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Hoy sería el día que tanto Gemma había deseado que no llegara.
Blas se iría.
Las grabaciones de ese día habían Sido muy intensas.
Y eso en el chico se notaba.
Tenía muchas ojeras y en rostro se notaba lo cansado.
Toda la tarde pasaron la tarde abrazados y dando pequeños paseos, mientras se daban besos y así.
Estaban felices juntos, pero sabían que se tenían que separar.
Gemma ayudaba a Blas con su equipaje.
Ninguno decía nada, solo se observaban.
Blas al regresar de su último rodaje busco directamente a Gemma, para preguntarle si podía ayudarlo con sus valijas, Gemma sin pensarlo dos veces accedió, Blas en si no necesitaba ayuda, solo quería pasar algo de tiempo con ella.
Esa noche habría una cena para despedir a todos los actores que se irían de allí, ya que las grabaciones de sus personajes habían culminado.
Gemma con sus manos empujaba un poco el peso de la valija hacia abajo, para que blas pudiera empujarla y cerrarla.
Lo cual hizo y por fin terminaron de acomodar todo.
En el ambiente podía sentirse un poco de tristeza y nostalgia.
— Ven — la guío a la cama para que se acostara a un lado de el, lo cual hizo sin pensarlo.
Ella puso su cabeza en el pecho de el, sintiendo sus fuertes latidos, los cuales eran como una canción de cuna para ella.
Blas hacia formas imaginarias en al espalda de Gemma, mientras que esta le daba leves caricias a sus rulos.
Ninguno dijo nada, solo disfrutaban del momento, y de la compañía del otro.
— ¿Que piensas hacer luego?.
El chico estaba esperando la pregunta de parte de la chica, el tenía claro que ella quería saber que pasaría con ellos dos, para no ilusionarse con algo.
— Irme a argentina, eso es seguro, y quedarme con mi madre — Respondió —. Te voy a estar esperando, todo el tiempo, incluso te enviaré mensajes por Instagram todo el día, para evitar que veas a otros chicos — Los dos reímos por su comentario.
— No necesito otro chico, ya te tengo a ti rulos — Dejo un beso en la mejilla del chico.
Este la miro como si ella fuera lo más bonito de este mundo, su tesoro, lo que cualquier chico querría en su vida.
Gemma era espléndida, brillante, dulce y amorosa, lo que más le gustaba de ella era que le gustaba ser ella misma, a pesar de los años ella seguía igual que siempre, como si fuera la misma gemma, pero más madura, y sabiendo más cosas de la vida.
— ¿Alguna vez te dije lo linda que te ves cuando te sonrojas? — Hablo el chico.
Su frecuente sonrojo apareció en su rostro, y Blas rio por ello.
Gemma toda la vida había sido tímida, era una persona muy reservada, pero muy expresiva a la vez, se sonrojaba por cualquier cosa, o cuando algo le daba mucha vergüenza su cara parecía un tomate re maduro.
Y eso fue lo que más conquistó a Blas me su época de jóvenes.
La manera en la que el se le había declarado a ella era algo para recordar, chistoso y tierno.
En su graduación en vez de dar el típico discurso Blas dijo absolutamente todo lo que sentía por su amiga.
Desde entonces los chicos fueron llamados los tortolitos.
Ese día la castaña paso una gran vergüenza.
Pero el chico del que estaba enamorada de le había declarado.
Y de una manera que jamás se podría olvidar.
El chico pego su frente con la de la castaña, esos ojos que tanto amaba por fin lo miraban como el deseaba.
Y corto esa pequeña distancia, uniendo sus labios.
Que aún tenían ese sabor que a él le gustaba tanto.
— Tus labios siguen teniendo ese sabor a fresa.
Una sonrisa se formó en los labios de la chica, y se volvieron a unir en un dulce y deseado beso.
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