✄♡✄
La mañana siguiente Rai se despertó y notó que ya no se encontraba en llamada con su amiga; le había colgado. Eran las 10:27 a.m., así que asumió que la morena se había levantado más temprano a hacer cosas. No pudo evitar sentir aquel vacío inquietante al saber que probablemente durante el resto del día no iba a poder escuchar su voz. Sacudió su cabeza intentando eliminar aquellos pensamientos que rondaban sin autorización por su mente.
"Dios mío, que dramática." se dijo a sí misma.
Luego de merodear entre sus pensamientos por varios minutos, por fin se levantó. Mientras caminaba hacía el baño su estómago empezó a retumbar, avisándole que necesitaba comer. Al llegar al baño rápidamente cepilló sus dientes; estaba desesperada por comer.
Bajó a la cocina, donde se sirvió un buen plato de cereal con leche y se sentó a devorarlo en la mesa de cristal que adornaba su comedor. De una sentada lo comió, dejando el plato prácticamente limpio.
Hoy no planeaba hacer nada; solo planeaba quedarse en su cama y ver películas mientras se jartaba de popcorn. Justamente iba a hacer eso, pero escuchó una bocina de auto. Frunció el ceño pues no esperaba a nadie y era inusual para ella recibir visitas, y más si eran de imprevisto.
Se asomó por la ventana y abrió los ojos cómo platillo al darse cuenta de quién era. Inconscientemente su corazón bajó hasta su vientre y se volvió a colocar en su pecho, o al menos así lo sintió ella.
Alondra tocó de nuevo la bocina y al ver que no recibía respuesta bajó del auto.
—¡Canto de cabrona, se que estás ahí, no me ignores! —la morocha gritó tras la puerta.
Rai tapó su boca, intentando no reír.
—Rai, ábreme. —tocó la puerta desesperadamente.
La colocha corrió a su cuarto a revisarse un poco en el espejo, no quería verse tan mal. Arregló un poco su cabello, quitando su gorro de satin, o cómo algunos lo llaman, gorro de pastelera. Por un momento se miró fijamente en el espejo y por su mente solo pasaron dos preguntas.
"¿Qué estoy haciendo? ¿Porque me importa si Alo me ve linda o no?" se burló de ella misma y decidió no darle tanta vuelta al asunto, pues tenía miedo de cuáles podían ser las respuestas a sus mismas preguntas.
Cuando planeaba ponerse algo más decente y por fin intercambiar su bata corta color rosa pastel con estrellitas blancas por un atuendo bonito, escuchó cómo el cerrojo de la puerta de su habitación estaba siendo girado.
—Holaaa, ¿porque no me abrías, puta?
Rai se acercó y le dio un pequeño golpe en el brazo.
—Coño, ¿así tú me saludas Michelle? —reclamó sería.
—Ya, perdón. Es la emoción de verte. —se excusó Alondra para después tirarse encima de la más alta, provocando que ambas colapsaran sobre la cómoda cama donde dormía la colocha.
—¡Alondraaa, salte! —exigió Rai forcejeando contra la morena, intentando quitar su delgado cuerpo de encima de ella.
—No te hagas, baby. Yo sé que te encanta cuando estoy encima de ti así.
Las mejillas de la chica pálida empezaron a transformarse en pequeños tomates. Intentó disimular su sonrojo, pero no pudo. Le dio una nalgada, intentando nuevamente que se saliera.
—No seas cafre, Michelle. ¡Salte de encima de mi! —forcejeó nuevamente, pero su esfuerzo no rindió frutos; la chica seguía encima de ella.
Mientras Rai buscaba en su pequeño cuerpo algún tipo de fuerza que le quedase por sacar, Alondra decidió levantarse y sentarse a un lado de la colocha en la cama.
—Ya, perdón. —dijo entre risas.
La pelirroja solo tapó su cara e intentó ocultar el leve enrojecimiento que crecía en sus mejillas, camuflándola con una careta seria.
—No se ni porque entraste. ¿Alguien te dio permiso para entrar? ¿Verdad que no? —Rai la empujó levemente. —¿Pues para que entras?
—Nena, yaaa. Ya pedí perdón. No me hagas cantarte la canción de Camila otra vez. —rodó sus ojos y cruzó sus brazos.
—Ay no, no empieces a cantar porque después llueve. Ya, te perdono. —la pelirroja se levantó de su cama.
—¡Wepa! ¿Y esa batita corta? ¿Para mi, bebé? —la morocha mencionó para luego guiñarle un ojo y colocar su dedo índice entre medio de sus dientes.
Ante el comentario, la más alta no pudo evitar que una sonrisa boba se estampara en su cara.
—¡Ya cállate, estúpida! Canto de puta...¡bellaka! —dijo para después salir corriendo de su habitación, incitando a Alondra que la siguiera.
Cómo si de dos niñas pequeñas se tratara, salieron disparadas hacia la sala. Mientras corrían se empujaban mutuamente, una carrera para ellas.
Al llegar colapsaron en el sofá y estallaron a carcajadas. Las melodiosas risas llenaban cada rincón de aquella sala, y poco o a poco cesaron. Se miraron mutuamente a los ojos. Rai intentaba descifrar lo que aquellos ojos marrones intentaban decirle, pero lastimosamente no entendió el lenguaje que hablaban.
—¿Rai?...Tierra llamando a Rainelis. —Alondra pasó su mano en frente de su amiga, haciendo que esta reaccionara.
Rai sacudió la cabeza.
—Perdón, estoy aquí. —la chica sonrió dulcemente. Pero su dulzura no duró mucho tiempo, porque como siempre, después de un ataque de amor venía uno de "odio". —Pero no me pases tu mano toda puerca por la cara. —finalizó.
—Ay ya empezaste, nunca podemos estar en paz. —rió Alondra.
—Ajá, ajá. Whatever, me voy a bañar y arreglar un poco. Quédate ahí. —la colocha desapareció hacia el baño, porque si, le urgía una buena y reparadora ducha luego de lo que acababa de ocurrir.
¿Porque le coqueteaba tanto últimamente?
✄♡✄
¡Hola!
Solamente paso rápido por aquí para agradecerles por el apoyo que le están dando a esta historia, de verdad les agradezco infinitamente.
¡Me ayudarían un montón si votan y comentan!
De nuevo, muchas gracias, nada más con leer mi historia me hacen el día.
XoXo,
La autora 💋.
ESTÁS LEYENDO
Amigas con derecho |Railo|
RomanceAlondra era una chica suertuda, y de eso estaba consiente. Se había ganado la lotería con su mejor amiga, una chica sensata y hermosa por fuera y por dentro. La morena se sentía afortunada por tenerla en su vida y por poder trabajar día a día junto...