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Hoy era domingo y el Karasuno debería de volver del campamento hecho el fin de semana, pero eso no era importante para las tres personas que estaban sentadas en el enorme sofá de la sala, viendo en la televisión (a petición del menor) Harry Potter y el prisionero de Azkaban, solamente porque era una de las películas favoritas del menor

- Que le pareció Oikawa-san? - Oh, sus ojitos, sus ojitos brillaban, ooohh no, Oikawa había amado la película solamente por poner esa expresión en el rostro del menor

- Fue buena, bastante a la verdad, y a ti, Iwa-chan? - Iwaizumi iba a llorar, pero puso la cara más feliz que pudo, por fin pudo ver esos ojitos brillantes después de dos días tediosos sin sonrisas ni esas expresiones bellas en el rostro de Hinata

- Fue buenísima, Shoyo - Y pudieron ver otra sonrisa pequeña de sus labios, ya no habían de esas brillantes, pero por lo menos no estaba serio como la mayoría del tiempo- Tu sonrisa es hermosa ¿sabías? - Dijo, sabiendo que a lo mejor era una inseguridad dada por la relación tóxica de la que acababa de salir

Oh, oh, oh, ooohhh, Hinata estaba sonrojado, oooohhh

Oikawa e Iwaizumi aparteron la vista, coincidiendo con la contraria y viendo el sonrojo en ellos también

Tocaron la puerta y el pelinegro se acercó a abrir. En la puerta se encontraban cinco personas, entre ellas pudo reconocer al líbero, el de lentes y el de los saques flotantes del Karasuno, los otros dos no los conocía

- Shoyo, está? - Dijo uno de ellos, tenía el cabello bicolor, raro, pero no confiaba para nada en los del Karasuno, habían hechado a Hinata sin escuchar lo que tenía por decir, no valían la pena

- No verán a Shoyo, no le harán más daño del que ya le hicieron, y si no quieren que llame a la policía se irán de aquí - Él cuando quería, sabía intimidar a las personas, y lo notó cuando ese y el de pecas dieron un paso atrás, pero el líbero no se dejó intimidar

- Nosotros nunca le hicimos daño a Shoyo, lo intentamos defender pero todos le creyeron a Kageyama, dejenos verlo, pelopincho - Eso hizo molestar más a Iwaizumi, pero una vocesita tras de él lo hizo parar de mandarlos a todos para la mismísima fregada

- Iwaizumi-san, ellos me defendieron, no son malos - Iwa lo miró, ¿Hinata no se daba cuenta de lo tierno que era algunas veces (casi siempre)? Se había quedado prendado mirándolo, hasta que su novio, con mirada comprensiva, lo trajo a la realidad de nuevo

- Pasen - dijo y todos lo hiceron en un segundo.

- Shoyo!! - El chico de cabello bicolor se acercó a Hinata y lo abrazó con todas sus fuerzas, sacándole un gemido de dolor que dejó a todos boquiabiertos, ¿qué había sido eso?

Kenma sin preguntar levantó completamente la camisa de andar en casa que traía, dejando al descubierto varios moretones, habían por todo el torso, pero había uno especialmente grande en el costado del estómago, tenía el tamaño de dos puños juntos y un tono azulado demasiado preocupante. Todos se quedaron estáticos, Oikawa hervía al ver al menor así, apretó fuertemente sus puños y la rabia no lo dejaba pensar racionalmente

- Mataré a ese idiota - Dijo y sus ojos se llenaron de lágrimas

- Ya somos dos - Dijo Tsukishima y se acercó a Hinata, haciendo algo que nadie esperaba. Lo tomó de los hombros y puso su cabeza en su pecho, abrazándolo con mucho cuidado - Perdón por no haberte ayudado más, por no haber hecho más, mandarina con patas -

Tsukishima no necesitaba más que esas palabras para expresar lo que sentía, y eso el pequeño lo entendió, así que estuvo recostado en el pecho del más alto hasta que ambos decidieron que era suficiente y se separaron, mirando a los demás

Tu, Yo, Y Él Donde viven las historias. Descúbrelo ahora