Insoportable

1 0 0
                                    

Tengo una confesión.

Mentira, tengo varias confesiones. Tengo que confesar que siento que no he mejorado. Tengo que confesar que en realidad no me interesa ser feliz. Y lo admito, a veces me pregunto si realmente buscamos ser felices o las cosas que simulan la felicidad. Me inclino sobre lo segundo y cuya razón sea la cual todos somos miserables; bueno, al menos la mayoría.

Confieso que siempre pienso lo peor de la gente por la indudable experiencia de que me considero de lo peor que hay en esta sociedad. El diablo que siempre esconde el cuchillo detrás de su espalda a cada apretón de manos que da.

Confieso que me muero de envidia, me muero de miedo y me muero de asco.

Es algo impresionante, realmente, como he sido una actriz de primera durante toda mi vida, pues, cuando los demás se enteran de lo mucho que me odio, se sorprenden.
Yo no entiendo la sorpresa de que la basura carece de privilegios, de amor y de atención. Yo no entiendo la sorpresa de entender que claramente soy "inamable" y sin embargo, aquellos quienes dicen amarme exclaman que sí soy, en efecto, amada.

Confieso que no les creo a ninguna de las personas que me han dicho "Te quiero" o demás cursilerías que la basura claramente no puede recibir porque al momento de verla se tapan la nariz y voltean a otro lado.

Hace poco me vi "Baby Reindeer", la escena donde Gadd se rompe y dice la célebre frase de "Amo más odiarme a mí mismo" me llegó de manera inmediata.

Confieso que el único amor verdadero en el que creo es el de golpearme, cortarme, tumbarme, derrumbarme y lastimarme cada mañana que me veo al espejo, porque es, para mí, lo único sincero que puede existir en esta cosa que llamo vida. El odio que siento hacia mí me llena, me llena de miseria el jodido vacío que tengo.

Confieso que no me interesa ser saludable, que cada que como solo pienso en lo increíble que sería vomitar la comida y lamento cada vez fallida que lo he intentado, en lo increíble que fuera si al siguiente instante alguien decidiera abofetearme y decirme que deje de comer, en lo increíble que sería abrirme la barriga y sacarme aquello que acabo de tragar. Que envidio a la gente que se salta comidas. Que quisiera estar hasta los  huesos. Que cada mañana me toco las costillas llenas de grasa que tengo y empiezo a llorar.

Confieso que no me interesa ser feliz, solo me interesa ser bonita. Confieso que todos los señores asquerosos que de pequeña me veían lascivamente o me mandaban mensajes obscenos son las únicas muestras de que le he parecido atractiva alguna vez a alguien y a veces me encuentro en la horrible necesidad de volver a esa edad para sentirme agraciada por primera vez.

Confieso que me importa un carajo tener un diagnóstico, que mi TDAH y mi TOC bien se pueden ir a la mierda por convertirme en la basura que soy hoy. Porque nadie me ama, porque nadie ama a alguien como yo, porque por más que dicen "Yo sí te quiero", dicen "Te quiero" al lado más putamente enmascarado y perfecto, que al segundo que les muestro lo llena de mierda que estoy se alejan y con justa razón. Confieso que para mí todos son unos putos mentirosos.

Confieso que no soporto nada acerca de mi cuerpo, que no soporto la ropa, que no soporto el maquillaje y no soporto los aretes, los collares y las pulseras. Que no soporto sentarme, ni pararme, ni hablar, ni respirar. Y qué puedo hacer, si no aguantarme.

Confieso que odio ser la persona que nunca se enoja, que nunca explota, con la que nunca hay que irse de puntitas por si puedes molestarme pero que yo siempre, siempre tengo que hacerlo con los demás.

Confieso que en secreto he tomado más benzodiacepinas de las debidas, otra vez. Que desearía haberme dormido por siempre con pocas pastillas aunque eso sea imposible, pero qué hago yo sino desear cosas que nunca se me van a cumplir. Confieso que me he seguido lacerando y que me entristece cada una de las cicatrices que se esfuma con el tiempo. Confieso que me satisface cada raya al rojo vivo que dejo detrás de las distintas variaciones de cuchilla que utilizo, y que anhelo comprar un bisturí para que solo tuviera que hacerlo de una pasada.

Confieso, Gadd, que yo también soy adicta a odiarme y no me encanta, me destruye y por eso sigo haciéndolo.

Pensamientos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora