Treinta seis

734 128 19
                                    

Mi dulce, pequeño e inocente pajarito es adorable

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mi dulce, pequeño e inocente pajarito es adorable.

Adorablemente sexy.

Totalmente follable.

Puedo moldearlo en todo lo que pueda desear, y es tentador, jodidamente tentador, corromperlo por completo y quitarle la virginidad esta noche.

No tomaría mucho.

Él es tan malditamente receptivo, sé que podría hacerlo. Pero quiero tomar esto con calma.

Quiero hacerlo bien para él.

Y aunque no he hecho nada más que eso en los últimos momentos que hemos compartido, mi frustración sexual está por las nubes.

Nunca he tenido un caso tan severo de bolas azules en mi vida. Necesito alivio. Aunque no puedo ser demasiado exigente. Jimin lo terminaría y correría, y no puedo dejar que eso suceda.

Necesito que él me quiera, que quiera hacer esto conmigo. A pesar de mi postura sobre las relaciones y de nunca comprometerme con una sola persona, estoy empezando a preocuparme por él.

Y quiero que Jimin también se preocupe por mí.

Por el brillo que veo actualmente en su mirada, está caliente y molesto.

Necesitado.

Le gusta cómo lo mantengo cautivo, mis dedos rodeando sus muñecas. Sus brazos sobre su cabeza lo hacen sacar pecho y me muero por morder esos pezones de nuevo. Son perfectos.

Todo en él es perfecto.

Recuerdo lo que dijo mi hermano.

Cómo no debería dejarme atar por un omega. No es la primera vez que dice algo así, y lo más probable es que tampoco sea la última.

Sé que tiene razón. Sólo tengo dieciocho años.

Pero este omega...

Soy adicto a él. No puedo tener suficiente.

Suelto mi agarre sobre él y salgo de la cama, parándome. Se pone en posición, sentándose y apoyándose contra la cabecera, su mirada nunca deja la mía.

—¿Quieres que me desnude? —Sueno divertido porque diablos, estoy divertido. Todo lo que hace Jimin tiende a sorprenderme. Y me gusta.

Él asiente.

—Sí.

Alcanzo la parte delantera de mi camisa y empiezo a desabrocharla, desabrochando cada boton lentamente, revelando la camiseta blanca que tengo debajo. Él me mira con su mirada hambrienta, enfocada en mi pecho, y cuando me quito la camisa, dejándola caer al suelo, suelta un suave suspiro. Dejo escapar una risita.

—Ni siquiera he mostrado nada de piel todavía.

—Tus brazos. —Él agita una mano hacia mí. —Me gustan mucho.

A Millon Kisses in Your LifetimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora