Sal
¿Por qué estás tan nerviosa?
No estoy nerviosa.
Sí, claro, corazón está latiendo rápido, y en peligro inminente no estamos.
No estoy nerviosa.
¿Sal?
¿Si?
¿Recuerdas que yo soy tu conciencia? ¿Por qué intentas mentirme?
¡Pero si no estoy nerviosa!
La alerta de nerviosismo está activada, alemana estúpida.
Hago un resoplido para mis adentros. Conciencia horrible.
Vale, puede que, tal vez, solo tal vez, sí esté un pelín nerviosa.
Damiano no deja de sonreírme ni de mirarme de soslayo, mi pobre corazón no es capaz de resistir esas miradas suyas. Además, seguimos con los brazos cruzados y él tampoco para de halagar lo bien que me veo y que le gusta el aroma de mi perfume.
Estoy en todo mi derecho de estar nerviosa y negarlo para mentirme a mí misma para sentir una falsa tranquilidad aunque estoy conciente de que no funciona.
—Entonces, ¿A dónde me llevas al fin? —cuestiona, mirándome.
Por un segundo la respuesta que tenía en mente se evaporó como el humo cuando tuve encima esos irises tan azules como el cielo. Debería ser ilegal tener ese color de ojos, las pobres personas débiles como yo no aguantamos el peso de ese tipo de miradas.
—Eh... —balbuceo, intentando desviar la mirada. Lo conseguí unos segundos después por un acto que debió considerarse milagroso—, estamos cerca, confía en mí.
—Claro que lo hago, pero me da curiosidad.
Volteo a verlo consternada.
—¿Es... es en serio?
—¿En serio qué?
—¿Tú confías en mí?
—Oh —emite, un segundo después está sonriendo de la manera más dulce que le he visto—, claro que confío en ti, eso ni dudarlo.
Sus palabras me hicieron sonreír como una tonta, él confía en mí, de verdad que lo hace. Pensé en aquel exnovio que tuve a los dieciocho, un chico callado, cerrado y misterioso que llamó bastante la atención de la joven Sal, no todo fue bien por la razón de que el chico no confiaba en ella, y no en broma ni nada por el estilo, de verdad que no confiaba en ella. Escuchar eso de Damiano, de que confía en mí sin dudarlo, hace que sienta un especie de chisporroteo bonito.
—Tienes una sonrisa muy linda, Sal —comenta de la nada.
Se me escapó la risita más estúpida de toda la vida que terminó en un suspiro, él se rió también, algo no tan tonto como lo mío.
Tengo una sospecha.
¿Sospecha de...?
Deja recopilo pruebas.
Ah, ¿Vale?
Tú sigue.
¿Okey?
Cuando avisté el acuario unos metros más adelante, me solté del agarre que teníamos para tomar su mano y arrastrarlo conmigo.
—Yyy... ¡Aquí es! —anuncié emocionada.
—¿El acuario?
Asentí varias veces sin dejar de sonreír.
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Historia De Dos Corazones (Verdades O Mentiras #1.5)
Historia CortaRehacer y hacer. Ambos siendo dos términos diferentes para dos personas diferentes. Damiano Leoni quería rehacer su vida con su hermana menor lejos de un hogar que años atrás dejó de serlo. Sal Spears solo quería vivir su vida lo mejor que podía s...