CAPITULO 2

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Me miro en el espejo como todos los días, un acto que se ha vuelto casi sagrado, aún no puedo creer que el reflejo que me devuelve la mirada sea realmente mío; es ridículo pensar de esa manera, pero supongo que la despersonalización ha ido demasiado lejos. Aunque las vacaciones me han sentado bastante bien.

—¡Roja se nos hace tarde! — Grita mi muy ruidosa hermana.

—¡Ya voy! —Una sonrisa aparece en mi rostro, vuelvo mi mirada al espejo, inhalo y exhalo profundo y estoy lista para emprender mi viaje con mi mejor actitud.

Bajo las escaleras mientras pienso que si debería continuar sembrando tomates o tal vez debería intentar con el pimentón.

—Roja Mamá esta insoportable porque tardaste demasiado— Pego un brinco cuando aparece la mocosa frente a mi susurrando.

—Casi me matas de un susto y con respecto a Mamá ¿Acaso hay un día que no esté insoportable? — Le respondo en susurro y ella ríe por lo bajo.

—¿Quién esta insoportable? — Al parecer hoy es el día de infartarme, cuando mi hermana la que al parecer es ninja de repente sale de quien sabe dónde.

—¿Desde cuándo son tan sigilosas ustedes dos? — Estoy seriamente sorprendida por las habilidades de "Aparecimiento" de estas dos. Si ya sé que no es una palabra, pero realmente no me importa.

—¿Por qué susurran? — Todas nos vamos para atrás cuando escuchamos a la bruja... Digo a Mamá — Se puede saber que es tan importante como para que anden perdiendo el tiempo susurrándole a las paredes...

— No le susurramos a las paredes, susurramos entre nosotras— Me muerdo el labio para no dejar escapar la carcajada que quiere salir cuando escucho a la contestona de mi hermana

— ¡Silencio me haces el favor!, no te meto un sermón de dos horas porque ya se les hizo tarde para salir al aeropuerto— Dice antes de darse la vuelta y encaminarse a la puerta de entrada con nosotras siguiéndola mientras compartimos miradas y risas contenidas

— ¿Y Papá? — ¡Cierto! no lo he visto ni escuchado en lo que va de la mañana. Lo más probable es que esté buscando el regalo para cierta muchachita irreverente.

— No debe tardar— Responde mientras le echa un vistazo a su reloj de muñeca— Te lo pido como tu madre has el esfuerzo de llamar al menos una vez por semana ¿quieres?, ni tu hermana que es, por mucho, más insolente se pierde del radar como lo haces tu— Trato de no prestarle mucha atención, pero dice esto mientras me mira fijamente.

No le respondo solo asiento mientras le devuelvo la mirada ella me brinda una pequeña sonrisa, está por decir algo más cuando suena la bocina de la conocida camioneta Jeep Wrangler de mi padre, para ser honesta tengo una enorme fascinación por ella, tanto que una vez casi me la robo... Casi.

— Mis niñas no se pueden ir sin darle un abrazo a papá—Extiende lo brazos a modo de invitación, la mocosa se lanza primero, yo la sigo mientras dejo que los fuertes y confortables brazos de papá me envuelvan — Siempre pueden quedarse— Ya va a empezar, me separo de él mientras lo miro mal—No me mires así jovencita, sabes que lo digo como una posibilidad, puedo hablar con Rogers y el no dudaría en tomarte como parte de su equipo, además...

Desconecto mi cerebro de lo que sea que este diciendo, prefiero disociarme que escucharlo continuar el discurso que no ha parado de exponerme desde que comenzaron mis vacaciones, bueno, desde que comenzó el año más bien

— ... Es una de las mejores pistas— Al parecer se dio cuenta mi falta de interés y ahora trata de convencer a mi hermana

— Papá debes entender que realmente no es lo mío, yo decidí no continuar tus pasos, me dijiste que lo aceptabas — Expreso esto último con un tono de decepción que no siento, pero es necesario manipularlo si quiero lograr que deje de insistir.

—Cariño déjala en paz me habías prometido que ya no la presionarías— Mamá esta de mi lado, ciertamente prefiere tener a sus hijas alejadas de todo lo que tenga que ver con criminales y armas— Bueno, bueno, supongo que ya es hora de despedirse, cuídate y cuida de tu hermana. Mejor dicho, cuídense entre ustedes, aliméntense bien, duerman de entre 7 a 9 horas— Me mira — O al menos traten y no se olviden de llamar

— Ya mamá, estaremos bien— Responde mi pequeña hermana— Ya debemos irnos.

—Cierto, suban a la camioneta— Todos lo hacemos menos mamá, supongo que aún le cuesta; el camino en auto es silencioso justo como me gusta, pero la felicidad no es eterna.

—¿¡Papá que hay en la caja!? — Ruidosa como siempre, no entiendo como la aguanto— Tiene mi nombre, ¿Puede abrirla?

—No hasta que llegues a Rusia— Le responde papá mientras estaciona la camioneta, hace una pausa, se apoya al volante, suspira, levanta la cabeza, nos ve por el retrovisor y dice— Corramos— mientras el reloj cambia a 9:00 A.M.

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Lo hacemos, corremos por los amplios pasillos rogando porque el avión siga allí, llegamos a las puertas de embarque, que gracias a Dios hasta ahora han habilitado, mientras tratamos de recuperar el aliento como la familia disfuncional que somos.

— Cuídense hermanas traidoras— Ruedo los ojos ante esto.

— Puedes venir con nosotras, ya te lo he dicho— Y ella lo sabe, pero sé que no lo hará, a pesar de todo hay cosas que no cambian. Las tres nos abrazamos.

— Mis niñas no puedo expresar lo mucho que las voy a extrañar— Papá tiende a ponerse melodramático con esto de las despedidas— No olviden llamar— Me mira.

— Yo nunca lo olvido— ¡Qué cruz!, ¿Desde cuándo les importa tanto?

—No lo digo por ti pequeña— Me mira mientras le responde— Hasta luego.

—Nos vemos— Pronunciamos al tiempo mientras nos adentramos al pájaro de metal gigante, o sea avión, Por si no quedo claro.

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Contemplo el atardecer desde la ventana del avión, la escala fue un desastre desde el momento en que a la señorita que tengo enfrente se le antojo ir de compras, "mi mejor actitud" solo ha ido en decadencia.

— Roja mi manager quiere que revises el contrato que te enviaron los rusos— Comenta sin apartar la vista del libro que tiene tres meses leyendo.

El sudor frio y las náuseas no se van, tengo una migraña que no se quita ni con todas las drogas que he ingerido, estoy a punto de sufrir un colapso nervioso, no hay tortura que se compare a la enorme incomodidad que estoy sintiendo, sin embargo, al ver a mi hermana en tan cómoda posición mientras lee el dichoso libro como si fuera la primera vez que lo hace, deja una duda en mí.

—¿No te aburres del mismo libro Emma?

B: Marca RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora