Inspección

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— ¡Hey Lesauvage! —la voz de mi compañero que habitaba en el agujero de enfrente detuvo mi palabrería mental, levanto mi cabeza y lo miró fijamente

— ¿Qué quieres Jean Pierre? — digo con carraspera en mi garganta porque mi voz se encontraba constantemente enronquecida por la tierra de la trinchera.

— ¿Sabes lo que pasará al rato? — pregunta fingiendo emoción

— Vienen las chicas del teatro ¿No?

— ¡Sí! Vienen a entretenernos—suelta una carcajada— ¡Es una burla! El gobierno cree que con eso podrá eliminar todo el daño que nos ha provocado, pero ni siquiera sus médicos pueden quitarnos el dolor del cuerpo

¿Cómo podrán curar nuestras mentes con chicas de teatro?

¡Se burlan en nuestras caras!

Es como si dijeran ¡Chicas distraigan a esos estúpidos, así seguirán luchando para nosotros sin quejarse!

Pero recuerden, nada de acostarse con ellos porque ¡Para eso están las prostitutas y nosotros no se las vamos a proveer con nuestro dinero!

Entiendo su frustración yo pasé ya por eso, quizá por eso le contesto.

— Para muchos es un escape de esta realidad, ve a tu alrededor ¡Parecemos muertos y si la moral baja más lo estaremos!

O en realidad es que te molesta ¿No poderte acostar con alguna de ellas? — levanto mis cejas mientras lo miro— Te recomiendo que si no quieres morir de sífilis debes dejar de pensar en prostitutas por el momento.

— Yo... yo no lo dije por eso— contesto nervioso.

— Aunque tú no lo creas, para muchos es un escape a la realidad, todos aquí ya estamos entre locos, tartamudos y moribundos, pero te repito de nuevo que, si la moral cae un poco más, la muerte será nuestro único escape de la línea del frente.

— Entonces lo único que puedes decir es que ¿Si no morimos por alguna enfermedad aquí moriremos en el frente?

¡Somos carne de cañón Yves! ¡Una maldita carne de cañón! — Observo como jala su placa, pero los dos sabemos que eso es lo único que nos distingue, ese número es la única manera de avisarle a nuestras familias de que estamos en un hospital o que estamos muertos—¿Recuerdas a esa mujer alemana con nombre de flor?

— ¿Rosa Luxemburgo? —pregunto desconcertado— Sí, pero ¿Ella que tiene que ver en esta plática?

— Recuerdo que ella decía que podíamos prevenir esta guerra y que aún la podríamos detener, tan solo si todos nos revela—lo interrumpo abruptamente.

— ¿Detener? Como vamos a detener esto, ¿Tú piensas que todo volverá a ser igual que antes? Jean Pierre no digas estupideces, tantos muertos, tantos heridos, ciudades destruidas ¡Nada será igual, nada! Así que te daré el mejor consejo de tu vida ¡Deja de decir estupideces! Si valoras tu vida te quedarás callado y responderás a todo con un sí sargento, sí capitán, sí general, sí teniente ¿Entendiste? —Jean Pierre traga saliva— De otra forma serás golpeado o incluso fusilado, pero antes de eso los soldados se divertirán contigo, ¿Si sabes a lo que me refiero? —Observo su rostro que se volvió más pálido, Jean Pierre tiene solo 18 años. —¡Tú acabas de llegar hace poco tiempo, yo llevo 2 malditos años sobreviviendo en este infierno! Así que toma mi consejo ¡Cierra tu maldita boca, o tus mismos compañeros te matarán! Y si por alguna extraña razón no quieres creer en todos esto, mírame y observa con detalle todas las cicatrices en mi cara, ellas solo te demostrarán que yo tampoco sabía tener la boca cerrada, no digas más de ese tema y aprende a no confiar en nadie, esta trinchera tiene más oídos que ratas, muchos no dudarán ni un segundo en venderte por tener un pequeño privilegio — Escondo mi cara dentro de mi uniforme.

Te vi en mi infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora