Cambio

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Es increíble como el tiempo puede pasar rápido o lento, los segundos después de la noticia del sargento fueron algo insoportable, hasta que él mismo se cansó del silencio y vi como una diminuta lagrima rodaba por su mejilla, era claro que él también se encontraba en peligro.

— ¡Estaremos bien, somos soldados franceses, orgullosos y poderosos!

— Si sargento— contesta sin chistar Bastien, era como si fuera un robot, como si supiera desde el momento en que salvo a Verner que su deber era regresar a sus compañeros a salvo.

Nos retiramos de ahí y cuando el sargento no tenía la vista en nosotros Bastien me da un codazo.

— Vaya creo que somos los últimos hombres en pie, deberíamos de comer una de esas raciones de chocolate que guardas como un tesoro— Suelto una risa burlona.

— ¡Jamás! Esas se quedarán conmigo hasta el día de mi muerte y tú no obtendrás ni un solo pedazo.

— Jean Pierre tiene razón eres un avaro con el chocolate.

Caminamos al hospital, el silencio se volvía ensordecedor en cada paso que dábamos.

Jean Pierre nos saludaba a la distancia desde su cama, nos acercamos a él y con felicidad pregunta.

— Bueno ¿A dónde iremos? — Bastien sonríe en el momento menos apropiado tuvo esa sonrisa burlona, la que puede herir más que una trinchera.

— Yo... no iré ¿Cierto? — me mira suplicando clemencia.

— El sargento dijo que tanto tú como Verner deben de recuperarse, tomar un merecido descanso. Dependemos de ustedes para cuidar las cosas más importantes — siento que le estoy hablando a un hijo y no sé porque se siente familiar, de pronto recuerdo las pláticas con mis padres.

— ¿Qué puedo hacer allá?

— Darle esperanza a la gente, que sin importar que tan cruda sea la guerra pueden vivir, las lesiones físicas sanaran y los corazones de ellos también lo harán — Bastien se comporta de una forma extraña después de lo de Vernen pienso que cambio tanto para aferrarse a la vida, pero aún con su cambio parecía que su alma artística sabía con exactitud que decir en el momento justo y escucharlo hablar era tan relajante como la canción de cuna que canta una madre por primera vez y tranquilizante como cuando mecen a un niño en brazos hasta que pueda dormir.

— Está bien, haré lo posible por mantener la fe.

— Te quiero pedir un favor, cuando regreses a Paris ve a verla— empiezo a escribir la dirección en un papel cercano a la cama de Jean Pierre —Solo obsérvala y procura no acercarte mucho a ella porque como los siervos en el bosque al ver un cazador ella puede espantarse si eres muy directo.

— ¿Por qué me pides esto?

— Quiero saber que ella está bien, que la guerra no la ha afectado tanto. Quiero saber si ella ...

— ¿Aún te ama?

— Sí

— No necesito ir para saber que aún lo hace, pero sí de esa forma te sientes seguro iré a verla

— Gracias...

— ¿Crees que su novio se enoje si la cortejo? Si es linda creo que no podría resistirse a mis encantos natos ante las damiselas.

— Que yo recuerde nunca has salido con nadie.

Nos empezamos a reír al unísono, Jen Pierre observa su mano y cambia de tema radicalmente.

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⏰ Última actualización: Jan 29 ⏰

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