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Las compras habían sido un éxito, o bueno, éxito entre muchas comillas. Aquel incidente solo hizo que las cosas se pusieran más tensas entre las chicas. Ahora, se encontraban comiendo.
—Ay fo, ¿enserio vas a pedir arroz con habichuelas? Pa' eso vete a comer a tu casa nene. —discutía Alondra con Alex
—¡Rata asquerosa! Voy a pedir lo que me salga del bicho, ¿me oíste huele bicha? —como siempre, el rizado haciendo un escándalo.
La morocha y el chico seguían conversando como siempre, las bromas iban y venían; nada nuevo. Lo que sí era nuevo era el comportamiento de cierta pelirroja, la cual se encontraba sentada junto a Alex con el menú en sus manos. No leía, pues estaba perdida entre sus pensamientos en los que se presentaba la incomodidad y desesperación que sentía al tener a su mejor amiga con la que, por si no recuerdan, había cogido la noche anterior. No pasó mucho tiempo antes de que Alex notara ese extraño semblante en ella, pues por el contrario a como estaba ahora, la chica siempre solía hablar como cotorra y no se callaba.
—Bebé... —suavemente Alex acercó su mano derecha hacia el hombro escuálido de la colocha. —...¿Tú estás bien? Te noto como que callada.
Rai levantó su mirada y le dio un vistazo fugaz a la morena, notando así como esta había bajado la vista para evitar encontrarse con la de ella. Tragó seco y finalmente respondió.
—Si... —llevó su mano derecha hacia su frente y la posó allí. —...solo me siento un poco mareada. Es que...ayer me acosté tarde y hoy no he comido nada. —se excusó falsamente.
—¿Quieres unas galletitas? Alondra tiene en la mariconera de ella. ¿Verdad Alo? —comentó el chico.
La chica solo asintió sin subir la mirada, pues al parecer estaba buscando las dichosas galletas en su bolso. Rai ya empezaba a desesperarse, pues no sabía cómo ni cuándo, pero empezó a sentir una necesidad insana por ver los ojos de la morocha. Necesitaba encontrarse con aquellas redondas esferas color marrón que ayer le habían hecho gritar de lujuria y placer. Al Alondra encontrar las galletas las puso encima de la mesa y por fin miró hacia arriba, encontrándose así con aquellos ojos que decían más que mil palabras.
Ambas tragaron fuerte. Rai extendió su brazo en dirección hacia el paquete de aquella merienda y por accidente, su mano se encontró con la de la otra, provocando así que un remolino de emociones se formara en el estómago de ambas. Sin decir nada, rápidamente se alejaron la una de la otra.
—¿Ustedes están bien? Andan como que raritas, o...que se yo. —preguntó el único chico presente para luego darle un sorbo a su vaso de coca cola.
La pelirroja abrió su boca momentáneamente, haciendo un aguaje de querer hablar. Sin embargo, la morocha tomó el control de la situación y habló.
—Nene...todo está bien. El que está rarito eres tú, que piensas que nosotras estamos raritas. —respondió. —Canto e' ridiculo... —murmuró por lo bajo.
—¿Cómo tú me acabas de llamar canto de huele bicha, puta, chupa pinga y mama crico? —como siempre, de alguna o otra forma terminaban teniendo una discusión falsa y sin sentido, pero esta vez era diferente, pues Rai no se unió a esta, lo cual era bastante raro.
Alex no era tan tonto como aparentaba. Tenía claro que algo le sucedía a aquellas dos, mas no quería darle muchas vueltas al asunto e incomodar a sus amigas, así que dejó aquel tema allí, colgando como tapo limpio que había sido lavado y puesto a secar.
Al terminar de cenar los tres salieron del restaurante a despedirse.
—Bueno nena, adiós. —dijo el rizado para luego inclinase y besar la mejilla de la morena.
Luego de eso un silencio incómodo inundó el lugar. Rai suponía que debía despedirse.
—Emm...adiós.
—Pero Dios mío nena, despídanse bien, dale. Que no se que carajo les pasa a ustedes hoy, avancen. —Alex rodó sus ojos.
La morena asintió incómodamente para luego inclinarse y dejar un corto pero electrizante beso en la mejilla de la contraria. Rai lo sintió en todo su cuerpo. Lo pudo sentir en su mejilla, en su cuello, en su pecho, en su vientre, y sobre todo, podía sentir como esa energía electrizante se logró volar entre sus piernas, dejando así un sentimiento de necesidad en su entrepierna.
—Bye.
Fue lo único que la morena alcanzó a decir, pues las palabras no lograban encontrar el camino para salir de los labios de esta.
Rai asintió, pero justo cuando se iba a ir aquella mano que había sido la causante del placer de la noche anterior agarró su hombro.
—Yo te llevo a tu casa, Rai. —dijo dominante la morena.
—Pero...
—Dale, vamos. —Alondra atrajo a su mejor amiga hacia ella bruscamente, haciendo que sus labios se posaran estratégicamente en el lóbulo de la más alta por accidente. —Necesitamos hablar.
Y con eso, la colocha sentía como cómo se estaba derritiendo.
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¡Hola!
Ya seeee, no me maten por favor.
Hace tiempo que no actualizaba pero ya volví.
Se que es un cap corto pero estoy esperando a que la inspiración me regrese y no los quería dejar sin capítulo un día mas. :(
Últimamente mi vida ha estado patas arriba y he tenido que arreglar algunas situaciones, espero que puedan entender y me perdonen mis bebés.
Espero no volver a perderme por tanto tiempo, y como los aprecio tanto les tengo un trato.
Si le dan mucho amor y comentan mucho en este capítulo les prometo un maratón, por que se lo merecen.
XoXo,
La autora 💋.
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Amigas con derecho |Railo|
RomanceAlondra era una chica suertuda, y de eso estaba consiente. Se había ganado la lotería con su mejor amiga, una chica sensata y hermosa por fuera y por dentro. La morena se sentía afortunada por tenerla en su vida y por poder trabajar día a día junto...