Caos y Matanza

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El raudo y veloz volar en Ji-Eun78 no conocía barrera capaz de detenerle en su imparable avanzar, sus largos y resplandecientes cabellos de color rosa ondulados se agitaban ante las ventiscas que ella atravesaba, de la misma forma en que lo hacía su larga y extravagante capa… sus ojos contemplaban la superficie árida del suelo de aquel planeta llegando un punto en el que las costas del mismo ya eran visibles… pero no se detuvo allí, pues al parecer, dicho planeta contaba con océanos. Grandes cuerpos de agua oscura dispersa por todo el oscuro globo en Kleper26.

A ciencia cierta, no se sabía si los componentes del agua de ese planeta eran aptos para la supervivencia de otros seres, o por el contrario, se trataba de aguas turbias y tóxicas para la vida misma. Todas esos y muchos más pensamientos rondaban por la mente de la hermosa Ming que continuaba volando sin parar. Pues incluso, en una zona determinada en la atmósfera de dicho planeta, la dama se regocijó en su vuelo dando unas cuantas volteretas circulares en forma de espiral que se expande gradualmente.

El último círculo dado por su trayectoria fue lo suficientemente amplio como para acercarla desde lo más elevado de los cielos hasta casi la superficie del oceano, la dama de cabellera color rosa envío tímidamente su mano hacia el líquido desconocido y tocó con los dedos de su guante el líquido abundante levemente mientras continuaba volando, ella pudo ver qué se trataba de una sustancia bastante singular… no era oscura del todo, era plateada y se escurría en forma de gotas sin dejar ni una pizca de humedad, como el agua lo suele hacer… era algo muy similar al metal líquido.

- Vaya, es muy semejante al Galio, o quizás al Mercurio, sin duda este es un planeta muy curioso que me encantaría estudiar a detalle. -

Comentó la hermosa mujer para sí misma elevándose una vez más por los cielos atravesando lo que quedaba de océano para adentrarse una vez más a otras costas playeras distintas y oscuras, desde el aire la mujer contemplaba gruesos bosques tropicales y forestales con frutos desconocidos y fauna silvestre, también desconocida, Ji-Eun78 no les dio mucha importancia y continúo volando.

Su mirada se encontró directamente con una gran aldea primitiva en cuyo centro se encontraba una inmensa torre allí plasmada, la chica reveló en su tierno y angelical rostro una coqueta y atrevida sonrisa dibujada por sus dulces y modestos labios carmesí, ella cambió el rumbo de su volar y en un recorrido rectilíneo diagonal descendió con suavidad y elegancia sobre los suelos granulados y oscuros tras haber surcado más de doscientos mil kilómetros de distancia en un periodo de tiempo muy corto, a pesar de eso, la dama no se mostró cansada o fatigada en ningún momento, al contrario, ella lucía extremadamente tranquila y relajada en su posición. La dulzura en su voz con acento de madre primordial se presentó haciéndose notar.

- Muy bien, si hay alguien escondido en este lugar, quiero que salga en este instante. –

Comunicó Ji-Eun78 en voz alta… en cuestión de segundos, la dama fue rodeada inmediatamente de puros demonios que salieron de entre las sombras, al igual que los anteriores, muchos tenían apariencias monstruosas, ojos rojos, colmillos afilados y apariencias humanoides desagradables. Uno de ellos le respondió.

- Sabemos lo que tú y tu gente han hecho en este lugar, márchense, o enfrenten las consecuencias por haber… - Ji-Eun78 le interrumpió de repente.

- Oh oh, yo no fui quien dejó descendientes en otros planetas cuando eso estaba estrictamente prohibido desde tiempos inmemorables. –

Los demonios se agazaparon al ataque, todos se lanzaron en contra de la mujer, Ji-Eun78 liberó un pequeño suspiro cuando no fue posible el razonamiento con todos ellos. Sus pies se separaron del suelo cuando comenzó a levitar, ella retrocedió cruzada de brazos a una gran velocidad pero inferior a la de aquellos demonios para que la pudieran alcanzar. En cuanto el primero de ellos la tuvo de frente, empuñó su diestra y la llevó hacia atrás en una toma de impulso para luego soltarlo y enviar un puño sólido en dirección al rostro sonriente y encantador de Ji-Eun78.

Ella por su parte retrocedió su hombro derecho y con el todo su lateral con una agilidad y destreza impecable en el instante preciso como para quedar de perfil izquierdo frente a su rival y así esquivar el golpe del enemigo dejando que su puño cruce de largo justamente frente a la zona que el quería impactar y después, su cuerpo entero al golpear la nada únicamente.

La mirada de Ji-Eun78 se enfocó en el resto del grupo de demonios que ya estaban por encima de ella, y entonces ella rápidamente envío su diestra para capturar el brazo izquierdo del primer demonio al que ella evitó con facilidad… su fuerza bruta era lo suficientemente grande como para poder someterlo con un simple apretón, apretón que para el demonio era una gruesa cadena que lo aprisionaba y por más que luchara, no podría liberarse jamás.

Ella lo retrajo hacia sí misma y sacudió su cuerpo brutalmente en contra del resto de demonios como si se tratara de un flácido garrote golpeándolos a todos con el mismo cuerpo del demonio inicial con una fuerza mucho mayor, pues incontables salpicaduras de sangre se lograban divisar a la distancia cuando los cuerpos de todos ellos eran reventados como huevos al sartén por los salvajes impactos tan despiadados, permitiendo que en compañía de la sangre, órganos, pulmones, viseras y hasta cabezas salieran a volar en un festín ampliamente encantador.

Para finalizar, Ji-Eun78 levantó con su diestra el cuerpo del demonio que usó como garrote de golpear hacia lo alto de los cielos presumiendo el estado tan lamentable en el que se encontraba el pobre, su piel estaba rota y rasgada, sus órganos eran visibles y sus tripas ya se estaban saliendo de su cuerpo en compañía de varios huesos sobre salidos por la matanza, sus ojos apagados en el frío de la muerte revelaron el último suspiro antes de ser brutalizado en el último azote contra el suelo que la hermosa mujer le dedicó, desmembrándolo en múltiples partes que se disipan por doquier cual muñeco de plastilina o material polímero altamente frágil para la dama de cabellera color rosa quien ahora luce salpicada de sangre, ella se quita algunas tripas que han quedado alojadas en su hombro izquierdo permitiendo que parte de la sangre de aquellos seres se escurriera por su amplio pecho y se infiltrara entre su tan pronunciado y sensual escote.

- Ahgg... Que seres tan frágiles y mediocres. –

Más demonios se vieron por el horizonte atraídos por el caos y la matanza, todos se abalanzaron en contra de Ji-Eun78, pero lo último que vieron, fue la forma en la que ella tomó impulso flexionando levemente sus piernas para luego estirarlas como un fugaz resorte saliendo a volar en el proceso, su figura fulguró levemente en un parpadeo lineal que la desapareció de la mirada de todos los monstruosos seres.

Ji-Eun78 acaba de eclipsar la velocidad de la luz y en muy poco tiempo ya ha conseguido atravesar las capaz de la atmósfera de aquel planeta incluyendo la Termosfera y Exosfera del mismo, su volar la dirigió por el espacio oscuro contemplando el rubor de la estrella dominante de aquel lejano sistema solar. 

Ella no se detendría allí, continuó volando con gran velocidad hasta encontrar lo que buscaba, un cinturón de asteroides tras las cinco lunas del planeta… Ji-Eun78 escogió uno de ellos y rápidamente se posó tras él.

  
Ella no se detendría allí, continuó volando con gran velocidad hasta encontrar lo que buscaba, un cinturón de asteroides tras las cinco lunas del planeta… Ji-Eun78 escogió uno de ellos y rápidamente se posó tras él

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- Muy bien, veamos si con esto logro llamar la atención del rey demonio cobarde. –

Mencionó Ji-Eun78 empujando aquel asteroides, en verdad, ese asteroide era inmenso y garrafal, su tamaño podría compararse fácilmente al tamaño de una ciudad o tal vez a una inmensa nación, pues tenía al menos seis mil kilómetros cuadrados en toda el área de la colosal roca espacial y estaba siendo movida con una facilidad tan aterradora que lo hace ver tan liviano como una simple almohada.

Ji-Eun78 regresó al planeta Kleper26 y atravesó la Termosfera y Exosfera del planeta incorporándose a su atmósfera, permitiendo que el gigantesco asteroide se viera envuelto en llamas que le escoltan su descenso mortal justamente sobre el mismo lugar de aquella sangrienta matanza.

Al contemplar la imagen del asteroide gigante que ya había conseguido atravesar y despedazar varias nubes en su camino, todos los demonios perdieron la voluntad que tenían de pelear, muchos de ellos se rindieron, otros corrieron por sus vidas, y otros se quedaron valientemente para confrontar el caos tan grande que estaba a punto de ser descargado sobre aquella región.

Gracias al asteroide, los pocos rayos de la luz de la estrella que se colaba por las nubes han desaparecido y aquel sector se cubrió de una sombra mucho más lúgubre y aterradora, a pesar de que el asteroide estaba lejos de impactar, se veía tan grande y gigantesco como otro monstruoso planeta desde la perspectiva de los demonios que pronto sufrirían el trágico final.

En ese punto, había un escuadrón de demonios sacerdotes que no se esperaron para ejecutar su magia, de sus bastones y sus cetros dispararon todos cargas de energía altamente oscura y poderosa hacia el asteroide con la intención de frenarlo y destruirlo, en dicha energía habían muchos ojos siniestros y dientes macabros de algo que ellos estaban invocando, algo lo suficientemente poderoso y espeluznante como para poder consumir aquel inmenso objeto espacial.

Pero desafortunadamente para ellos, el volumen del asteroide era demasiado grande, demasiado pesado y su poder no pudo hacerle siquiera una simple grieta, pero aún así, ellos seguían intentando frenarlo aún cuando la caída de la roca espacial era cada vez más y más inminente, muchos recuerdos invadían sus mentes.

Cada uno de ellos tenían esposas, hijos y una familia que cuidar y proteger, recordaban la existencia de una hermosa y acogedora ciudad gótica en el que los demonios convivían entré sí como personas normales, tenían trabajo, sus madres cuidaban de sus pequeños, habían parques de diversiones y en verdad, la paz y la tranquilidad reinaban en ese punto en específico. El solo imaginar cómo esa belleza deslumbrante para ellos desaparece en las llamas de la incertidumbre, los demonios derraman sus lágrimas sinceras y conmovedoras al ver que sus esfuerzos por detener el asteroide eran en vano.
Ya no había nada por hacer, este era el final.

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