𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐓𝐫𝐞𝐬

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Estaba cagada de frío en la parte de atrás de la micro, era más temprano de lo normal, por lo tanto no estaba ni el Daniel. Quería pura llegar y asegurarme el puesto mío y de las chiquillas, los primeros tres días los puestos se cuidan como hueso santo. Físicamente estaba en la micro yendo al colegio. Mentalmente estaba en mi cama tapada hasta el cogote, soñando que estaba en un yate con Jacob Elordi. Les mentiría al decirles que no tengo sueño, porque si me dieran la oportunidad me tiraría a hacer tuto al toque, el primer día se va motivada, hay weones raros que les dura toda la semana, a mí con cuea un día, la micro ya había llegado y no tenía que caminar tanto, el paradero estaba frente al liceo. Me iba a comprar un Kapo y entrar, para esperar a mis amigas.

- Hola, ¿me da un Kapo de naranja, por favor?

La tía de la almacén me sonrió. Lo hubiera sacado yo, pero ahora la almacén tenía una reja, y entendía, al final hay varios weones zánganos, a la tía Carmen un weón le robó toda la plata para los remedios, y de paso le sacó la cresta, casi no la cuenta. Cuando supe me enojé caleta, no sé, si son tan vivos para pasarse la película con una viejita que vayan y le roben a los weones con plata, no a los que trabajan para sobrevivir.

- Tome mijita, ¿tan temprano aquí?

Me reí, y asentí.

- Sí, tía, los primeros días se cuidan los puestos o te cagan.

- Ay mijita, no sabe qué el otro día un culiao me volvió a apuntar con una pistola, pero no me alcanzó a robar nada, un volaito de los de por acá lo asustó.

Suspiré, me daba mucha rabia saber que hay gente que le roba a personas honradas. Sé que hay gente que no nace en cuna de oro y tiene que robar para comer, pero no a la gente de su misma población, por lo menos.

- Puta tía, tiene que tener cuidado, las cosas están re malas y hay gente que se aprovecha.

Le pasé la plata y ella me pasó el Kapo.

- Sí, yo sé mi niña, ya vaya a la escuela nomás, póngale bueno al estudio y cuídese.

- Usted igual tía, ahí cuando salga le pego una vueltita.

La señora Carmen me sonrió y ahí cruze al tiro para el liceo. Es verdad que una anda con más miedo por la calle, por los robos, también por las violaciones. Lamentablemente hay weones sin cerebro, que en su vida tendrían el consentimiento de una mujer, por lo asquerosos de mente y alma, unos perros culiaos, el señor David no estaba, solo, estaba la puerta abierta, estaba rezando para que la sala estuviera abierta, si no me mataba ahí mismo. Cuando llegué a la puerta de mi sala pasé. Adivinen, no había ni un huevón, solo mochilas. Lo más probable es que fueran a desayunar, así que fui al toque a mi puesto donde me senté ayer, fui en mi volada y agarré mi celular para revisar el grupo.

¿𝙔 𝙚𝙨𝙩𝙚 𝙨𝙖𝙘𝙤 𝙙𝙚 𝙬𝙚𝙖?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora