Lamentable de amar

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Comienzo a comprender muchas cosas acerca de mí después de recibir un diagnóstico o dos, o tres o... La verdad es que al final no importa demasiado, o al menos no para los demás ni para tu vida.

No resolvió nada, pero sí respondió varias experiencias y pensamientos.

Aunque realmente a nadie le importe y mucho menos le interese comprenderme, es un poco balsámico emocionalmente ponerme a escribir sobre mis reflexiones.

Hablemos de esas ideas intensivas que abundan mi mente cada segundo de los días que habito. Hablemos de mi obsesión por parecer un ser humano ejemplar pero la ironía de sentirme como la persona más despreciable del mundo por esa misma razón. Y es que me sobran las grandes ganas de mandar el mundo a la mierda, pero al mismo tiempo hay una escasez de razones por las cuales lo haría.

Necesito que me tomen en serio, aunque adoro que se rían de lo que digo, porque cuando no se ríen, mi cerebro interpreta automáticamente que soy la persona más aburrida del planeta de la cual no vale la pena ser su amiga.

Necesito estar sumamente despierta pero no lo suficiente o entraré en una espiral de ansiedad infinita, aquella que al ver mis manos me doy cuenta que existo y solo eso hace que el mundo se me venga encima. Pero qué pasa si duermo; si duermo es que nada ha pasado y nada existe, y eso, eso es terrorífico.

Y luego está la parte de compararme con los demás, porque todos dicen que eso no ayuda a nadie y nunca serás feliz si te la vives machacándote intentando ser alguien que no eres; la cruda realidad es que los demás tienen todas esas cosas que yo quiero y anhelo, pero no son yo y nunca seré como ellos, entonces cómo seré feliz siendo yo cuando mi persona es incapaz de ser feliz en este mundo en el que vivimos. Porque, en el momento en el que comienzo a lentamente despegarme del círculo que me mantiene segura y escondida, la gente a mi alrededor empieza a darse cuenta que no valgo la pena.

Y es ahí donde de nuevo el círculo me dice que nunca debí alejarme de él y le doy toda la razón, claro que sí. En ese momento me vuelve a repetir cómo el amor es simplemente una fantasía para mí y que nadie nunca realmente me ha amado, ama y amará y yo asiento, volviéndome un capullo que nunca va a volar. Yo me rindo, y me convenzo que en efecto, no valgo la pena y por ende no vale la pena formar relaciones basadas completamente en la confianza y la aceptación.

Recojo las pequeñas partes de mí que aún me pertenecen y estoy de luto por las que le di a los demás. Y poco a poco las experiencias que paso con una persona se van volviendo recuerdos lejanos que no se podrán volver a repetir, porque me he alejado, porque la he alejado y porque quizá nunca debí acercarme en un primer lugar.

Es posible que lo que pida es demasiado o que, para empezar, sea imposible que se me sea dado porque si algo yo soy, es la imposibilidad de ser amada.

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