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Ver a Yeonjun y Taehyung enojados entre sí, se había convertido en una constante incómoda.
Comían en silencio, mirando fugazmente con disgusto en los ojos.

No había estado presente en la última discusión que habían tenido ambos hombres, pero Beomgyu podía ver que, con la tensión del último mes, lo que sea que había sucedido era el límite de los dos.
Se levantó de la mesa para servir más café, tan incómodo que sus movimientos fueron rígidos para no ocasionar una explosión.

No quería creer que era lo suficientemente importante para ser el culpable del ambiente venenoso en el que respiraban, sin embargo, Taehyung había mencionado mientras salían, lo buena que era la relación con su hijo. Apenas tuvieron un mes agradable, hasta que dejó de serlo al final, cuando dejó de ser una visita de fin de semana y se mudó finalmente.
Era apenas el segundo mes de haber conocido a Yeonjun y ya creía ser un problema como nunca antes.

Con sus movimientos inseguros, la taza resbaló de sus dedos cuando el agua caliente lo quemó.

El sonido del barro estrellándose contra el suelo atrajo las miradas. Beomgyu maldijo, sobresaltado. Sopló sobre sus dedos quemados y se encogió para recoger los trozos grandes de la taza.

—Por dios, Beomgyu… —Taehyung bufó. —¡Que mierda!

El hombre se puso de pie y tomando su celular de la mesa, salió del comedor. No pasaron dos minutos cuando el estruendo de la puerta sonó en la parte alta del lugar.

Taehyung se había enojado con un pretexto demasiado malo.

Beomgyu mantuvo la mirada sobre el suelo, hasta que un par de manos grandes y suaves apartaron las suyas.
La mallugada piel fue acariciada superficialmente y, siseando, Beomgyu levantó la mirada para quejarse con Yeonjun.
La queja murió en su boca cuando los ojos de Yeonjun parecieron preocupados frente a él.

—Deberías ir a ponerte crema para esto o arderá más de lo aceptable. —Fue la opinión que obtuvo. —Yo recogeré esto.

Beomgyu miró el desastre que había logrado causar, luego a Yeonjun. Se avergonzó de sí mismo al recordar que había intentado no llamar la atención ni hacer enojar más a ninguno.

—Está bien… —Respondió con voz suave. —Terminaré con esto y me iré a la habitación. No es demasiado problema.

—Mejor ve ahora. —Yeonjun ni siquiera se aseguró de estar solos cuando, sorprendiéndolo, arrastró los labios por el dorso de su mano y hasta las puntas de sus dedos.
Fue un gesto inocente, en comparación con todo lo que Beomgyu quería que le hiciera, pero todavía podía ser malinterpretado. —No quieres arruinar esta mano.

Cuando no lo soltó, Beomgyu comenzó a sentir el calor correr por su cuerpo. Su imaginación se desató.

Los ojos de Yeonjun lo pillaron en medio de su sonrojo y sintió vergüenza al pensar que podría ver dentro de su cabeza de alguna manera, la forma en que lo imaginaba.
O quizás era tan simple como que la necesidad se reflejaba en su rostro con claridad.

Sintió sus dedos ser entrelazados y abrió la boca en busca de aire.
Estaba absolutamente loco Yeonjun.

—O puedes lavarte bajo el chorro… —Yeonjun propuso, oliesqueando como un gato su mano. —Te ayudaré a poner algo para las quemaduras cuando termine de limpiar.

—Yo–. Yeonjun, debería ir a buscar una escoba.

Pero antes de poder alejarse, los labios de Yeonjun acariciaron el centro de sus nudillos y chupó una pequeña mancha en cada uno.

Tal como estaba, Beomgyu cayó sentado sobre su trasero al suelo. Se levantó y corrió sin más, como un adolescente novato recién besado. No escuchó la risa de Yeonjun, pero sí su propia respiración, que le recordaba con burla lo patético que podía ser.

