Capítulo 5

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“Una mentira justa”

Se acostó sobre el colchón que sus hermanos habían conseguido, cerró los ojos mientras controlaba su respiración y se acomodaba en su cama. Sus músculos comenzaron a relajarse, comenzó a sentir su cuerpo muy pesado y sereno cuando aquel malestar se presentó nuevamente. Esa presión en el pecho que no dejaba que el aire ingresará correctamente, ese dolor de cabeza que llegaba a marear, aquel miedo y preocupación que no iban a desaparecer de él hasta que se distrajera o hasta que ese maldito pánico que estaba sintiendo lo dejara en paz para dormir. Aunque sabía que era en vano, si llegaba a pegar el ojo no iba a ser por mucho tiempo, en algún momento de la madrugada aquellos miedos que intentaba encerrar en aquella caja de Pandora al fondo de su mente volverian a atormentarlo para provocarle uno de los peores y largos insomnios que ya lo tenían harto.

Se lo merecía, no tenía otra explicación u otra razón para esto, y si este era el castigo que el cielo le había impuesto entonces él no se quejaría ni nada.

—¿En serio no vas a decir más? —escuchó la voz enojada de Hua Cheng a las afueras de la cueva, se levantó y se asomó por la entrada de esta, viendo como sus tres hermanos llegaban a los túmulos funerarios con un Hua echando humo por las orejas— ¿Por qué no les dices todo lo que le quitaron a nuestro hermano de una buena vez?

—Hua Cheng, calmate.

—No me calmo nada, Binghe. No aguanto más que esos hijos de puta denigren de esa manera a A-Ying cuando él dio demasiado por ellos.

—¿Y tú crees que yo sí lo soporto? —Lianhūa miró fijamente al ojo de Hua Cheng—. Si yo no me quedó más tiempo en ese lugar para mandar a la mismísima mierda a todos ellos, es porque no sé si vaya a ser capaz de controlarme cuando recuerde todos los sacrificios de nuestro hermano. 

—¿Y por qué mierda hay que ser tan indulgentes con esas basuras? Ellos ni siquiera tuvieron piedad al atacarlo ¿Por que nosotros debemos tenerla con ellos? 

—¿O sea que quieres rebajarte a su nivel?, ¿Quieres volverte tan bestia como ellos? —Lianhūa miró severamente a su hermano, quien la miraba de la misma forma—. Vinimos a buscar justicia y a ayudar a A-Ying, no a realizar una masacre. Y no vaya a ser que me enteré que alguno de ustedes fueron a alguna de las sectas a impartir justicia con sus manos. 

—¿O qué vas a hacer? 

—Suficiente. —Una nueva voz se escuchó, siendo el dueño de esta un joven de túnicas verdes que emanaba un aire poderoso y rico, volviéndose el nuevo foco de la atención de aquellos hermanos—. Lo único que faltaba en todo esto es que ustedes terminaran peleando entre ustedes, ¿Es una broma acaso?

—Hermano Shen, calmese. —Un joven de túnicas taoístas y blancas, denotando inocencia y pureza, llegó del brazo del tal Shen, hablando con serenidad y cierta tensión al intentar calmar al contrario.

—Me calmaré cuando ellos se dejen de niñerias y se calmen.

—¿Shizun?

—¿Gege? —Los nombrados dejaron su pequeña discusión por un par de segundos para verlos a ellos, quienes fueron inmediatamente hasta sus brazos—. Gege, ¿Que hace aquí? este no es un lugar digno de su presencia

—Ni un lugar adecuado para su estadía, Sizhun.

—Lianhūa nos llamó, dijo que estaban muy tensos y que necesitaban un momento para relajarse. Así que vinimos a verlos. —explicó Shen Qingqiu, mientras alejaba la cara de un insistente Luo Binghe que quería besarlo—. Y lo primero que vemos al llegar es una pelea entre ustedes, yo no lo puedo creer. —Los tres hermanos agacharon la cabeza por el regaño.

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