Capítulo 08. Días de oscuridad

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Gris oscuro, eso veía

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Gris oscuro, eso veía. Un gris tan oscuro casi igual al negro. Frío hacía, frío helado. Me sentía en un lugar muerto, sin vida, sin luz, sin esperanza, pero no era así. Mis ojos captaban la madera de la pared de la habitación, la luz entrando por la ventana y el aire caliente. Eso lo sentía mi cuerpo, mi alma se sentía como la primera.

Era hoy, ese día cuando pierdes a una persona tan importante y especial en tu vida. Un año se cumplía, un año desde aquel trágico accidente que se llevó la única persona que me sostenía. Había colores, si, lo recuerdo. Había azul, rojo, naranja, morado, dorado, todo aquel color precioso que existiese. Ahora solo había gris oscuro.

Tengo despierta desde las tres de la madrugada y aún así mi cuerpo no se movía de la cama, mi mente estaba en un pozo y mi corazón estaba destrozado. Mis ganas de vivir hoy habían desaparecido, no existían. Había vuelto al inicio, a los primeros días después de la pérdida.

Toques en la puerta haciendo que cayera a la realidad nuevamente. Colorado, cierto, ahora me encuentro aquí, en el rancho con los Walter. Me obligo a levantarme y comenzar a acomodar la cama e indicó que puede pasar quién sea que esté detrás de la puerta.

—Kells, ¿bajarás a desayunar? —Nathan y yo habíamos acordado que íbamos a comer sano ya que algunas veces solemos saltarnos horas de comida.

Apetito no tenía, mi estómago estaba cerrado, pero por él al menos un vaso de jugo tomaré.

—Si, solo me alistare primero.

Él asiente y se va.

Hago lo que le digo, pero antes de enfrentar a la familia con una sonrisa y como si mi mundo no se hubiera quebrantado otra vez. Me tomó un tiempo. Quiero llorar, pero las lágrimas no salen, las ganas ahí están, existiendo.

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No he puesto atención a las clases para nada, ni apuntes tengo. Hoy en verdad no tengo cabeza para esto, creo que es lo mismo perder las clases hoy que venir y no poner atención a nada.

—Hola, lindura —Erin se sienta a la par mía. Su cara de preocupación al ver mi rostro apagado es evidente —. Kells, ¿qué tienes? ¿Qué te pasó?

Apoyo mi cabeza en su hombro.

—Hoy es el primer año de papá —confieso.

Erin sabe muy bien por lo que estoy pasando. Ella también perdió a su padre hace mucho. Siento sus brazos envolverme en un abrazo y coloca un beso en mi cabeza. No dice nada, su silencio es más reconfortante que las palabras.

—Oye Kiki, ¿podemos hablar?

Cuando me voltea a poner atención al rubio la campana de entrada a clases suena. Me despido de Erin con un beso en la mejilla.

𝐄𝐍𝐃 𝐆𝐀𝐌𝐄 || The Walter Boys Donde viven las historias. Descúbrelo ahora