Beomgyu odiaba esto.
Mirar la espalda de Taehyung y ser ignorado sin ninguna razón de la que estuviera enterado, lo odiaba.
Él no estaba ahí para ser con quien Kim pudiese desquitar sus enojos. Era su novio, no su muñeco.

Aunque en su cabeza Yeonjun era absoluto, no significaba que Beomgyu no se sintiera mal por lo que hacían o no, su prometido y él.

Deslizó su mano por el abdomen de Taehyung, que se encontraba cubierto por una camiseta de algodón. Adoptó su mejor sonrisa mientras se pegaba más a su espalda y apoyado en su codo, se alzó para besarle el costado del cuello.

—Hyung~… —Murmuró sugerentemente sobre la piel. —Uh. ¿Puedes ayudarme con algo?

Aunque Taehyung no respondió en el primer intento, Beomgyu decidió insistir un poco más.

Su mano se metió bajo la tela, acariciando el vello incipiente desde su ombligo hasta desaparecer bajo sus pantalones de pijama. Taehyung no tuvo ninguna reacción cuando lo acarició deste dentro, apretando la suave carne en su mano.

Gimió para despertar alguna reacción, pero una vez más, no obtuvo nada.

—Hyung, por favor… te necesito justo aquí debajo.

Finalmente, Taehyung gruñó.
Le arrancó la mano de su polla, apretándole la muñeca con más fuerza de lo acostumbrado y lanzando su mano lejos de su cuerpo.

Beomgyu jadeó, repentinamente exaltado.

Miró con incredulidad el cuerpo rígido de Taehyung en la oscuridad de la habitación. Pasaron varios segundos hasta que la sorpresa se convirtió en enojo, y luego en un sentimiento de humillación.

Taehyung estaba en su pleno derecho de negarse al sexo, pero no de tratarlo como lo había hecho.

Se levantó sin cuidado y salió de la habitación, enfundándose en un enorme suéter de lana que utilizaba sólo durante las noches.
Ni siquiera tuvo que azotar la puerta para hacer saber que estaba molesto.

Llegó a la sala hablando entre dientes. Tomó el control de tv y encendió esta misma, sin poner atención en lo que había en la programación.

—Jodido Taehyung. Jodido Beomgyu. ¿Por qué eres tan malditamente interesado y caliente? Esto no estaría pasando de ser diferente.

Fue entonces que respiró profundamente y lentamente intentó prestar atención para relajarse. Hubo el suficiente interés para meter sus rodillas en el suéter, apoyadas contra su pecho mientras sus ojos se perdían en la pantalla del frente.

En aquél momento, lo único que deseó fue a Yeonjun saliendo de su habitación para sentarse a su lado y acariciarlo. Quería que Yeonjun se hiciera cargo de lo que su padre no había hecho: no el sexo simplemente, sino la tranquilidad antes de dormir.
Sin embargo, Yeonjun no lo hizo y, de pronto, demasiado cansado como para notarlo, se había dormido.

La nota que encontró la mañana siguiente, pegada con un imán a la puerta del congelador, hizo que su estómago cayera.
Era la primera vez que Beomgyu se quedaba sin haberse despedido de su prometido antes de iniciar el día. Sin un beso en los labios, los dedos enterrados entre sus cabellos o siquiera un susurro junto al oído: «No te diviertas sin mí, cariño. Te amo.»
Beomgyu creía que se había convertido verdaderamente un problema cuando leyó la nota.

«Llegaré tarde, Kim. No me esperes para la cena.»

Fue como si él hubiese desaparecido por completo. Como si Taehyung hubiese olvidado que Beomgyu se había mudado a la casa que había estado compartiendo tan sólo con su hijo.

Entonces, Beomgyu supo que algo estaba absolutamente mal, y aunque él no lo había provocado, era el único que estaba siendo jodido por ello.

¡Hey, Noona!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora