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~En esta negra oscuridad estás brillando tan intensamente...

Kazuha dejó caer su bolso en el suelo, en mitad del comedor, y volteó su mirada hacia Yunjin. Su mejor amiga se encontraba en la cocina, preparándose una leche con cereal como desayuno, y con esa enorme sonrisa en su rostro.

No podía dejar de recordar el rostro de Chaewon, sólo minutos atrás, cuando se la encontró de frente en la puerta. Venía con el rostro cubierto de rojo, los ojos brillando fuertemente, aunque con cierta expresión de pánico que no supo identificar bien. ¿Qué estaba haciendo la omega allí? Era la pregunta que rondaba por su cabeza, una y otra y otra vez.

Imaginarse lo peor le estaba provocando un retorcijón en el estómago, y más cuando recordó la llamada que compartió con la chica. ¿Es que acaso cambió de opinión?

—Te mueres por preguntarme, lo sé —habló Yunjin, y Kazuha se volteó a mirarla—, pero te la haré fácil: no, no me acosté con ella. Chaewon sólo pasó la noche aquí, pero no la llevé a la cama, metafóricamente hablando.

Kazuha tuvo que sentirse aliviada al escuchar eso, pero fue peor: pudo sentir como el enojo la invadía, porque Chaewon pasó la noche allí y no hubo nada sexual entremedio. Yunjin seguía comiendo su desayuno como si nada, y la alfa menor percibió el aroma a bebé de Chaewon en su mejor amiga.

—¿Por qué estaba aquí? —preguntó, tratando de no verse molesta, a pesar de que no podía soportar la situación—. Si no estaba aquí por la apuesta, ¿entonces qué hacía aquí? —Huh parpadeó, observándola—. ¿Sabes cuál es la regla número uno o no?

Yunjin bajó el bol donde tenía su desayuno, atónita por lo que estaba escuchando, y Kazuha se sentía aliviada de haberla agarrado desprevenida. Eso era lo que necesitaba.

—¿O ya rompiste también la regla cinco? —siguió preguntando la castaña—. ¿Estás enamorada de Chaewon?

—¡No! —saltó Yunjin, apretando su boca en un mohín de rabia—. ¡No he roto ninguna regla, y menos esa!

Kazuha se encogió de hombros, fingiendo una indiferencia que no sentía. No podía creer que Yunjin hubiera llevado a Chaewon allí, de seguro se besaron. No era ninguna idiota, y si ellas no se acostaron, probablemente hicieron otras cosas. Yunjin no habría desperdiciado una oportunidad como esa.

—La primera regla es estúpida —masculló la más alta, tratando de calmarse. No sabía cómo Kazuha le sacó tan rápido de los estribos, cuando sólo antes había estado en una nube al recordar los besos con Chaewon—. ¿Por qué no traerla? Aquí sería más fácil grabarla cuando me la folle.

Por Dios, Kazuha se enojó mucho más al escucharla decir eso con tanta simpleza, al hablar de Chaewon como si fuera un juguete.

Pero eso se supone que era. Ellas apostaron su virginidad como si no fuera nada para ellas.

Su estómago se apretó al pensar en la llamada que le hizo, en su propuesta, en llevarla a la nieve con ella. ¿Qué significaba eso? Kazuha tampoco lo pensó mucho, sólo se lo sugirió porque realmente quiso hacerlo, sin una apuesta de por medio.

—¿Y tú? —le preguntó Yunjin, alzando su barbilla—. ¿Qué, acaso estás celosa? No habrás roto la regla de oro tú, ¿cierto, Zuha?

Esta apretó sus dientes. ¿Cómo se atrevía a preguntárselo?

—Claro que no —dijo, despectiva—. Es más, voy a preguntarle a Chaewon si quiere salir esta semana conmigo, tal vez la lleve a un lindo hotel por allí en el que abrirla de piernas.

Casi de forma inmediata se sintió más mal al decir eso, en imaginarse el rostro de Chaewon si las escuchara hablar de eso. Por Dios, ellas la destrozarían si eso llegara a pasar. La omega no sólo terminaría con el corazón roto, sino que acabaría totalmente desgarrada con esa dolorosa verdad.

monocromía; hot summerzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora