Un Artista Del Escape [Solarballs]

El Guardián De La Vida. [1/2]

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Tierra llora, ha estado llorando por mucho tiempo y Luna lo sabe.

Siempre sabe lo que pasa con Tierra.

Luna miró, con mucha familiaridad, las lágrimas que ahora le aliviaban un poco que fueran solo agua que caía por sus ojos. No sabía cuántas veces había visto a su planeta llorar, esa escena era algo común por esos días, y sin embargo, Luna no se podía acostumbrar a ver cómo su planeta parecía tan débil y tan frágil desde su posición, casi como si fuera un asteroide que se podía romper con la gravedad. Podía verlo con detalle y solo podía desviar su mirada hacia las maravillas de las estrellas a millones y millones de años luz de ahí.

Impotencia, eso sentía el satélite natural en ese preciso momento, observando la espalda de su planeta quien seguía temblando. Las erupciones volcánicas se podían ver desde la órbita de la Luna, hasta como todo ese paisaje verde se había perdido para reemplazarlo por una Tierra estéril, más parecida a lo que Tierra era en su inicio.

En ese sistema solar que se había hecho silencioso, en ese pequeño rincón del universo, dónde Luna tenía que ver a su planeta sufrir, con la impotencia en su mirada que no podía hacer nada más que ver, tal vez pedirle a gritos al universo que por lo que más quieran, que Tierra vuelva a ser ese planeta el cual lo había visto nacer.

Esa Tierra risueña dónde una sonrisa siempre estaba en sus labios en vez de las lágrimas caían por sus ojos.

Los recuerdos lo devolvían a ese momento perdido en el tiempo.

Ese momento... Cuando vio a su planeta por primera vez.

De vuelta a ese instante que se conocieron.

Lo recuerda muy bien, con ese detalle como si fueran cráteres en su corteza, cráteres profundos los cuales ni siquiera un asteroide más grande los iba a quitar. Dónde Luna podía recordar con tanta nostalgia como habían sido sus primeros momentos en este universo. Aún recuerda, como en esos días el sistema solar nunca guardaba silencio, como en sus primeros momentos de conciencia escuchó las voces lejanas que hacían eco en su núcleo, esos segundos dónde se movió, esos breves segundos dónde sus ojos empezaron a abrirse lentamente para descubrir la existencia misma ante él.