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VANESSA

Saturno - Pablo Alborán

***

Ella se sentó en el sillón del cual fue su casa los último años. Las cosas no fueron muy bien con Wade y ahora se tenía que despedir de todos los recuerdos que habían creado juntos.

No entendía cuando acabó el amor, no podía comprender en que punto de la historia todo fue cuesta abajo. Las ráfagas de malas noticias era interminable y no llegaba a creerse que este era lo más hondo a lo que estaba destinada a llegar.

Vanessa estaba desorientada, miraba una luz muy cegadora al fondo de la ciudad, era hermosa.

Wade entró por la puerta y la encontró mirando por la ventana. Él intentó acercarse a ella, pero no pudo. Una energía le impedía el paso, era como una especie de pared que separaba a Vanessa de él. Él ya sabía perfectamente donde estaba, otro de esos sueños. Los llevaba teniendo varias veces por semana desde el fallecimiento de Vanessa.

El mercenario se aferró a esos sueños con la última esperanza de seguir teniendo vivo el recuerdo de la persona a la que más amó en su vida. Quería estar con ella. Pero todo cambiaba. ¿Por qué se sentía tan sucio ahora? ¿Estaba sustituyéndola por Peter? ¿Realmente Peter podría llenar ese vacío que Vanessa le dejó?

Wade, como todos los anteriores sueños, comenzó a golpear la barrera por una respuesta de parte de ella. Y por primera vez, Vanessa giró su cabeza hacia él, pudiendo escucharlo. Ella ya sabía lo que pasaba y aunque también quería aferrarse a Wade hasta que él muera y ser felices juntos de nuevo, eso no era posible. No podía ser tan egoísta.

Vanessa se levantó y miró hacia él. Vio su rostro lleno de lágrimas. Él estaba totalmente destrozado.

- ¿Eres feliz?- preguntó ella.

- ¿Cómo?

- ¿Eres feliz con él?

Wade con una expresión agonizante, asintió.

- Entonces ya es hora de que me dejes salir de aquí.- habló Vanessa poniéndose justo frente a él, con el muro invisible separándolos.

- No quiero dejarte ir.

- Entonces no mereces que Peter te quiera.

- ¡NO! No digas eso... Por favor, no digas eso.

-Wade, soy la primera que quiere estar contigo pero no es justo para ti, no es justo para él. Os amáis, déjame ir.

Wade volvía a llorar de nuevo. No podía creer el como todo había cambiado en este tiempo. Vanessa, su confidente y su cómplice en tantas cosas, lo dejaba. En cuestión de unos años, consiguió encontrar a Peter. Realmente era una aventura. Algo nuevo, sentía lo mismo que había sentido con ella hace mucho tiempo. Pero el tener que asumir que esos momentos quedarían en el pasado, era algo que no podía comprender. 

- Wade... déjame ir, te lo suplico.

Al decir esas palabras, el mercenario solo pudo suspirar con profundidad. Con toda la confianza y fe del mundo, alargó su mano hacia Vanessa y consiguió tocar su rostro de nuevo. Acarició su mejilla suavemente y con confianza, volvieron a unir sus besos suavemente en un último beso.

Con ello, Vanessa notó como Wade desaparecía y ella volvió a ver ese enorme ventanal, donde la luz ya no era tan cegadora, sino era más confidente y tranquila. Sonrió, por fin eran libres los dos.

Wade despertó sobresaltado en la cama, despertando a Peter, que dormía apoyado en su pecho.

- ¿Estás bien?- preguntó Peter adormilado recuperándose del susto.

El mercenario tocó su pecho agitado y después sus labios. No podía recordar muy bien que es lo que había soñado, pero notaba un gran alivio en su espalda, como si la tensión que llevaba acumulando años se hubiera esfumado como el azúcar se disuelve en el agua.

- Sí... estoy bien.- respondió Wade sonriendo a su esposo.

- Que susto me has dado, te despiertas como una madre, asustado.

Peter se volvió acurrucar en el pecho de su marido tranquilamente. El otro rio de la ocurrencia, fue a contestarle, pero el chico ya se había dormido. Wade suspiró y giró su cabeza hacia el lado, encontrándose un enorme ventanal que daba unas vistas hermosas al infinito océano. El sonido relajante de las olas y las profundas respiraciones de Peter, lo relajaron por completo, llegando a dormirse de nuevo. 

Feliz, sin preocupaciones y los recuerdos en el corazón.

Wade, agradeció, en ese momento, enormemente a Tony por el regalo del viaje a las Maldivas por su luna de miel con Peter.

10 Personas Traumadas por el SpideypoolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora