Elliot
—¿Qué estás haciendo? —le pregunto, observándola mientras se sienta en la cama y se quita las zapatillas con gracia.
—Quitarme las zapatillas y recostarme en tu cama. —responde con una sonrisa.
—¿Por qué? La vas a desordenar.
—¿Y por qué no? Es relajante. ¿Nunca te has acostado sobre tu cama, a ver la nieve caer?
—Si veo la nieve, pero desde la sala. La cama es para dormir.
Eleva una ceja coqueta. —No la ocupamos sólo para dormir. —murmura poniéndose de pie acercándose a mi.
—Bueno, también te hago mía en esa cama... —la rodeo por la cintura.
Se pone en puntillas y roza mis labios con los suyos. —Quítate esos zapatos y ponte ropa cómoda. Yo haré lo mismo.
La observo mientras se dirige a mi armario, tarareando una canción. El sonido de la puerta del armario cerrándose se mezcla con su risa ligera cuando encuentra la combinación perfecta de ropa cómoda. Tras unos breves minutos, regresa hacia mí, llevando un chándal y una camiseta, ambos cuidadosamente.
Entrega el conjunto con una sonrisa cómplice, como si la elección de mi ropa fuera parte de un juego compartido. La suavidad de sus gestos y la delicadeza con la que me entrega la ropa evocan un sentimiento de complicidad, como si estuviéramos creando un pequeño rincón de intimidad entre nosotros.
—Toma, ponte esto. —dice, con una expresión juguetona que ilumina sus ojos.
Elevo una ceja, examinado la ropa que me entrega, pero mi mirada se dirige hacia ella quien me mira con una sonrisa sensual.
—Hazme caso, yo me pondré esta sudadera tuya. —dice, desvistiéndose frente a mí.
Me concentro en el chándal y la camiseta que sostengo, tratando de desviar mi atención, pero su presencia llena la habitación con una sensualidad que es imposible ignorar. Cada curva, cada contorno de su cuerpo parece bailar con la luz de la habitación, y mi mente no puede evitar registrar cada detalle con una intensidad casi embriagadora.
La forma en que se deshace de su ropa, con una sensualidad natural, revelando esa elegante lencería negra que resalta sus curvas, crea un magnetismo indiscutible que no pasa desapercibido en el bulto que comienza a formarse. Me siento cautivado por la manera en que se desenvuelve, con una seguridad que parece emanar de ella, una confianza que se filtra en cada movimiento.
—Deja de mirarme y cámbiate de ropa. —dice sin mirarme.
Aunque sus palabras buscan desviar mi atención, es imposible no sentirme completamente atraído por su presencia en este momento, por su aura de confianza y encanto que parece envolverlo todo a su alrededor.
Carraspeo. —No puedo, estás semi desnuda frente a mí.
Se envuelve con mi sudadera, una prenda que, al tocar su piel, parece transformarse en una extensión de su sensualidad. Su cercanía me sumerge en un torbellino de emociones.
—¿Necesitas ayuda para desvestirte? —pregunta acercándose a mí. —Tal vez pueda ayudarte. —añade desabrochando mi cinturón.
Mi respiración se entrecorta ante su proximidad, cada roce, cada movimiento, es un compás que acelera el latido de mi corazón. La intimidad de ese momento, con la sugerencia de sus palabras, despierta una corriente eléctrica que recorre mi cuerpo, mezcla de anticipación y deseo.
Con cuidado, deslizo mis manos por sus piernas desnudas, sintiendo la suavidad de su piel bajo mis dedos. La agarro con firmeza, elevándola ligeramente para que enrede sus piernas alrededor de mi cintura.
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Flavors of Desire: Sabores del Deseo [+18] [En corrección]
RomantizmAlessia es lo último que Elliot necesita, y él es la última persona en la que Alessia pensó que se vería involucrada.