03

208 18 0
                                    

~Estoy atrapada dentro de mí misma,

Y estoy muriendo...

En el sueño, Chaewon volvía a tener catorce años.

Se vio a sí misma más pequeña, delgada y nerviosa, tratando de hacer su tarea, aunque, miserablemente, no entendía nada de lo que estaba leyendo. Los números parecían confundírsele en su cabeza, mezclando las letras también, y soltó un gemido bajo, frotando su frente.

Idiota. Eres tan idiota, pensó haciendo una mueca, y tomó otra vez el lápiz. No quería pensar en la posible mirada de decepción que, con toda probabilidad, su mamá le dirigiría.

Su papá solo suspiraría, tranquilo, antes de acariciarle el cabello con cariño, diciéndole que estaba bien. Que no importaba si no era buena en matemáticas.

Un alfa te tomaría si fueras más inteligente, murmuraría su mamá mirándola. ¿Qué importa si eres buena en artes? A nadie le interesa eso.

Hizo un rayón en el cuaderno, sin poder entender ni un poco las fórmulas, y escuchó el primer grito.

Cerró sus ojos con fuerza, poniéndose de pie y caminando hacia la cama. Una vez se echó sobre ella, no pudo evitar abrazar la almohada para hundir su rostro allí, como si de esa forma pudiera ahogar los gritos y las discusiones.

Otra vez estaban discutiendo. Chaewon odiaba tanto cuando discutían.

Apenas podía oír lo que estaban gritándose sus padres, de seguro, algo sobre ella. Quizás sobre mandarla a otro colegio, quizás sobre buscarle algún tutor para las matemáticas, quizás sobre buscarle a algún alfa ricachón con el que pudieran casarla. Su mamá era la partidaria de esto último, y seguía insistiendo a pesar de la negativa de su padre, del terror de su hija.

Silenciosamente, abrió la puerta.

—¡Me tienes harto, Goeun! —gritó Hyunmin—. ¡No eres más que un maldito problema!

—¡Soy tu omega! —contestó Goeun—. ¡Tuve a tu hija!

Tembló por algún extraño motivo.

—¡Desde ahora, no lo eres más, ¿me escuchas?! —Chaewon volvió a temblar, apretando el borde de la puerta—. ¡Te reniego como mi omega!

Chaewon mordió su labio inferior al oír el gemido de su mamá.

—¡Me iré de aquí!

—¡Hyunmin, no!

—¡Te quitaré de mi custodia! —Chaewon dio unos pasos, ansiosa, desesperada.

—Papá... —murmuró desde su habitación, sintiendo las lágrimas cayendo por su rostro.

—¡Hyunmin, soy tu omega! ¡¿Qué pasará con Chaewon?! ¡Es tu hija!

—Papá... —susurró, temblando.

—¡No metas a mi hija en esto, Goeun! —pudo escuchar la puerta abriéndose, y gimió, queriendo alcanzarlo, queriendo decirle que no se fuera, pero pareciera que el pasillo se alargaba, haciendo imposible que llegara al comedor.

—¡Si te vas, Hyunmin, nunca más la verás, ¿me oyes?! ¡Nunca!

—¡No puedes impedirlo!

—Papá, no te vayas...

—¡Me llevaré a Chaewon de aquí!

—Llévame contigo... —sollozó, como una pequeña, débil niña rota.

Alcanzó el comedor, pero entonces la puerta resonó, la habitación quedando vacía, y Chaewon lloró, cayendo de rodillas.

—¡No te vayas! —gritó, desesperada—. ¡Papá, vuelve! ¡Por favor, por favor! ¡No te vayas!

monocromía; hot summerzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora