Carta número 6

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Día de lago. Al menos una vez al mes toda la pandilla tenía como costumbre ir al lago del pueblo para relajarse y ponerse al día. Era un día sagrado en el que todos tenían que estar presentes sin importar que.

El lago del pueblo era pequeño, pero era agradable y refrescante en verano. Aunque en temporada de invierno también era un gran lugar para patinar.

Ese lago era su lugar, era donde miles de secretos nunca saldrán a la luz. Como la vez que Larry contó su primera vez con un chico que conoció en una fiesta o cuando Todd y Neil se dieron su primer beso.

La música sonaba a todo volumen en aquella camioneta vieja que le pertenecía a Lisa, las carcajadas y los gritos llenaban el ambiente mientras iban a gran velocidad por la carretera para llegar al lago de Nockfell.

Larry conducía mientras reía o soltaba algún comentario de vez en cuando. Sal era su copiloto, por lo que tenía el poder de escoger la música. Ash estaba sentada detrás de Sal, ella estaba cantando junto con Sal y de vez en cuando sacaba alguna foto espontánea para el álbum que tenían. Todd y Neil estaban en el asiento trasero, ambos charlaban y se reían de las ocurrencias de Ash.

¿Cómo un momento tan simple podía ser algo tan hermoso?

Se preguntaba el peliazul. Era difícil de explicar la calidez y la calma que sentía, como si nada más importará en aquel momento, como si todo lo malo que pudieron llegar a vivir se desvaneciera con la velocidad a la que viajaban.

Su corazón latía con fuerza, sus ojos de mar se arrugaban con felicidad debajo de su máscara. La felicidad que le fue arrebatada de niño siempre aparecía en estos momentos. Era algo hermoso que Sal no cambiaría por nada del mundo.

Y tal vez se equivoca al pensar esto, pero Sal afirmaba que estos años serían los mejores de su vida.

-Oh mierda, hermano ¿Estás bien?

Le preguntó Larry con preocupación, desviando su vista unos segundos del camino mientras bajaba la velocidad para poder ver a su hermano, quien sin darse cuenta, estaba llorando. Sus lágrimas salían de su ojo sano y lograban salir de su prótesis.

Sal sonrió debajo de su prótesis para calmar a su hermano, sabía que era raro que él llorará y entendía la preocupación.

-Tranquilo, hombre. Estoy bien, solo estoy muy emocionado.

Explicó el más bajo, palmeando el hombro del castaño para calmar su preocupación, él solamente sonrió de vuelta. No necesitaba explicaciones, sabía que los días de lago eran muy especiales para Sal.

Ash recargo su cuerpo en el asiento de Sal para estar más cerca de él, una de sus manos llegó hasta su cabello azulado para comenzar a acariciarlo y peinarlo con delicadeza. Ash no era buena con las palabras, siempre demostraba lo que pensaba y lo que quería decir con sus acciones. Era algo que Sal adoraba de ella.

En tan solo unos minutos todo volvió a la normalidad, solo que está vez Ash estaba más cerca de Sal para peinar su cabello, ya tenía más de cien trenzas por todo su cabello.

El viaje estaba a punto de terminar, por lo que rápidamente Ash sacó un pequeño recipiente en el cual tenía protector solar, todos se lo aplicaron donde podían con rapidez.

La escena de Sal colocándole protector solar a su hermano mientras esté se quejaba era adorable y graciosa.

-Yo ya soy moreno, no necesito protector solar.

Reclamaba el castaño a regañadientes mientras su hermano le pedía el otro brazo para seguir aplicando protector solar.

-Oye, mira a Neil.

Feelings made of paper [Salvis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora