ᶜᵃᵖⁱᵗᵘˡᵒ ˢᵉⁱˢ

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Odiaba tener que levantarme temprano solo para ir a la escuela. Está no era la excepción, levantarse a las cinco y media de la mañana para arreglarme no era algo que disfrutara. Cuando estaba lista, bajé y como siempre, mi papá leía un periódico en la cocina, ni siquiera me tomé el tiempo de despedirme correctamente de él, solo salí por la puerta principal.

Llegué algo temprano al colegio y me recosté sobre el pupitre para poder descansar un poquito más. La clase estaba vacía, o al menos eso creí.

—Oh, Kaori, que lastima que eres la única que ha llegado... —Mi cuerpo se tensó al escuchar aquella voz acercándose hacia mí.

Intenté hacerme la dormida pero era inútil. Sentí como una mano tocó delicadamente mi rostro.

—Que pena... —Se alejó de mí cara y en un rápido movimiento tiró de mi cabello hacia arriba, levantando casi que todos mi cuerpo.

La palma de su mano se abrió y yo cerré mis ojos instintivamente, esperando a que llegue el golpe. Y cuando sentí aquel manotazo estampar contra mi mejilla, estuve a punto de ponerme a llorar.

—Di que lo sientes, mi linda Kao, no quiero dejarte tu bonita cara marcada.

—No te he hecho nada... —Para este momento ella ya había soltado mi cabello y me tenía agarrada del cuello del uniforme.

—Eso no fue lo que te pedí que dijeras. —Su tono "amable" cambió repentinamente y levantó su rodilla para pegarme directo en el estómago, provocando que se me saliera el aire.

Caí de rodillas al suelo mientras intentaba recuperar el aire que había salido de mis pulmones. Aquella chica solo se ría de mi estado. No tardó mucho en volver a hablar, con una sonrisa burlona.

—Vamos, Kao, pide perdón.

—Lo siento...

—Sonó tan falso...

Me dió una última patada y salió rápidamente de la clase, pues ya escuchaba el pasillo lleno de alumnos y no quería ser descubierta en caso de que alguien entrara al salón.

Mi cara estaba golpeado, probablemente mís mejillas estaban complemente rojas, mis pulmones ya se estaban llenando luego de que ella me haya dado el rodillaso, y la patada aún dolía y hacia mi cabeza retumbar, era como un zumbido a lo lejos.

Me levanté como pude y agarré mis cosas. Antes de que la campana de inicio sonara, salí de la escuela. Aguanté mis lágrimas, todo mi cuerpo dolía. Lo único que se me ocurrió en ese momento fue ir al lugar que últimamente se volvió bastante frecuente. El río.

Me recosté al muro de cemento que sostenía el puente sobre el río y sobé mis ojitos para no llorar.

Aún eran las siete de la mañana, el cielo estaba nublado y gris y hacia mucho frío. Tanto así que cuando soplaba salía humo. No tenía ningún suéter y sentía que en cualquier momento me congelaría.

Cerré mis ojos con intención de dormir un poco al menos pero no pude descansar ni cinco minutos ya que escuché unos sollozos de alguien. Levanté mi rostro y busqué con la mirada de dónde provenían y ví a Ran sentado al borde del río abrazando sus piernas.

—¿Ran? —El nombrado se giró asustado al escuchar su nombre.

—¿Kaori? —Pude ver cómo sus ojos estaban rojos y aún lagrimeaban, él lo notó y rápidamente se secó las lágrimas. Cuando me miró más a detalle logró notar los golpes en mi rostro y se levantó para ir hacia mi—. ¿Qué te pasó?

—Me caí. —Le respondí casi al instante—. ¿Por qué estabas llorando?

Se creó un repentino silencio entre ambos y luego el habló.

—Rin y yo nos peleamos... Y creo que él no me quiere. Y entiendo que no me quiera, él merece una vida mejor, yo he intentando darle lo que puedo, pero es una mierda de vida. Rin merece lo mejor y él es lo único que tengo, no quiero que me odie pero creo que ya lo hace... —Me explicó mientras se sentaba al lado mío.

—¿Rin? Rin jamás te odiaria. Él sabe todo lo que has hecho por él y todo lo que te esfuerzas, Rin jamás sería capaz de odiarte.

Intenté consolarlo mientras pasaba mis brazos alrededor de sus hombros y lo acercaba hacia mi en un abrazo. Él se acurrucó entre mis brazos y recostó su cabeza en el puente entre mi cuello y mi hombro.

—Y ahora no me mientas, por qué tienes tu cara golpeada. —Preguntó aún en el abrazo.

—Una compañera me golpeó... Parecía de mal humor y quizá se desquitó conmigo...

—Quién mierda se cree para golpearte... ¿Solo te golpeó en la cara?

—También en el estómago y me pateó, me dejó en paz porque ya empezaban a entrar estudiantes a la clase.

Se separó del abrazo, preocupado y levantó mi camisa un poco, dejando ver un gran y notorio moretón morado.

—La voy a matar...

—Tranquilo, estoy bien. —Intenté tranquilizarlo.

Ran no dijo nada más y solo volvió al abrazo pero está vez fue él el que me abrazó, yo lo correspondí.

—Me gustan tus abrazos, podría quedarme aquí todo el día.

—¿Ya te sientes mejor?

—Si... Te quiero mucho, Kaori.

—Yo también te quiero.

—Más tarde pasamos a la farmacia y te compro algo para el dolor, ese moretón debe de dolerte. —Él se separó del abrazo y ambos nos recostamos a la pared.

—¿Me prestas tu suéter? —Le pedí mientras le hacía ojitos, había notado desde el principio la suéter que tenía puesta.

—Ni siquiera me devolviste la que te presté la primera vez. —Dijo mientras se quitaba la suéter y me la entregaba—. Está si me la devuelves.

—Sobre la otra... Me la diste, ahora es mía, no hay devoluciones. Es muy cómoda.

—Era mi favorita. —Tomé la suéter que me dió y me la puse, Ran se me quedó mirando por unos momentos y luego reaccionó—. Te ves muy tierna con mi ropa.

—Ahora te congelas tú y yo vivo para poder dejarte flores en la tumba. —Le dije riéndome, haciendo que Ran también se riera.

—Tampoco hace tanto frío.

Estuvimos hablando por un rato y luego lo tomé de los hombros para que se acostara sobre mi regazo. Sus mejillas se tiñeron de rojo pero no se negó, dejó que yo colocara su cabeza ahí y me dió ternura verlo así. Se acomodó y giró su rostro para ver hacia el río y esconder su sonrojo.

Cuando estaba con Ran parecía que él mundo a nuestro alrededor se detenía.

Le empecé a hacer piojito en la cabeza mientras él simplemente descansaba. El tiempo pasó y solo intercambiamos unas cuantas palabras. El cielo seguía gris y nublado, parecía que nunca saldría el sol y que por la tarde o incluso por la noche, llovería.

—Ran, vamos ya, ahorita empieza a llover. —Dije moviendolo levemente.

—No quiero. Estoy muy cómodo aquí.

—Dijiste que íbamos a pasar por medicina. —Ran se levantó con enojo y me dió la mano para que yo también me levantara del suelo—. Estás todo despeinado. —Me reí de él y luego le acomodé las trenzitas con mis manos. —Ya está, vamos.

Pasamos a por el medicamento, ya se me había bajado el color rojo de mi mejilla pero seguía doliendo, el moretón en mi estómago aún seguía allí. Terminamos comiendo en un pequeño local de comida japonesa y ya por la tarde Ran me acompañó a mi casa.

—Habla con Rin, de seguro ya está más calmado. —Le dije antes de despedirme con la mano y buscar las llaves de la puerta.

Justo antes de girar la manija y entrar a la casa, Ran me tomó de la muñeca y tiró de mi hacia él. Lo miré extrañada y él abrió su boca para hablar.

—Perdón por esto. —Me agarró de las mejillas y juntó nuestros labios en un tierno beso. Cuando nos separamos mis mejillas ardían y Ran se rió de verme de esa manera. Me quedé estática, ni siquiera me dí cuenta en el momento en el que él se fué.

𝐒𝐈𝐋𝐄𝐍𝐂𝐄 𝐎𝐅 𝐀𝐍 𝐀𝐍𝐆𝐄𝐋 ━━𝐑𝐚𝐧 𝐇𝐚𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora