¡Ring, ring!, sonó el teléfono. El inspector Márquez miró el reloj: eran las cuatro y media de la madrugada. Exaltado, tanteó con las manos en busca de los lentes y se apresuró a contestar. ¿Quién podía llamar un martes tan temprano?
—Inspector Márquez, le habla el director de la comisaría. Debe venir con urgencia.
—Debe estar equivocado, yo ya no estoy de servicio. Buenas noches.
—No cuelgue. Le habla el inspector en jefe. No me conoce, pero tengo excelentes referencias de usted y, a pesar de que no esté de servicio, ha sido solicitado directamente desde la alcaldía.
—¿Desde la alcaldía?
—El alcalde en persona me ha dado su número para que lo llame. Necesitamos que se apersone aquí mismo urgentemente.
—Está bien... Déjeme que arreglo mis cosas y arranco directo a la comisaría. ¿Me podría decir más o menos de qué se trata?
—Lo esperamos aquí, inspector.
Ya con sesenta y cinco años no era tan rápido como antes. Se sentó en su cama, respiró profundo y sus manos automáticamente se fueron a su cabeza. Caminó con lentitud hacia el baño, a su rutina diaria. Luchó para orinar: la próstata le dificultaba demasiado esa tarea. Después de un baño rápido y de tomar un café, cogió las llaves de su carro y se dirigió lento, con la velocidad que los ojos le permitían, hacia la comisaría.
Manejaba por la ciudad de Caracas, tomó la Avenida Principal de las Mercedes para pronto seguir por la Autopista Prados del Este. En el recorrido, pasó por las principales calles de Caracas hasta llegar a la sede principal de la PTJ (Policía Técnica Judicial). Con los vidrios del carro bajos, un Dodge Dart 75, respiró el fresco aire matutino de la capital venezolana. Con tanto tiempo sin salir tan temprano de casa, había olvidado lo maravilloso de la sensación del viento en la cara a esa hora. Un pensamiento se apoderó de él: supo que tal vez esta sería la única buena emoción que tendría ese atípico día.
Mostró su carné al llegar a la portería; dubitativo, el portero lo revisó y dijo:
—¡Este carné expiró hace diez años!
—Me han llamado directamente. Comuníquese con su superior y dígale que el inspector Márquez ha llegado.
Luego de esperar un corto tiempo, se acercó el portero y le hizo una señal con la mano para que siguiera adelante. Al abrirse el portón que había atravesado por más de treinta años, lo primero que notó fue el edificio cambiado y las paredes un poco descuidadas por falta de pintura. El asfalto del estacionamiento agrietado; y la iluminación, que antes era como un estadio incandescente, actualmente apenas unas cuantas luces alumbraban la entrada principal.
Al cerrar la puerta del carro, el sonido producido generó un eco estruendoso y las palomas salieron volando. Caminó lentamente con las manos en los bolsillos y la mirada cabizbaja hasta la puerta principal de la comisaría. Justo al tocar la manilla para entrar, abrieron la puerta desde el otro lado.
—Inspector Márquez, ¡un placer saludarlo! —Estrechó la mano del desconocido, haciéndole una leve reverencia con la cabeza.
—El placer es mío —respondió y dejó un segundo de silencio mientras esperaba que el nuevo comisario en jefe revelara su nombre.
—Soy el inspector Rodríguez, quizás no se acuerde de mí, pero estuve bajo sus órdenes por tres meses antes de su retiro.
—Tendrá que disculpar la mente de un anciano.
—Tranquilo. Y disculpe que lo haya llamado en estas circunstancias. Acompáñeme.
Caminaron juntos por un pasillo muy bien conocido por el inspector Márquez. Sin embargo, lo que más añoraba en ese momento era no poder recorrerlo, esa vez, con un cigarro en la mano. El enfisema causado por tantos años de consumo de tabaco le obligó a dejar aquel vicio atrás. Y aunque probablemente fuera su mente que le estaba jugando un pequeño truco, un olor a cigarrillo penetró profundamente sus fosas nasales. Respiró hondo y sus pulmones se llenaron no solamente del sabor a tabaco sino que sintió directo que llegaba hasta su estómago, y le hizo recordar tantos malos momentos vividos caminando esos pasillos.

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NOVELA OPERACIÓN: JEQUE MATE
Mystery / ThrillerNovela terminada: Un país con sus ya acostumbrados y usuales problemas económicos es sorprendido con la presencia de un hombre que se hace pasar por un jeque que se acerca a Caracas, Venezuela, para invertir millones de dólares en diversos proyecto...