La fiesta se iba a realizar en el salón de fiestas Naiguatá, del Hotel Tamanaco, que era de gran tamaño: allí cabían más de doscientas personas y se iban a colocar veinte mesas para diez invitados cada una. La comida iba a ser aportada por un restaurante especializado en comida oriental, pero con ciertos platos nacionales para dar una experiencia culinaria intercultural. Al preguntarle al jeque sobre los colores de la decoración, se inclinó por los colores blanco y dorado, y con ello, el decorador hizo un gran trabajo armónico. Telones blancos con dorados se entrelazaban en el techo y caían por las paredes. Se alquilaron múltiples alfombras de aspecto mediterráneo para poner la reunión en contexto. Los manteles eran blancos, con una pequeña cinta minimalista dorada que hacía juego con el adorno floral central de cada mesa, hecho de girasoles. El jeque no escatimó en gastos, pagaba todo con cheques y daba propina con las pepitas de oro. Para el gran evento, se usaron todas las botellas de champán y se tuvo que comprar por anticipado en varias licorerías, porque la reserva del hotel se había agotado. Iba a asistir la cúpula de la sociedad caraqueña: empresarios, artistas de telenovelas, banqueros y políticos; todos los que tenían alguna conexión con la alta esfera venezolana estuvieron ese día en la fiesta.
Pautada para el domingo desde las ocho de la noche hasta el amanecer del otro día, iba a estar ambientada por diferentes grupos de música, cuatro en total; una orquesta instrumental iba a animar la fiesta y el tiempo entre bandas. Los invitados empezaron a llegar puntuales y el personal se encargaba de organizarlos en las mesas. El inicio protocolar de la fiesta empezó mientras los miembros de los grupos sociales se iban reuniendo de acuerdo con su afinidad, hablando de temas necesarios en ese tipo de reuniones: «¿Cómo va la inversión?», «¿Qué tal las ganancias netas de este año?», «¿Qué tal tus acciones de Wall Street?», y la pregunta que más se hacía esa noche: «¿Dónde está el jeque?».
Con la noche ya iniciada y la bebida distribuida, la fiesta empezaba a agarrar forma. Entonces, por la puerta principal entró, con un gran espectáculo visual, el jeque vestido con su indumentaria habitual -turbante y guantes blancos-, acompañado por sus doce esposas detrás de él. Recorrieron todo el pasillo y en el salón se paró la orquesta y todos los invitados hicieron total silencio. Las miradas asombradas seguían al hombre por todo su recorrido hasta el escenario donde, después de saludar cordialmente al cantante, se acercó al micrófono y, en su distinguido inglés con acento árabe, dijo: «Buenas noches a todos, les deseamos mis esposas y yo. Hoy estoy aquí dando esta fiesta en honor a la hospitalidad que este país me ha demostrado, y quería devolverle el favor con este pequeño gesto. Espero que hoy podamos disfrutar mucho. ¡Que viva Venezuela!». Todo el salón se levantó aplaudiendo y gritando: «¡Que viva Venezuela!». El jeque se bajó de la tarima para darle el real inicio a la fiesta.
Todas las mesas querían su oportunidad para estar con él, y lo consiguieron. Después de despedir a sus esposas y de que regresaran a sus habitaciones, el hombre fue pasando de mesa en mesa para hablar con sus invitados.
La primera mesa que visitó no despertaba en él gran interés, pero se quedó hablando y socializando un rato. Se levantó para ir a la segunda mesa, donde una chica le llamó la atención. Su combinación étnica era muy llamativa, tenía la piel blanca pálida y el pelo negro azabache, unos ojos marrones claros como la miel, la cara redonda y la sonrisa amplia; era delgada pero no esquelética, alta y esbelta. Se acercó lentamente y le habló.
-¡Vaya! ¡Se parece a mi esposa número trece! -La chica, con una risa pícara, se levantó de la mesa.
-Catalina Redondo, a sus servicios.
-Déjeme decirle que usted es una de las mujeres más hermosas que he visto en mi vida.
-Muchas gracias, señor.
-¿A qué se dedica?
-Soy actriz de telenovelas.
-No esperaba menos. ¿Le molestaría si me siento a su lado un rato?
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NOVELA OPERACIÓN: JEQUE MATE
Gizem / GerilimNovela terminada: Un país con sus ya acostumbrados y usuales problemas económicos es sorprendido con la presencia de un hombre que se hace pasar por un jeque que se acerca a Caracas, Venezuela, para invertir millones de dólares en diversos proyecto...