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- Cincuenta y cinco elefantes se balanceaban sobre la tela de una araaaña, como veían que resistía, fueron a llamar a otro elefante. Cincuenta y seis elefantes ...-

Iwaizumi suspiró por décimo novena vez en lo que llevan de día, y eran las cinco y media de la madrugada.

Iban de camino a la práctica matutina y a los dos salvajes que vivían a su lado se les ocurrió comenzar a cantar la puta cancioncita que le tiene ya hasta los huevos. Lo más bonito es que ambos van delante de él, cantando mientras daban saltitos tomados de la mano

- Y la tela se rompió - Los cortó y pegó a ambos en el dorso del cuello, separándolos - Llegamos al gimnasio. Cállense la boca y comiencen a calentar, llegamos tarde- Ambos asintieron sobándose el cuello y entraron al gimnasio, donde todos sus compañeros estaban ya entrenando

Luego de un calentamiento por parte de ambos, Hinata se acercó corriendo a el perro loco

- Kyotani-sempai, me ayuda con mis remates? - Preguntó efusivamente y vió como los colores se le subían a la cara para luego asentir de la misma manera. Había funcionado más que perfectamente la "técnica Nishinoya" con su sempai de segundo, así que cada vez practicaban más juntos - Bien!! ¿Yahaba-san, nos podría dar unos pases? - Preguntó la pequeña mandarina al notar que su capitán todavía estaba estirando

Yahaba puso una sonrisa de disculpa

- Hinata, nadie más que yo estaría encantado de colocarte unos balones, pero quisiera estar vivo para ir algún día a un concierto de Twice- Dijo pero Hinata no lo entendió, aunque tampoco le dió tiempo a pensarlo porque una voz en su oído derecho lo hizo estremecer

- Así que no tienes suficiente conmigo que quieres que otro te coloque ¿no? - Dijo Oikawa con una presencia demasiado oscura a su alrededor. Hinata se asustó ¿en qué momento había llegado allí si tan solo hace unos segundos estaba al otro lado de la cancha?

- Solo pensé que demoraría un poco más, Toru-san, pero ya que estás aquí coloca el balon para mí - Y Oikawa no pudo negarse, así que más que encantado ayudó al entrenamiento de su mandarina y el perro loco

- Que básico - Dijo Iwaizumi viendo a su novio

- Domado - Dijo Makki

- Patético - Dijeron al mismo tiempo Kunimi y Kindaichi

Todos asitntieron

Habían pasado dos meses de todo lo sucedido y las cosas habían ido mejorando paulatinamente hasta el hecho de que Hinata habla y sonríe casi como antes, aunque obviamente había comenzado a ir a psicólogo hace unas cuantas semanas, lo que también había acelerado mucho el proceso; no es que hiciera magia, si no que Hinata tenía demasiadas ganas de mejorar y no escatimaba en esfuerzos

Los del Karasuno habían querido disculparse incontables veces, pero nadie soltaba el paradero de Hinata, más que nada les decían que cuando el menor esté mejor mentalmente, podrían hablar con él, por ahora, había que darle un tiempo

Por otro lado; Iwaizumi y Oikawa eran realmente posesivos y cuidadosos con el peli naranja, aunque ellos no se dieran cuenta

Iwaizumi tenía la costumbre de pasear junto a él en la escuela, abrazando su cintura y simplemente de la mano, y amaba que los vieran, no sabía por qué, aunque simplemente se lo atribuyó a las ganas que tenía de cuidar al menor

Oikawa, por otro lado, amaba pasar tiempo haciendo cualquier cosa con el menor, más que nada, estupideces. Además de que no dejaba que una mosca se le acercara, ya que deseaba toda la atención del chico para él y odiaba cuando no la tenía

Ellos, tiempo después se dieron cuenta de lo que les sucedía respecto a Hinata y lo hablaron más que seriamente, decidiendo que por ahora simplemente se concentrarían en que el chico mejore su estabilidad emocional y, luego, le darían- digo, le dirían todo lo que sienten por él

Tu, Yo, Y Él Donde viven las historias. Descúbrelo ahora