𝐒𝐈𝐋𝐄𝐍𝐂𝐄 𝐎𝐅 𝐀𝐍 𝐀𝐍𝐆𝐄𝐋 ━━𝐑𝐚𝐧 𝐇𝐚𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢

ᶜᵃᵖⁱᵗᵘˡᵒ ᵒᶜʰᵒ

Mi vida se estaba cayendo a pedazos poco a poco.

En la escuela había un grupo de niñas que me molestaban, prácticamente vivía sola en mi casa, nunca tuve a nadie que se quedara a mi lado en los momentos que más lo necesite, y mis papás... Bueno es complicado. Y ahora mi tío. Pero en medio de la tormenta llegó Ran. Y el fue todo lo que nunca tuve, el hizo todo lo que nunca antes hicieron por mi.

Mis pensamientos me estaban carcomiendo y estaba a punto de echarme a llorar ahí mismo pero entonces la puerta se abrió y Ran salió. Llevaba esperando por al menos tres horas, ya había anochecido.

—¿En serio sigues aquí? —Lo miré a los ojos y asentí. Ran me extendió la mano y me ayudó a levantarme del suelo—. Vamos a caminar.

Bajamos las escaleras y luego fuimos hasta un pequeño parquesito que estaba cerca del apartamento de Ran. Pero en toda esa trayectoria ninguno habló.

—No fuiste tú la de los mensajes, ¿verdad?

Negué con mi cabeza y luego hablé. —No sé de que hablas.

Ran se detuvo y busco algo entre sus bolsillos, sacó su teléfono y entró a la bandeja de mensajes, solo tenía uno y ese único mensaje provenía de mi número. Me tendió su teléfono para que leyera el mensaje.

Decía algo como de que no lo quería volver a ver y de que se alejara de mi y un montón de otras cosas. Lo miré sorprendida porque yo tampoco estaba entendiendo nada. Ya había entendido porque no me quería hablar, pero yo nunca escribí eso.

—¿Cuando te llegó eso? —Le pregunté.

—Ayer por la noche.

—Creo que fueron mis papás... Ayer discutimos y me quitaron el teléfono, antes de que yo subiera mi papá me dijo que me alejara de tí. —Yo nunca hubiera sido capaz de escribirle algo como eso.

El ambiente se sentía tenso, ninguno decía nada y Ran estaba un poco avergonzado por el escenario que armó, pero él no tenía la culpa. Cómo iba a saber que fueron mis papás si el mensaje fue enviado desde mi teléfono.

Está vez quise tomar la iniciativa y tomé su mano. Lo guié por el parquesito y luego salimos por el otro lado. Seguimos caminando agarrados de la mano en medio de la noche. Las calles vacías nos susurraban y el frío nos abrazaba entre la oscuridad.

—Ven a vivir a mi casa, a Rin no le molestaría en lo absoluto. —Dijo Ran, rompiendo el silencio.

—No puedo... Mis papás... —Ran no me dejó continuar de hablar.

—A la mierda tus papás, ellos ni siquiera deberían de denominarse papás. Si ese cerdo de tu tío te hace algo, de seguro tu papá va a decir que fue porque lo provocaste o... —Ran se detuvo cuando notó lo duro que había sonado—. Perdón... Pero es que me enoja toda esta situación...

Negué con mi cabeza. Ran caminó al frente y yo lo seguí. El parque era pequeño por lo que pronto salimos a la calle y nos sentamos en una parada de buses. Era tarde pero aún pasaban unos cuantos buses.

—¿Dónde vamos? —Pregunté extrañada ya que pensé que íbamos a regresar al apartamento de Ran.

—Solo sigueme.

El bus no tardó en llegar y nos subimos al fondo, estaba casi que vacío de no ser por una anciana que dormía y un hombre que recién salía del trabajo. Ran estaba del lado de la ventana y yo solo me recosté contra su hombro, estaba un poco cansada.

Las vistas de la ciudad nocturna eran impresionantes. Habían miles de carteles, luces, anuncios, personas. Y todo aquello siempre mantenía a la ciudad despierta. Nunca había salido por la noche por esta zona, mientras que Ran no parecía impresionado en lo más mínimo de aquellas deslumbrantes vistas.

Sin darme cuenta, me quedé completamente dormida en el hombro de Ran mientras me hacía piojito en la cabeza. Eso hizo que el viaje se sintiera extremadamente corto. Cuando el bus se detuvo en la última parada, Ran empezó a moverme ligeramente para despertarme y cuando lo hice, nos bajamos del bus.

Si antes el escenario era impresionante desde el bus, en persona lo era aún más. Habíamos llegado al centro de Roppongi y daba miedo lo grande que era. Ran parecía ya conocer aquel lugar así que no me preocupé en quedarme perdida.

Ran me guiaba entre la gente, sin soltarme la mano en ningún momento. Roppongi era de esos lugares donde perdidas de vista a alguien por un segundo y no lo volvías a ver. Tampoco era que yo estaba acostumbrada a aquellos ambientes, a diferencia de Ran.

Había un gran edificio del cual el rotulo brillaba mientras resaltaba "MOTEL" en grande. No era tonta, yo sabía para que se usaban los moteles, pero íbamos a pasar la noche ahí, pues no teníamos mucha plata y era lo más barato.

La señora que nos recibió, cansada y de mal humor, nos miró con mala cara apenas entramos y a regañadientes nos terminó dando una habitación. Nos cobró un poco de más, pero aquel lugar era nuestra única opción.

La habitación era bastante grande y tenía un poco de todo, un televisor, un baño con bañera y luces, una cama doble y un mini refrigerador. Me subí a la cama y empecé a saltar divertida de la situación y de la pelea que la señora nos había armado en recepción. Habían pasado un montón de cosas en solo un día.

Ran también se subió y me tiró a la cama y empezamos a golpearnos con almohadas mientras reíamos y nos burlabamos del otro. En un momento Ran me alzó y yo empecé a forcejear para soltarme y poder atacarlo de nuevo pero el bajó de la cama, abrió la puerta del baño y me lanzó en la bañera llena de agua.

El agua chapoteó y se regó por todo el suelo, Ran seguía riendose por su victoria. Lo miré indignada al notar lo empapada que quedé y como echó a perder mi ropa, pero luego se me ocurrió salir de la bañera y lanzarme a abrazarlo. Lo tomé desprevenido, Ran no se esperaba aquello de mi parte, y en esa distracción, no se dió cuenta que lo mojé con mi ropa a él también.

Hubo un silencio entre los dos y pensé que se había enojado por mojarlo, pero luego habló, y aquella suposición la olvidé.

—Perdón por lo de hoy... —Dijo Ran, un poco apenado.

Yo negué repentinas veces con mi cabeza y luego me paré sobre la punta de mis pies para poder darle un pequeño besito en sus labios, el cual correspondió sin queja alguna.