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La mañana del día cinco, cuando Beomgyu se deslizó entre las sábanas, tanteando con la mano en búsqueda del tibio cuerpo que lo había acompañado durante toda la noche, el pánico lo golpeó por un momento al sentirse solo.

Algo, definitivamente; se encontraba mal con él.

Se incorporó de inmediato, buscando alrededor de la habitación con la mirada, pero aún no encontró allí a Yeonjun.

Antes; sus parejas sexuales, al menos fueron lo suficientemente considerados con él para dejar una nota clara que concluyera con lo que fuera que hubiesen tenido.

«Fue bueno lo de anoche. Espero que nos encontremos algún día y repetir.»

Yeonjun ni siquiera se había dignado a dibujar una jodida cara sonriente sobre su frente.

Se levantó de la cama, tambaleando debido al adormecimiento ligero de sus piernas, provocado por el mismo hombre que comenzaba a generarle ese terrible sentimiento al que llamaría «desconsuelo».

Fue una estupidez que, tan pronto como habían comenzado a estar juntos, sus emociones de envolvieron enloquecidas, alrededor del dedo meñique de Yeonjun, y sin embargo, mientras se miraba al espejo del baño de Yeonjun y lavaba su boca, su único pensamiento fuese: "¿Qué estará haciendo?".

Esa misma mañana, cuando finalmente se sentaba frente al televisor con su desayuno en una mano y su celular en la otra, todas sus dudas se resolvieron con Yeonjun entrando por la puerta principal.

Lo miró con anhelo, tragando el nudo indiscreto que se había formado en su garganta.

Yeonjun le sonrió tan amablemente como fue posible y Beomgyu se levantó inmediatamente, dejando sus cosas sobre la mesita de centro, donde únicamente hubo un florero con contenido artificial la mayoría del tiempo.
A pesar de las bolsas de papel y plásticas en manos de Yeonjun, Beomgyu se acercó rápidamente y a pasos firmes y saltó sobre el hombre, tomándole el rostro sin posibilidad de escapatoria. Pronto, lo besó.

Pudo sentir la sonrisa de Yeonjun creciendo entre cada beso que le correspondía, cada vez más dedicado.

Maldición. Beomgyu había extrañado ser besado por esa boca exquisita.

Gimió ansiosamente, necesitando a Yeonjun más cerca. Muy dentro de sí, más allá de lo sexual.

Se despegó de la boca de Yeonjun sólo cuando el sonido de algo cayendo al suelo y rompiéndose, pero el sobresalto fue innecesario cuando notó que una de las bolsas que Yeonjun cargaba, se había roto debido al peso, dejando expuesto el contenido de esta.

Pan de granola, jugo natural, fresas y huevos por kilo.
Beomgyu trató de recordar un poco de los gustos en comestibles de Yeonjun, mientras este era el primero en agacharse a recoger.
Notó las yemas escapando de algunos huevos por el suelo, y advirtió, ya corriendo hacia el cuarto de limpieza a por los materiales necesarios:

—¡Yo limpio!

Mientras preparaba agua con desinfectante para el piso y tomaba el aromatizante, se dió cuenta:
  Yeonjun había hecho la compra para él, porque Beomgyu era el único en aquella casa que consumía tales productos de manera directa.

Sonrió por ello, volviendo y encontrando casi todo limpio, pero a Yeonjun aún esperando a un lado.

—¡Ah, Beomgyu! —Yeonjun le quitó las cosas de las manos y comenzó a limpiar, con una enorme sonrisa dibujada en sus labios. —Realmente; saldré de casa más continuamente para que me recibas de esta manera, siempre…

—No. —Beomgyu rogó, sin darse cuenta del tono que estaba utilizando; casi mendigando. —¿A dónde exactamente fuiste toda la mañana?

Yeonjun rió, con algo similar a la ternura colándose en su voz, haciendo a Beomgyu fruncir el entrecejo.

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⏰ Última actualización: Jan 29 ⏰

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