El Precio De La Fama

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El espeso humo que la sofocaba...

Un incesante zumbido en sus oídos...

Las voces que gritaban desesperadas por ayuda...

Policías, bomberos, ambulancias...

Todo era un caos a su alrededor, un accidente terrible. Su auto estaba hecho trizas, y estaba segura de que el hombre a su lado estaba muerto. No pudo evitar preguntarse si ella también lo estaría pronto.

Aún tenía muchos sueños que cumplir, canciones por cantar, estadios que llenar y premios por ganar. Se negaba a abandonarlo todo, su historia no podía terminar por un estupido error, mucho menos por ese hombre.

Lo que meses antes había empezado como una situación inocente, hoy se había convertido en el peor escenario posible. Recordaba con exactitud el día que conoció a su verdugo. Esa mañana de diciembre, cuando llegó a su hotel después de su último concierto del año, un pequeño grupo de fanáticos esperaba por ella a pesar de las altas horas. Un joven poco agraciado, temblando y tartamudeando, le pidió una foto con timidez, a la cual aceptó gustosa. Recuerda haberlo visto entre el público incontables veces después de eso, y sabía que era él quien le enviaba mensajes constantemente por todas sus redes sociales.

Una frase conocida flotó en sus pensamientos: «El precio de la fama»

Eso decían sus colegas, y aunque algo en su interior le decía que no estaba del todo bien, ella aceptó el consejo y lanzó su preocupación a algún rincón inhóspito en su mente. Tal vez no debió ignorar las señales de su propio instinto, pero no se esperaba que aquello podría escalar de tal manera.

Los mensajes de cariño y admiración fueron convirtiéndose en insistentes exigencias con un tono pasivo agresivo. Pronto, empezó a encontrarse con ese hombre en todos lados, incluso fuera de su propia casa. Debió ser esa tarde, cuando lo encontró revolcando en su basura con los ojos rojos y una sonrisa cínica, el momento en que empezó todo.

No pensó que echarlo de su propiedad generaría en él el resentimiento suficiente para querer atentar contra su vida. Sin embargo, ahí estaba, a punto de entregarse a la muerte.

No le quedaban muchas fuerzas, le pesaban las pestañas, la piernas, y la vida misma. Sintió las manos de un hombre sobre su cintura, susurrando palabras de aliento para mantenerla despierta.

— No te preocupes Nicole, todo estará bien...

Fue lo último que escuchó antes de caer en la inconsciencia.

...

Un par de meses después...

La curiosidad le ganó la batalla mientras seguía tímidamente a los dos hombres por el amplio lugar. La agencia de seguridad BOLT era grandemente conocida por su excelente servicio, y su padre no dudó en contactarlos en cuanto Nicole estuvo lista para volver a su ajetreada vida pública.

Sus grandes ojos oliva recorrieron la zona en busca del lugar donde provenían aquellos golpes que, indiscutiblemente, anunciaban una pelea. Supuso que se trataba de algún tipo de entrenamiento, ya que cada tanto podía escuchar las risas burlescas de unos cuantos hombres.

— Usted entenderá, señor Bolt, que estoy dispuestos a pagar lo necesario para asegurar que mi hija estará a salvo en todo momento — comentó Arturo Russo.

El mencionado asintió varías veces — Lo entiendo, lo entiendo. Tengo el equipo perfecto para usted — aseguró el viejo hombre de barba frondosa y cejas pobladas, dueño y administrador de aquel lugar — Son los mejores guardaespaldas que se pueden conseguir — mencionó, alejándose unos breves instantes para acercarse a una de las puertas.

FAMA, FUEGO Y FANTASMASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora