capítuilo 8

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Los meses seguían pasando y Leandro y Paulo mantenían su relación de amigos, aunque a veces compartían besos y caricias, nunca habían pasado a algo más. A pesar de los rumores y especulaciones de los medios y los fans, ellos optaron por no confirmar ni negar nada. Sabían que con el tiempo, esos rumores perderían fuerza y serían olvidados.

En ese momento, Paulo estaba en casa viendo videos en YouTube mientras comía unos bizcochos con mates. De repente, recibió una llamada de Álvaro, algo inusual.

—Ey, hay un paquete afuera de tu casa —dijo Álvaro al teléfono antes de finalizar la llamada.

Paulo se quedó perplejo, sin entender a qué se refería Álvaro con "paquete". Se levantó del sillón y se dirigió a la puerta de su casa. Al abrirla, se encontró con una sorpresa inesperada: sus tres mejores amigos estaban en Italia.

—¡Ey! ¿Qué hacen acá? —exclamó Paulo sorprendido y con una gran sonrisa en su rostro. Aunque a veces no lo demostrara, realmente los extrañaba.

—Te extrañábamos, Paulito —dijo Marcos con una sonrisa.

—Y yo a ustedes, manga de idiotas. Pasen, hace frío afuera —respondió Paulo, abriendo paso para que sus amigos entraran con todas las balijas y bolsos que llevaban. Parecía que se quedarían al menos dos semanas.

(...)

Horas después, los chicos ya se habían instalado en una habitación de invitados. Por suerte, había una cama grande que Paulo había dejado después de comprar una nueva para su habitación. Estaban en la cocina tomando mates y riendo con las tonterías que contaba Tucu sobre el viaje y cómo Marcos casi tiró el carrito de la cena a la pobre azafata del avión. De repente, el timbre sonó y todos se miraron sin saber quién podía ser. Paulo miró su celular y eran casi las 10 de la noche.

Se acercó a la puerta mientras sus amigos seguían en la cocina. Al abrirla, se encontró con Leandro al otro lado, sosteniendo una bolsa de la heladería favorita de Paulo.

—Lea, no esperaba verte. ¿Cómo estás? —preguntó Paulo.

—Bien, Pau. ¿Y vos? —respondió Leandro.

—También bien —dijo Paulo, acercándose para darle un pequeño beso en los labios. Pero en ese momento, un fuerte ruido y un grito los interrumpieron.

—¡TE JURO QUE LO ROMPIÓ TUCU! —era la voz de Álvaro.

—Son unos idiotas —dijo Marcos.

—No me dijiste que estaban tus amigos, nos juntamos después entonces —dijo Leandro, acercando a Paulo a su cuerpo.

—No, quédate. Total, te vas a llevar bien con estos idiotas. Son un poco atolondrados, pero no pasa nada. Les vas a caer bien —respondió Paulo.

Ambos se dirigieron a la cocina, donde encontraron a sus amigos recogiendo los restos de un plato de vidrio roto en el suelo. Paulo simplemente rodó los ojos ante la escena, ya estaba acostumbrado a la idiotez de sus amigos. Cuando los otros tres se dieron cuenta de su presencia, se voltearon para mirarlos, sorprendidos.

—¿Leandro? ¿Leandro Paredes? —preguntó incrédulo Tucu.

—El mismo —respondió Leandro con una sonrisa amigable.

—Bueno, les presento. Lea, ellos son Tucu, Álvaro y Marcos —dijo Paulo, señalando a cada uno de ellos.

Los primeros dos lo saludaron amablemente, pero Marcos simplemente lo miró con cara de enojo. Paulo se extrañó por su actitud, pero decidió dejarlo pasar. Luego de ayudar a recoger los restos de vidrio, Paulo se dio cuenta de que necesitaba algo más para terminar de preparar la comida.

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⏰ Última actualización: Mar 20 ⏰

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