Impuesto A Un Recuerdo Borroso

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Bunny se despertó temprano como todos los dias,  pero esta vez la acompañaba un terrible dolor de cabeza dado a las pocas horas de sueño que tuvo. Los gemidos de Sofia eran difíciles de ignorar, y no se detuvieron hasta altas horas de la noche, cuando su mejor amiga decidió tener un poco de consideración con su persona. Por suerte, era su día libre, y lo aprovecharía como nunca.

Asomó la cabeza por el marco de la puerta, asegurándose de que Toledo ya se había marchado. La chica solía preparar el desayuno en su casa antes de marcharse a trabajar, por lo que siempre que se quedaba a dormir, se escabullía antes de que saliera el sol para que su padre no la viera entrar. Entendía porque prefería quedarse allí que dormir en su propia cama, ese hombre era un holgazán bueno para nada y abusivo que encontraba regocijo en hacerle la vida de cuadritos.

Salió del cuarto justo al tiempo que Tayga salía del suyo. Le sorprendió no ver una sonrisa en su rostro. Normalmente, el humor de su compañera cambiaba drásticamente después del sexo, por lo que verla tan seria le resultaba raro. Sabiendo que no obtendría respuestas si le preguntaba directamente, optó por una táctica menos evidente.

— Buenos dias, cielito lindo — la saludó con una gran sonrisa — ¡Que guapa estas hoy!

La mayor se detuvo a mirarse unos segundos al espejo — ¿Tú crees? — preguntó insegura.

La miró, llena de una ternura casi enigmática — Estas deliciosa como una torta de chocolate... ¿Quieres un cafecito antes de irte?

Tayga volvió a observarse en el largo espejo del pasillo, luciendo mucho más segura y complacida — Sí, me encantaría.

Se sentó en la barra, siguiendo los pasos de Lucia, quien le daba la espalda mientras ponía a hervir un poco de agua. Después de unos minutos de silencio, Klein pudo notar como el pie de su mejor amiga se movía con nerviosismo.

— ¿Qué pasa, tigre? — la cuestionó con fingida inocencia.

Vega lo meditó, amagando con responder un par de veces antes de que las palabras realmente abandonaran sus labios — Es que... no se si me estoy volviendo loca o de verdad hay algo raro.

Una taza de café humeante apareció frente a ella, justo a la temperatura que le gustaba y servida con sumo cuidado a la altura perfecta para que no se desbordara al levantarlo. Bunny tenía esos pequeños detalles llenos de cariño que solían decirle sin palabras cuanto la amaba.

— ¿Con Sofia? — preguntó, apoyando ambos codos sobre el mesón.

— Sí... disculpa que te hable de nuestra intimidad, pero necesito saber que opinas — comentó angustiada.

— ¿Vas a hablarme de sexo? — la castaña asintió con incomodidad. No era un tema que solían tratar con regularidad, pues Klein solo tenia experiencia con hombres y ella solo se había acostado con mujeres. Aclarando su garganta, la invitó a continuar — Adelante...

— Ayer Sofia me pidió que hiciera cosas que nunca antes habíamos hecho — respondió rápido para luego darle un largo sorbo a su café.

La menor inclinó la cabeza confundida — No creo que tratar algo nuevo este mal, Tayga...

— Sí, lo sé, pero... ¿Donde lo aprendió? — preguntó levantando las cejas.

Su compañera puso todo su esfuerzo en aguantarse una risa burlesca — Bueno... estuvieron un par de semanas sin verse, quizás... No se, estuvo viendo porno.

— No le gusta el porno, dice que la hace sentir incomoda — le explicó, revolviendo su bebida lentamente — ¿Crees que se estuvo acostando con alguien más?

FAMA, FUEGO Y FANTASMASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora