En los llantos de un duelo, aceché a un alma desgarrada. Un hombre afligido por la pérdida de su madre buscó consuelo. Su oración, desesperada, quedó sin respuesta divina, y yo, un demonio al acecho, vi mi oportunidad.
Me presenté disfrazado de su amada madre, envuelto en el manto de la familiaridad. Al principio, ofrecí consuelo, simulando amor maternal. Pero, como una serpiente oculta en el edén, sembré semillas de culpa y temor en su corazón roto.
Le susurré reproches, acusándolo por mi muerte. Cada encuentro se volvía una conversación de amor distorsionado y recriminaciones. El miedo se apoderó de él, como una sombra alargada en la penumbra de su dolor.
La tentación creció, y le prometí paz y perdón en el abrazo de la muerte. Con lágrimas en sus ojos, el hombre aceptó mi engaño, cayendo presa de mi maléfica artimaña. Así, en su desesperación, selló su destino, ignorando que su madre descansaba en el cielo, mientras él se hundía en las llamas del infierno.
Una trágica paradoja: el amor y la pérdida entrelazados en la condenación. Mi triunfo, su perdición; el lamento eterno, una melodía que resonaría en las profundidades de la oscuridad.
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Inferno. Relatos sobre exorcismos
ParanormalEn las sombras del abismo, donde los susurros de lo desconocido danzan en la penumbra, se encuentra un tomo prohibido, una confesión escrita en la piel del pecado y encuadernada en las entrañas del horror. Atrévete a hojear las páginas manchadas co...