04

141 33 11
                                    

Unos días después, una paloma mensajera me trajo una carta de mi padre. Decía: "Visitante de importancia. Regresa con prisa".

Ah, otra cosa que olvidé mencionar: además de mi trabajo diario como jefe de los bandidos, también tenía un trabajo extra como hijo de Wei Tiancheng. Mi padre era un funcionario de rango medio: para ser exactos, era el gobernador de Yinzhou, una ciudad situada a los pies del monte Yanluo, en el extremo oriental del Imperio Yan. En cuanto a mi condición de mujer, ni siquiera mi padre lo sabía. El día que me llevaron a su mansión, hace casi una década, iba vestida con ropa de niño. Cuando me presenté, mi padre echó un vistazo al colgante de jade que llevaba y me reconoció como su hijo. Inmediatamente me asignó un conjunto de habitaciones para mi uso exclusivo y contrató maestros para que se ocuparan de mi educación. Mis únicos asistentes personales eran los dos que me habían acompañado a su mansión, y así mi secreto había permanecido oculto todo este tiempo. (A decir verdad, me había sorprendido incluso a mí misma cuando le dije a mi "novia" que yo también era una mujer: ¿cómo había podido revelar tan fácilmente el secreto que había llevado conmigo durante tantos años, y además a una desconocida?)

La vida en la mansión de mi padre resultó demasiado aburrida, así que cuando cumplí dieciséis años me uní a un grupo de hermanos con ideas afines y me establecí como jefe de los bandidos en el monte Yanluo. De eso hacía ya tres años.

Por supuesto, mi querido padre no tenía ni idea de lo que yo hacía en el monte Yanluo. Con una ingenuidad conmovedora, se había tragado completamente la historia que le había contado sobre el entrenamiento con un misterioso maestro de las artes marciales que había tenido la suerte de encontrar allí. Como me trataba como a un hijo y no como a una hija, estaba acostumbrado a dejarme suelto, y no era raro que me ausentara de casa durante semanas[1] seguidas. De hecho, era la primera vez que mi padre me convocaba "con premura".

[1. En el calendario tradicional chino, una semana dura diez días.]

Como de costumbre, en la fortaleza no ocurría nada digno de mención; no tuve reparos en dejar a Xu Ziqi y Yi Chen al mando. Tras entregarles las riendas, salí al encuentro de este "visitante importante".

Estaba a medio camino de la montaña cuando me di cuenta de que, sin pensarlo realmente, había tomado exactamente el mismo camino por el que había llevado a mi "novia" aquella noche. A lo largo del sendero florecían todo tipo de flores silvestres (la primera vez, en la oscuridad, no me había fijado en ellas) y la ladera de la montaña era una explosión de color. Casi me emborraché con la belleza de esta maravillosa mañana de primavera. Mientras bajaba por la montaña, el corazón me palpitaba de alegría.

Como resultado directo de mi humor caprichoso, cuando por fin llegué a la mansión de mi padre, decidí sorprender a mi querido padre saltando por encima del muro trasero en lugar de entrar por la puerta principal.

¿Cómo iba yo a saber que, en lugar de sorprenderle, acabaría dándole el mayor susto de su vida?

¿Por qué? Cuando salté el muro, caí justo encima de alguien.

Cuando el mundo dejó de girar, me di cuenta de que estaba tumbada encima de algo deliciosamente suave y oloroso... o mejor dicho, de alguien; un momento después, me encontré mirando a un par de ojos asombrados.

Yo también estaba asombrada. ¿Acaso la mujer sobre la que estaba tumbada no era la misma que había encontrado en mi cama hacía tan solo unos días?

Antes de que pudiera ponerme en pie -y antes de que ella pudiera soltarme el ya conocido "¡qué insolencia!"-, sonaron otras dos voces. Un momento después, alguien me había tomado por el cuello y me había arrojado sin contemplaciones a un lado.

Puro Accidente [GL] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora