besos ajenos,

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Esta vez no sé huir. Me encuentro en una encrucijada que amenaza con romperme por dentro, poco a poco, pieza por pieza.

Si le abandono, todo lo que conozco se convierte en un pozo de memorias borrosas, acuarelas y colores que recuerdo dolorosa y borrosamente.

Y sin embargo, recupero mi preciada libertad, recupero el veneno que un día me pudrirá las entrañas ya que no es más que una ilusión.

Conocer más corazones y cerrar más puertas a más personas; llorar, besar tantas veces que no pueda recordarlo, que el dolor vuelva a ser el pariente lejano al que abrazas en la cena familiar, y su tacto recuerda a los ecos de la infancia y el dolor de haberse hecho mayor. Sensaciones opuestas divididas por una fina línea de acuarela.

Si me quedo, por otro lado, me aseguro un futuro estable con la persona que amo, retengo conmigo todo lo que soy ahora y no me obligo a huir de mi hogar, de él, de todo lo que sé que es bueno.
Él es bueno, creo.

Y es que si no me hubiera dado ese ejemplo, ahora sería mucho más fácil huir y cerrar los ojos para no ver el dolor que causo.

"A veces encuentras a esa persona con la que compartes el 80% de intereses, de gustos, esa persona que es tu 80%.
Pero te aburres, porque encuentras a una persona que justo tiene el 20% que te falta, y huyes sin darte cuenta de que pronto estarás repitiéndote."

O algo así. El caso es que él es mi 80% y lo veo más claro que el agua. Pero el 20% es como un arroyo, empieza con unas gotas y si pestañeo es un río desbordado que arrasa con todas mis convicciones. Un río desbordado y voy dando tumbos.

Y una vez más, sin darme cuenta, he vendido todo lo que soy por unos instantes más de libertad incierta, un futuro lleno de remordimientos y unos besos que saben a culpa y mundos ajenos.

descanso, poesía (4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora