ᶜᵃᵖⁱᵗᵘˡᵒ ᵘⁿᵒ

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Corría y corría por la calles vacías de la ciudad. Pasé mi brazo por mis ojitos para secar mis lágrimas pero en ningún momento me detuve. Sabía que probablemente estaba perdida, pero prefería eso antes que estar en mi casa.

Mi tío llegó a la casa y tenía miedo de que me hiciera algo. Siempre ocurría algo cuando él llegaba. escuché como destruía todo en la cocina. Pude escaparme antes de que fuera a buscarme y salí corriendo de la casa sin mirar atrás.

Me encontré con un callejón vacío y decidí entrar ahí. Me recosté sobre la pared y me dejé caer hacia el suelo. Abracé mis piernitas y escondí mi rostro entre mis rodillas.

Mi pelo estaba completamente desordenado, tenía frío y hambre. No tenía dinero y estaba perdida en un lugar que ni siquiera sabía si era la ciudad donde vivía o no. Mis lágrimas seguían sin detenerse y solo se podían escuchar algunos sollozos.

—¿Estás bien? —Una voz me hizo salir de mis pensamientos.

Me sobé mis ojitos y miré al frente. Habían un niño hincado justo adelante mío. Llevaba dos trenzas que le recogían todo su cabello rubio. Tenía unos ojos violeta y no se veía mucho mayor que yo.

Asentí ante su pregunta.

—¿Tienes hambre? —Volvió a hablar.

Antes de que pudiera contestar, mi estómago rugió.

—Ven, justo iba para la tienda. —Me ofreció su mano y yo la tomé para levantarme.

Mis ojos estaban hinchados y rojos y aún así él no preguntó más al respecto, solo me guío hasta llegar a la tienda. Yo lo seguí.

Entramos y él se adelantó por los pasillos, supongo que ya sabía que iba a comprar. Agarró una sopa instantánea y se la metió debajo del suéter que llevaba y siguió caminando como si nada.

—Si quieres algo solo dime.

Pasamos por los refrigeradores y yo le señalé una cajita de leche de fresa. Él la tomo entre sus manos y me preguntó si la quería, yo asentí con mi cabeza. Está vez se metió la cajita en una de las mangas de su suéter.

Nos dirigimos hacia la salida sin haber pasado por la caja y él solo tomó mi mano y empezamos a correr. Era la primera vez que robaba. Terminamos llendo a otra tienda para poder preparar la sopa instantánea.

El chico metió el embase en un microondas y esperamos tres minutos. Yo me senté en una banqueta que se encontraba afuera de la tienda y me quedé esperándolo. Al poco rato él salió de la tienda con su sopa lista y se sentó al lado mío.

Ya era bastante tarde y apenas él salió, el local cerró pero aún quedaban unas cuantas luces encendidas, los rótulos de la tienda brillaban al igual que las lámparas de la calle.

—Ran. —Dijo el chico, supongo que era su nombre.

—Kaori.

Ran empezó a comerse sus fideos y yo abrí mi cajita de leche de fresa y tomé un sorbo. Hacía mucho frío.

—¿Eso es leche de fresa? —Preguntó, yo solo asentí—. Déjame probar un poco.

Vi como dejó de comer su sopa y agarró la cajita de mis manos para tomar un sorbo. Sus ojos se sobresaltaron, le gustó.

—Cambiemos. —Me estiró el embase de los fideos que anteriormente se estaba comiendo y dió otro sorbo a la leche.

Yo acepté. Tomé la sopa entre mis manos y empecé a comerme los fideos.

—¿Te escapaste? —Preguntó Ran.

—Algo así. ¿Y tú?

—Me pelié con mi hermano entonces me fuí de la casa. —Explicó.

—Hoy llegó mi tío y siempre ocurre algo cuando está él, no me agrada.

—¿Y vas a regresar?

—Por la mañana, seguramente ya se habrá ido.

—Yo me puedo quedar contigo hasta entonces, seguro mi hermano sigue enojado.

Seguí comiendo la sopa, tenía mucha hambre. Ran había dejado la cajita a un lado. Yo me levanté para tirar la basura pero me di cuenta que aún quedaba leche. Ran había dejado un poco para mí.

Terminé de tirar todo y regresé dónde Ran, él me miró y luego se levantó para caminar a mi lado. Yo no sabía hacia donde nos dirigíamos, pero parecía que él si conocía este lugar.

—¿Te gustan los ríos? —Asentí—. Hay uno muy bonito por aquí cerca.

Caminamos por unos minutos por las calles vacías de la ciudad. Íbamos por una carretera pero Ran se desvío por la derecha para llegar al río del que había hablado. Bajamos una pequeña cuesta y nos sentamos al borde del río, arriba nuestro había un viejo puente abandonado que cruzaba de lado a lado. Era bastante grande y muy bonito. Debajo del puente colgaba una hamaca de madera que se balanceaba sobre el agua

El viento choco contra nosotros y se sentía aún más frío. Me giré hacia Ran y Vi como subía su mirada hacia las estrellas por lo que yo también lo hice. Junté mis manitas y las empecé a sobar, hacía mucho frío. Ran notó está acción mía y no dudó en preguntar si tenía frío. Yo negué pero era bastante obvio que si tenía frío.

—Ten. —Ran se quitó su suéter y me la dió.

—¿No tienes frío?

—No, tranquila.

A pesar de que yo me estaba congelando, él parecía disfrutar de aquella fría brisa, entonces no lo pensé más y me puse la suéter. Era bastante grande, incluso a Ran le quedaba así, pero estaba calientita y era muy cómoda.

Nos quedamos hablando ahí sentados hasta que empezó a amanecer. Estaba tan cansada que mis ojos empezaban a cerrarse inconscientemente hasta que me quedé dormida, acurrucada en el pasto. Ran se quedó al lado mío mientras escuchaba la corriente de agua pasar por aquel estrecho.

Pasó al menos una hora cuando ya Ran decidió despertarme. El sol ya había salido por completo, eran más de las siete de la mañana. El chico empezó a mover mi hombro levemente para que yo abriera mis ojos y así fue, los abrí y me tapé al instante, me había encandilado por la cantidad de sol que hacía. Ran se rió de mí.

Nos levantamos y él esperó a que yo caminara para mi casa, pero no sabía dónde nos encontrábamos y menos dónde quedaba mi casa. Ran notó esto y prefirió pensar en algo más.

—¿Quieres ir a desayunar? Conozco un lugar que venden unas frutas deliciosas. —Yo asentí, tal vez estaba perdida pero eso no quitaba el hecho de que tenía hambre.

Salimos y cruzamos la carretera que se encontraba sobre el río para poder regresar a la zona más transitada, y dónde se encontraban todas las tiendas y puestos. Ran parecía conocer toda esta zona casi de memoria. Él caminaba y yo solo lo seguía.

Ran empezó a buscar con su mirada y achinaba sus ojitos para ver mejor. Cuando logró dar con lo que buscaba, me tomó por la muñeca y me guío hasta un pequeño puesto de frutas.

Las frutas se veían frescas y deliciosas, la boca se me hacía agua con solo verlas. Ran agarró tres bananos, dos manzanas y una pequeña bolsita con fresas y cerezas, y luego, del bolsillo del pantalón, sacó unas cuantas monedas que le dió al señor del puesto. Este le agradeció y se despidió amablemente de nosotros.

Ran me entregó un banano y me dijo que si quería también podía agarrar de la bolsita de fresas y cerezas, yo acepté y agarré unas cuantas fresas que me comí felizmente.

Yo le expliqué cómo era la calle por la que quedaba mi casa y el logró ubicarse rápidamente. Me dijo que no estábamos muy lejos de donde yo vivía. Y tal y como había dicho, la casa realmente no estaba tan lejos, llegamos en menos de veinte minutos.

El carro de mi tío no estaba a fuera de mi casa, por lo que deduje que ya se había ido.

Ran se despidió de mi en la puerta de mi casa y yo me acerqué a él para darle un tierno besito en la mejilla. Vi como los cachetes de Ran se pusieron completamente rojos y me dió risa verlo de esa manera. Le agradecí por todo lo que hizo por mi y entré a mi casa.

Había insistido en acompañarlo a su casa pero él me dijo que no me preocupara, que sabía cómo llegar solo. Subí a mi habitación y me metí entre mis cobijas. Tenía tanto sueño que me quedé dormida casi al instante de haberme metido en mi cama.

𝐒𝐈𝐋𝐄𝐍𝐂𝐄 𝐎𝐅 𝐀𝐍 𝐀𝐍𝐆𝐄𝐋 ━━𝐑𝐚𝐧 𝐇𝐚𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora