Promesse

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—¿Damiano? —oigo la pregunta de Traviata—. Tutto bene?

Por un momento no pude responderle, ví toda la cafetería, cada rincón, mesa y comensal. Mis ojos recorrieron con rapidez toda la estancia, pero no la encontré.

—Hey, amigo —me llamó Fede—. ¿Qué pasa? ¿A quién buscas?

Confundido, me volví a acomodar en mi asiento, mis amigos y hermana me miraban con una ceja arqueada los tres, gesto que me pareció gracioso solo que no me reí.

¿Cómo... cómo es que ella me había visto? Y si realmente lo había hecho, ¿Por qué no se acercó? ¿Por qué no vino y me saludó?

¿Porque habría sido extraño?

¡Claro que no! Hubiera sido un gran encuentro, inesperado tal vez, pero extraño no.

—¿Estás bien? —preguntó esta vez Loredanna, curiosa y preocupada.

Suspiré dejando el móvil sobre la mesa. Basta, no pensaré en esto, luego encontraré el momento de analizarlo y preguntarle, ahora es momento de familia. Así que céntrate, Damiano.

—Sí, estoy bien, solo que... —me miran esperando que termine esa oración—. Nada, no fue nada.

—¿Vale? —Traviata tenía la mayor expresión de confusión de todas—. Eso fue raro, pero lo pasaré por alto porque tú eres demasiado extraño —eso me sacó una pequeña risa—. En fin, vamos a por nuestra comida, se ve que la mesera necesita ayuda.

Ella y Fede se levantaron de la mesa y se fueron a la barra a ayudar a la mesera que no podía con todos los platillos de nuestra comida, así que volvemos a quedar solo mi hermana y yo, quién vuelve a concentrarse en sus dibujos. En serio que es de sus pasatiempos favoritos.

Estoy tentado de encender la pantalla de mi móvil y escribirle, pero resisto el impulso. Hablaré con ella después, ahora quiero pasar buen tiempo con mis amigos.

—¿A quién buscabas? —preguntó mi hermana sin despegar la vista de su dibujo.

—A nadie, Lore, solo... fue algo extraño, no le des cuerda.

Alzó la cabeza y me dirigió aquella mirada de ojitos entrecerrados, lo que después se le suma arquear su ceja castaña. Su expresión me hace reír.

—Me mientes —olfateó el aire cuál cachorro—, huelo mentiras.

—Muy bien, Sabueso Leoni —le desordené un poco el pelo—. ¿Qué huele tu nariz pequeña?

—Mentiras —me señaló con su crayón morado—. Me mientes, dijiste que nunca me ibas a mentir.

Despedí un suspiro lento y le quité un rizo de la cara, dejándolo detrás de su oreja. Loredanna me seguía viendo con el ceño ligeramente fruncido al igual que su pequeña boquita. Puede que lo que vaya a decir lo digan todos los hermanos mayores, pero mi hermanita es una niña demasiado linda, ya me veo espantando idiotas cuando ella sea adolescente.

—No te miento, Lore, nunca lo voy a hacer. Solo creí haber visto a alguien que conocía, nada más.

Ella torció los labios, insegura y dudosa de mis palabras.

—Vale, te creo —aunque hay un poco de duda en su voz—. ¿Podrías ayudarme más tarde en mi tarea?

—Claro, piccolina.

Con una sonrisa satisfecha, volvió a su tarea de dibujar.

Mis amigos vuelven a la mesa con la mesera y la comida que habíamos ordenado, Loredanna se muestra feliz de al fin tener su almuerzo.

Historia De Dos Corazones (Verdades O Mentiras #1.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora