capitulo 5

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     Pasaron dos días desde que Aegon confesó a su hermana y tíos lo que le sucedió a su hermano mayor, el miedo a represalias de parte de su madre lo hacía temblar de miedo, así que esos dos días se la pasó con el maestre y las doncellas cuidando de Aerys y aprendiendo de la profecion. Cuando Aerys estaba consciente hablaba con él, le pedía disculpa por revelar su secreto y ser un inútil que no pudo defenderlo, pero Aerys solo le sonrio y beso su frente.

     Aerys pasaba la mayor parte del día dormido a base de brebajes para poder ser curado sin sentir dolor, metido en una bañera con agua helada, mientras el maestre extirpaba la carne muerta de su espalda y drenaba la pus de su pudrición. El haber estado haciendo eso por días enteros sin descanso, dio sus frutos, pues lograron sacan todo el líquido verdoso y espeso por completo, y con eso evitaron que la infección se propague y la carne siga muriendo. Cuando el principe despertó ya se encontraba más aliviado, con menos dolor, y la fiebre había bajado bastante, le preguntó al maestre si estaba en condiciones para viajar y este le dijo que podía hacerlo solo si un maestre iba con él, además de no levantarse de la cama, a menos que sean para ser bañando y curado. Aerys acepto la condición y el rey Viserys fue avisado que su hijo se encontraba en condiciones de viajar.

     Rhaenyra, Rhaenys, Daemon, Leanor, Aegon y Aemond, viajarían  montados en sus dragones. El Rey Viserys, el príncipe Aerys, Lord Corlys, Baela, Rhaena, Helaena y Joffrey viajaban en el barco de la serpiente marina, mientras que Alicent y su padre Otto viajaban en el barco del rey.

     Una vez que zarparon Aerys se sorprendió de ver al rey entrar en su camarote.

     - ¿Te molestaría viajar acompañado por este viejo enfermero que tienes de padre? - le pregunta el rey con una sonrisa en el rostro, Aerys se levanta enseguida de la cama para llegar a su padre y ayudarlo a caminar hasta la  cama.

     - Seria un honor compartir mi tiempo con usted mi rey - le contenta el principe - ¿Desea algo de beber? Hay vino aunque yo no lo bebo.

     - Esta bien hijo trae agua para los dos. Pero no vine aquí como tú rey, sino como tú padre. Deseo pasar tiempo de padre-hijo, si me lo permites - le dice mientras ve a su hijo  servir el agua en dos copas y luego de entregarle la suya se recuesta a su lado en la cama.

     - Por supuesto, eso suena lindo - le responde Aerys ilusionado de que al fin su padre lo reconozca.

     - Quisiera pedirte perdón hijo mío, por todo el daño que te causé  - le dice tomando su mano.

     - Nunca le guardé rencor padre. Pero aún así lo perdonó - le responde con una sonrisa.

     - Deberías reclamar un dragón, en Poso dragón, hay varios dragones sin jinetes. Rhaenyra podría llevarte a buscar uno. O sino puedes buscar uno en Fosa dragon en Rocadragon. - le recomienda.

     - No necesito un dragón padre, con mi huevo soy feliz. Aunque no haya eclosionado, me gusta. No sería el primero en no tener uno. - le responde con tranquilidad, la verdad es que para Aerys, volar en un dragón es como una falsa libertad, ya que nunca podrá ser libre y volar de verdad, siempre estará atado a su deber con la familia. - ¿Como se sentía volar en Balerion? - Le pregunta.

     - Es difícil de describir. Ese dragón era poderoso y feroz, indomable pero un gran compañero. Estar montado en él era como ser libre de las ataduras del mundo.

      - ¿Que se siente ser amado por alguien a quien tú también amas?

     - ¿En qué sentido hijo?

     - Así como se amaron usted y la reina Aemma.

     - Oh, pues eso es más difícil de explicar, solo cuando se encuentra la persona que te corresponde el afecto del mismo modo se sabe. Pero para aquellos que lo viven o lo vivieron es diferente. Para mí, ni siquiera volando en un dragón me sentía en el cielo, como lo hacía viendo los ojos y la sonrisa de Aemma, escuchar su voz, sentir su tacto, era tener un pedacito de cielo entre mis manos. ¿Te has enamorado hijo?

Salvando a la Casa del Dragón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora