Levantate! -escuché decir a alguien, muy a lo lejos.
¿Levantarme?, me pregunté. ¿Levantarme? Entonces era eso. Todo había sido un sueño, y ya era hora de despertarse. Eso tenía sentido. Por fin algo en ese infernal fin de semana tenía sentido. Un sueño. Solo ahí podrían suceder las cosas tan inverosímiles que sucedieron esos dos días, que, de lejos, fueron los más largos de mi vida.
-¡Levantate! -escuché que me decían otra vez. Cosa rara, porque en vez de sentir que me sacudían para despertarme, me estaban golpeando en el brazo con fuerza-. ¡Parate, Poche!
Veía borroso, pero alcancé a notar que Calle me miraba con desesperación. Estaba encima de ella. ¿Qué hacía ahí?, me pregunté, sacudiendo la cabeza. Claro. Acabábamos de coger. Me froté los ojos. Miré hacia la puerta de entrada. Mafe estaba desplomada en el suelo. Por lo visto, yo misma me había desmayado durante unos segundos. Me habría bajado la presión quizás. Eran demasiadas emociones en muy poco tiempo para alguien tan común y corriente como yo. Evidentemente nada de eso había sido un sueño. Daniela ahora me empujó con fuerza. Recién ahí me hice a un lado. Fue en auxilio de su madre, mientras yo me volvía a subir el pantalón.
Se agachó y sacudió a Mafe. La verdad es que deseaba que Mafe se quedara así por un buen rato. Pero a pesar de sentir eso, agarré el celular, ya más despabilada, preparado para llamar a emergencias. Pero inmediatamente después de tomar esa decisión, observé que ya empezaba a despertarse. Balbuceaba algo. Daniela estaba inclinada, y ahora la ayudaba a levantarse. Finalmente Mafe, todavía algo atontada, me miró, como si estuviera viendo a algo extremadamente extraño. Un fantasma, un ovni, un animal salvaje en medio de su habitación.
-Tu-dijo, ahora mirando alternativamente a Calle y a mí, como si aún no cayera en cuenta de lo que acababa de ver-. Violadora -dijo después.
Si alguien me hubiese preguntado qué era lo que esperaba escuchar de Mafe en ese momento, esa palabra sería una de las últimas de la lista, por lo que me quedé estupefacta al oírla, incapaz de responder a tal insulto de manera inmediata.
Miré a Calle, en busca de ayuda, pero tenía la cabeza agachada. El pelo le cubría el hermoso rostro que ahora estaba de perfil. ¿Estaba llorando? De repente recordé que justo antes de que su madre irrumpiera en la habitación, Daniela me pedía que por favor me detuviera. Quizás Mafe la había escuchado y por eso la confusión. Pero esa actitud de Calle había sido porque había escuchado que su mamá regresaba y no porque estuviera siendo forzada a hacer algo que no quería. No podía permitir que se quedara con esa idea en la cabeza.
-Yo no estaba forzando a nadie -dije, y luego, dirigiéndome a la princesa de la casa, que en ese momento parecía un pollito mojado, agregué-. Calle, dile.
Mafe miró a su hija, incisivamente. Calle logró levantar la cabeza apenas.
-Daniela, me dices ahora mismo lo que pasó.
- ¿Es verdad lo que me dijiste? - por fin pregunto Daniela
Me bajé de la cama-. Es verdad, no tengas miedo -dije y Calle me tomo de la mano. Y luego, dirigiéndome a Mafe agregué-. Ya me conto todo. Las cosas que le hiciste hacer... eres una persona horrible.
Me sentí liberada al decirlo. Por fin me desahogaba. Me daba cuenta de que la infidelidad era algo anecdótico al lado de todo lo demás.
Entonces Mafe se me quedó mirando, con una perplejidad con la que nunca antes la había visto. Se quedó un momento en silencio, como tratando de asimilar las cosas. Por lo visto, parecía que estaba siendo atravesada por un torrente de pensamientos y emociones, algo que yo misma había experimentado incontables veces en las últimas horas. Entonces, para mi sorpresa, dejó de prestarme atención, y miró a Calle.
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Mi odiosa hijastra
ContoEs una historia llena de contenido para adulto así que si no les gusta este estilo de lectura mejor ni abran el capítulo 1 Poché es intersexual tiene 31 años la cual tiene una pareja llamada Mafe y Mafe tiene una hija llamada Daniela a la cual le d...