11

137 13 3
                                    

- Bienvenidos a Tokio! - Grita Kuroo con renovada energía al ver bajar del autobús a un chico de cabellera naranja, Shoyo le sonrió y levantó el puño, correspondiendo al saludo - Y ese no es el Skytree - Comenta antes de que el mismo chico, emocionado al ver una torre de comunicación, hable - Es sorprendente como comparte neuronas con el idiota del Karasuno - Murmura por lo bajo

- Sho-chan! - Dice Kenma, igual de feliz que el pelinegro pero sin ese toque tan emotivo en su voz, él sólo estaba feliz de ver a Hinata, no necesitaba hacer tanto escándalo por eso

- Hinata!!!! - Ahora era Lev, él si se lanzó a los brazos de Hinata en cuanto lo vió

- Chicos! Que bueno volver a verlos, ¡Ya estamos en los nacionales! - Y juntos, el peliblanco y él, comenzaron a dar saltitos, felices porque estaban a nada de comenzar las nacionales, partidos que sin duda marcarían un antes y un después en sus vidas

- Si, estamos en los nacionales - Repitió Kuroo mirando suavemente a Oikawa, que le devolvía la mirada con algo de añoranza - Espero que peleen, que sobrevivan, hasta que se encuentren con nosotros, Gran Rey - Aunque el apodo fue dicho con algo de burla, una promesa sin palabras fue hecha en esos momentos, una que ambos se encargarían de mantener; ambos llegarían alto, por y para el otro

- Claro, Ponchito -

- Eh ¿Por qué me llamas Ponchito? -

- Porque ese es el nombre del gato egipcio de mi tía, que feo es el condenado -

Y así Oikawa comenzó una pelea interminable con Kuroo, en la que obviamente ninguno de los dos cedía, porque tenían la misma cantidad de neuronas. Hinata se perdió con Lev, ambos se fueron emocionados y así terminaron dejando a Iwaizumi completamente solo, ya que los demás del equipo ya habían entrado al hotel

Miró a Kenma, que lo observaba en silencio

- Es incómodo que me mires así, ya dime lo que tienes que decir -

- Estaba buscando las palabras adecuadas para que esto no suene muy cliché, pero... si se atreven a hacer que una sola lágrima salga de los ojos de Shoyo, si se atreven a lastimarlo, me van a conocer - Y si antes era incómodo ahora daba miedo

- Pues no te salió muy cliché, pero cumplió con su objetivo, amenaza recibida - Y dispuesto a irse también al hotel y descansar hasta la tarde, tomó su maleta, pero fue detenido por Kenma nuevamente

- Hinata me llamó más de una noche en el pasado. Llamaba un poco alterado, a veces llorando y preguntaba si le faltaba algo, que por qué Kageyama no lo quería, que por qué no era perfecto para la persona que amaba. Me dijo más de una vez que Kageyama le había gritado, y que a lo mejor todo fuera más bonito si él no estuviera aquí. Esas conversaciones las tuvimos más de una vez, pero a mí no se me pasó por la cabeza que las cosas estarían tan mal -

- Kenma ... -

- Escúchame un segundo. Quise creer que nada pasaba, que mi mejor amigo no estaba sufriendo tanto, pero al final terminaron siendo puras patrañas, jodidas mentiras, sabía que algo andaba mal, pero no sabía que hacer con ello, así que simplemente me quedé callado, sin hacer nada. No moví ni un solo dedo cuando las cosas estaban en su peor momento, y ahora no voy a volver a cometer el mismo error de nuevo. Hajime, tu y Oikawa, cuiden a mi mejor amigo como yo no supe hacerlo - Kenma no mostraba sentimientos, estaba igual de serio como cuando comenzó a hablar, prefería mantener todo en una cajita de cristal resguardado en su corazón, con triple cerradura y sin que nadie conozca las llaves, pero por lo menos sus palabras se escuchaban verdaderas, le hacía un encargo de todo corazón, e Iwaizumi supo aprovechar eso

- Conocimos a Shoyo cuando todavía reía por todo y por nada, cuando traía luz y cuando podías ver la galaxia en sus ojos. Lo volvimos a conocer cuando no podía sonreír por nada ni nadie, cuando su luz estaba opacada por una nube negra y sus ojos no brillaban. Lo estamos conociendo ahora, que nos muestra sus dolores y sus alegrías, y nos dice que le cuesta pero quiere seguir adelante, lo estamos conociendo ahora, que se ríe por nosotros, y por sus amigos, que trae luz y oscuridad en los momentos precisos, y cuando podemos volver a ver la galaxia en sus ojos hermosos -

Mira a Kenma, que está con la vista en frente, con su rostro inexpresivo sin  decir absolutamente nada

_ Aún lo estamos conociendo Kenma, y hasta ahora, ninguna faceta suya ha dejado de gustarme. No le haría daño a Hinata, ni yo ni Oikawa, porque simplemente lo amamos. Amamos sus cosas buenas y malas, y si fuera necesario, hasta aquellas cosas comunes que tenemos tu y yo también. Lo amamos, y esa es mi respuesta a tu petición - Comenzó a caminar, con el más bajo siguiéndole el paso

- Jodido cursi, debo tener la azúcar alta - Murmuró por lo bajo, para que el contrario no lo escuche, y luego de unos metros se separó del mismo, caminando hacia su habitación en su propia residencia.

Entró a su habitación pensando lo dicho por el más alto, y las cosas que seguramente él hubiera evitado si tan solo no fuera tan mal amigo, algo seguramente habría cambiado si él hubiera decidido que tenía que hacer algo por aquel al que llamaba mejor amigo, al que amaba, pero en su momento dejó a la deriva, porque simplemente no sabía como tratar con el asunto

- Qué te sucede? - Escucha y entonces se da cuenta de que Kuro está en su habitación, recostado en la cama con un libro en sus manos, su mirada felina lo analiza, casi desnudando su alma completamente

Mira su reflejo en un espejo, tiene la misma cara inexpresiva de siempre, entonces ¿como él?...

- Es sobre Hinata? Te sigues culpando por lo que sucedió? - Kenma lo entendió. Él guardaba siempre sus sentimientos en una cajita en el fondo de su corazón, con triple cerradura y nadie sabía como abrirla, pero de alguna manera, Kuro había encontrado las llaves y había logrado abrir las tres cerraduras sin problemas, exponiendo sus sentimientos que se había esforzado tanto por guardar, como un libro abierto

- Ven acá - Lo tomó de la cintura, obligándolo a que se recueste encima de él, abrazando su menudo cuerpo despacio y con todo el amor que podría sentir por el de cabello bicolor - Tu no tienes la culpa por nada de lo sucedido, al igual que no lo tiene Hinata, la culpa ni siquiera fue toda de Kageyama, recuerda que seguimos siendo adolescentes, bebé, y que cometemos errores, tu único error es culparte de algo que no tiene solución, así que despeja tu mente y dame un beso ve, que estoy olvidando ya cómo se sienten tus labios -

Y si algunas lágrimas y sollozos escaparon de Kenma en la noche, ninguno comentó nada, porque así se entendían, y si todo estaba claro, no necesitaban hablar de nada

...

- Hinata? - Un adormilado Oikawa pregunta, no estando seguro de si lo que está viendo es verdad o es producto de su imaginación - Que haces? -

- No lo sé, ¿está mal? - Shoyo se encontraba encima de Oikawa, sus rodillas al costado de las caderas del mayor mientras mantenía un ligero vaivén de atrás hacia delante. Oikawa soltó un pequeño jadeo por la sorpresa, vergüenza y excitación ¿qué se supone que haga en estos momentos? Hinata aún no estaba listo para... - No lo pienses tanto, Oikawa-san, tienes tantas ganas de follarme como yo de que me llenes hasta sentir tu semen en mi barriga -

- Hinata, espera tu...-

- Shh, cállate y jódeme, no puedo esperar más -

Y jodida mierda, cuando quería ser bueno y esperar a que el menor tuviera una mejor estabilidad emocional, diosito le manda cosas como estas, para que literalmente diga que no a la tentación más grande que puede tener. Ahora es cuando necesita a Iwa-chan, para que lo detenga o se una, así ya el pecado no sería solo suyo

Saben que? A la mierda, voy a...

- Oikawa Toru!!!! Que despiertes de una puta vez! - Abre los ojos asustado, ¿que mierda? - Llegaremos tarde al entrenamiento - Iwaizumi lo está regañando, los demás chicos conversan ajenos a lo suyo y ve a Shoyo salir del baño con una toalla en su cuello, secando su cabello. Se acerca rápidamente a los dos y da un pequeño beso en los labios del pelicastaño. Oikawa quiere morir

- Buenos días Toru-chan, vamos, levántate que llegaremos tarde - Y mientras Iwa lo toma de la cintura para exigir un beso para él también, el otro piensa en miles de maneras para morir por la vergüenza y la excitación del momento, porque "aquello" aún estaba tan erguido como la torre Eiffel

Hinata ¿Qué nos haces?

Tu, Yo, Y Él Donde viven las historias. Descúbrelo ahora