Inferno. Relatos sobre exorcismos

Relato 3: El abuelo

En el oscuro rincón de la eternidad, donde la malevolencia se enreda en la esencia del mal, deseo compartir la historia de un fin de semana condenado, un relato de perdición y desesperación, tejido por mi mano sombría y retorcida.

El abuelo, un alma vulnerable en la decadencia de la vida, se convirtió en mi marioneta en un juego mortal que llevaría a su propia familia a la ruina. "Me deslicé en su ser como una sombra hambrienta, mi presencia infiltrándose en su alma cansada. El abuelo, ahora un títere de mis designios, sería el instrumento de su propia destrucción", susurré en la oscuridad de la narración.

Durante aquel fatídico fin de semana, los rituales impíos se convirtieron en la rutina de la familia. Los nietos, con su inocencia aún intacta, fueron arrastrados a una danza perversa. El abuelo les susurraba promesas de felicidad eterna en el infierno, un lugar que pintaba con colores de placer.

La casa resonaba con cánticos infernales, las sombras se revolvían en los rincones mientras la familia se hundía más y más en mi tejido de oscuridad. La sangre de sacrificios impíos marcaba sus almas, preparándolas para el destino que les aguardaba.

Llegó el último día, un día impregnado de una maldad palpable. El abuelo, poseído por mi influencia corruptora, llevó a sus nietos a la orilla de un barranco, un lugar donde la tierra se fundía con el abismo. Allí, les convenció de que el infierno, con sus promesas de dicha eterna, los esperaba al otro lado.

"En una danza macabra, los tres se sumergieron en el ballet de la perdición. Los niños, con la inocencia despojada por mis palabras venenosas, se entregaron al vacío en un abrazo colectivo con la oscuridad. Sus risas y gritos se desvanecieron en el silencio del abismo", concluí, mi voz resonando como un eco siniestro.

Así, la tragedia se consumó, una sinfonía de desesperación y desolación que quedó impresa en el tejido mismo de sus almas. Esta historia de horror servirá como recordatorio de la malevolencia que se esconde en las sombras, aguardando para desatar su veneno en los momentos más inesperados.