De Siete a Siete

61 10 2
                                    

Nicole se acomodó entre sus sabanas blancas, disfrutando de su calor. La claridad de la habitación fue suficiente para que se diera cuenta que no había cerrado las cortinas. Bostezó llena de pereza, estirando sus brazos. Se sentía ligera, como si hubiera dormido todo el día. El reloj en su nochero marcaba las 2:34 pm.

«¡¿Dos de la tarde!?»

Se levantó alterada, tomando su teléfono para corroborar la hora. Era cierto, había dormido todo el día. Miró a su lado, viendo como Lya abrazaba las almohadas mientras dormía plácidamente. Los vagos recuerdos de la noche anterior bombardearon su mente. Lo último que recordaba, después de haber pasado horas tomando martinis sin parar, era vomitar los arbustos de la parte trasera del edificio. No sabía como había llegado a su cama, mucho menos cuando se había bañado y cambiado. Solo esperaba no haber cometido ninguna estupidez en el proceso.

Se bajó de la cama sigilosamente, tratando de no despertar a su mejor amiga. Un buen café era justo lo que necesitaba para asentar sus pensamientos y poder recordar lo que había hecho. Salió de la habitación arrastrando los pies, pero no fue hasta que estuvo a escasos pasos de la cocina que notó que estaba siendo observada.

De pie frente a la puerta principal, Tayga D. Vega la miraba severamente; Supo inmediatamente que había descubierto su pequeña aventura. Se quedó estática, sin mover un solo músculo.

— Puedo verla, Señorita Russo...

— Buenos días, Tayga — dijo escondiendo sus nervios tras una radiante sonrisa.

La mayor apretó los dientes, marcando su mandíbula. Estaba muy enojada, y se notaba a leguas — ¿Pudo descansar? — su tono estaba lleno de reproche.

— Oh sí, dormí como un bebé — respondió, huyendo de su mirada, adentrándose en la cocina para preparar su café.

Buscó entre los frascos de la encimera, justo donde lo había dejado la mañana anterior, pero no lo encontró. Rebuscó por todas partes sin éxito, hasta que levantó la mirada. Sobre el refrigerador, lejos de su alcance, yacía el frasco que necesitaba.

Miró a su guardaespaldas de reojo, achinando los ojos — ¿En serio? — preguntó incrédula — No puedes ser tan infantil.

— ¿Infantil? — exclamó con ironía — Más infantil es escaparse toda la noche de sus guardaespaldas para irse de fiesta como si no hubieran tratado de matarla hace un par de meses.

— ¡Ugh, que exagerada! — respondió mientras se empinaba y saltaba tratando de alcanzar el café — ¡Estoy bien, ¿no me ves?! — abrió sus brazos y giró sobre si misma, antes de volver a su misión.

— No, solo veo a una niña inconsciente, incapaz de medir el peligro que la rodea — se cruzó de brazos, apoyándose despreocupadamente sobre la puerta.

Nicole pataleó, frustrada por no poder alcanzar su objetivo — ¡No soy una niña! — le gritó haciendo un puchero — ¡Ya, ayúdame!

— No — respondió con firmeza — ¿Si quiera puede recordar lo que hizo ayer?

— Claro que puedo...

Desvío su mirada, haciendo un recuento mental de todo lo que había hecho la noche anterior. No iba a darle la razón a esa idiota, por lo que forzó a su cerebro a recordar cada detalle de su alocada aventura. Su mente le enviaba imágenes confusas y carentes de sentido que no podía organizar, sobre todo por la mirada penetrante de su guardaespaldas quien esperaba una respuesta.

...

Unas horas antes...

La noche comenzó con ella y Lya charlando animadamente mientras desarmaban su closet entero en busca del atuendo perfecto. La noche pintaba para ser una locura de principio a fin, pero no sería una sorpresa para nadie; Así solían ser siempre las "reuniones sociales" de Julian Grace.

FAMA, FUEGO Y FANTASMASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora