Capítulo 4: Regalito en Roma

555 62 6
                                    

Paulo no volvió a ver a sus amigos hasta el día en el que le tocó irse nuevamente a Italia, los últimos días en su país los había destinado a pasarlo con su familia.
Ya estaba en el aeropuerto, su manager había contratado a un avión privado para poder ir más cómodo y manejar sus propios horarios, eran las 4 de la tarde cuando dejó todo su equipaje para que lo subieran al avión, sus padres no pudieron ir a despedirlo pero eso no era un problema para Paulo, menos sabiendo que si estaban sus mejores amigos.

En un momento Marcos tomó del brazo y se llevó a Paulo con la excusa de que lo acompañara a comprar algo dulce por el aeropuerto, muy distinto a eso se lo llevó a los baños del lugar. Paulo extrañado miraba todo sin entender.

Al entrar a los baños Marcos los encerró a ambos en uno de los cubículos, llevó sus manos a la cadera ajena dejando suaves caricias en la misma, la mirada de Paulo no se despegaba de las manos contrarias sobre su cuerpo.

—Mirame Pau— habló en un tono para que solo lo escuchara su amigo que se encontraba a pocos centímetros de su rostro, el menor elevó su mirada y sus ojos verdosos se enfocaron en los oscuros orbes de su acompañante. —Quiero tener una oportunidad, dejame estar con vos, te juro que me subo a ese avión ahora y dejo todo—

Paulo quedó en un estado de shoock por algunos minutos hasta que su cerebro procesó lo dicho por su amigo.

—No puedo Marcos, somos amigos de toda la vida, no puedo verte con otros ojos que no sean esos, y no quiero perder nuestra amistad por esto, lo del otro día no puede volver a pasar, no son cosas de amigos— Por más rudo que sonara quería ser lo suficientemente claro, no quería que su amigo confundiera las cosas como hace unos años atrás después de que hubieran estado por primera vez solos en una habitación con Paulo arrodillado frente al imponente cuerpo de su amigo, la primera vez que habían tenido un contacto cercano a lo sexual, lo cual no avanzó más que una mamada de Paulo y que Marcos posteriormente lo ayudara a él, nunca había tenido relaciones con nadie, simplemente porque no le interesaba hacerlo, estaba bien así.

—Está bien Pau, pero quiero que sepas que voy a hacer hasta lo último que pueda para lograr que me puedas mirar como yo lo hago— sus manos subieron hacia su rostro dejando caricias suaves y delicadas, consiguiendo que Paulo se tensara y sus cachetes se pusieran colorados. —¿Te puedo dar un beso? El último antes de que te vayas—

Paulo lo dudó por algunos segundos, no quería arruinar su amistad y menos antes de irse a Italia hasta quién sabe cuándo,  porque la realidad es que Paulo iba cada mucho tiempo a Argentina y no podía verlos seguido. Pero era solamente un beso, sin nada más, un beso de despedida.

—El último, y nada más— aclaró mientras lo miraba serio y con su dedo índice apuntando a su amigo.

—Te lo juro— respondió Marcos con una pequeña risa por la actitud de su amigo.
Sin más se acercó a Paulo y rozó sus labios para después presionarlo el uno con el otro, las manos del alto pasaron a la cadera del cordobés y con delicadeza dejaba suaves apretones y lo llevaba más a él.

Sus labios danzaron a un ritmo lento, no era un beso caliente que pudiera terminar en algo más, era uno delicado y tierno, muy distinto a todos los que antes habían compartido, Paulo en ese instante sintió como se revolvía su estómago y no era por asco o disgusto,  más bien era una sensación de emoción, como si tuviera mariposas en el estómago. Al caer en cuenta se alejó de los labios ajenos, a demás de que ya se estaba quedando sin aire.

Marcos volvió a acercarse pero esta vez dejando cortos besos sobre los labios de Paulo, y el menor no se negó a eso hasta que su celular sonó: Álvaro.

—Eu, ¿Qué pasa?—

—Tu vuelo sale en diez. ¿Dónde carajo andan? se fueron hace como cuarenta minutos, nos cansamos de buscarlos con Joaquín— respondió Álvaro del otro lado.

Entre likes y comentarios || Leandro Paredes x Paulo Dybala Donde viven las historias. Descúbrelo ahora