe y Mafe tiene una hija llamada Daniela a la cual le d...