CAPÍTULO 3: DAMA POR DAMA

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TRES LUNAS DESPUÉS DE LA MUERTE DE DAENERYS TARGARYEN

La gran bestia negra había rugido tan fuerte como para escucharla.

Kinvara ya la había visto venir en las llamas de todas las antorchas de la ciudad mientras salía apresurada a las afueras de Volantis. Desde aquella vez que Varys y Tyrion Lannister la llamaron supo, lo supo desde que los vio; ellos serían la clave de que la elegida del Señor de la Luz enviara a Daenerys a su destino, ellos la enviarían a él con el tan primitivo acto de la traición y la manipulación. Se lo advirtió a Varys, advirtió lo que pasaría si él traicionase a su reina, incluso pensó que lo tenía claro después de tantos años persiguiéndolo la misma voz del Señor de la Luz que no traicionara a Azor Ahai o sería quemado vivo por un dragón. Hasta dónde puede llegar la avaricia de un hombre con tal de salvar lo que no se puede salvar, aquellas personas que necesitaban ascender a los cielos de sus dioses, quizá a los infiernos de los dioses. Una ciudad que estaba llena de personas sin una pizca de empatía, sin una pizca de caridad o de buena bondad, personas que han sido corrompidas para jugar sus movimientos cuando les convenía. Esas mismas personas por las cuales la gente hizo ver a Daenerys de la Tormenta como una Reina Loca que no era. El Señor de la Luz se lo había ordenado, está segura, había ordenado limpiar aquellas almas desdichadas que solo eran caparazones vacíos cegados por el Gran Otro.

Aún hay tiempo.

El Señor de la Luz ha llamado a la bestia y, cuando ve el cuerpo de su elegida a las orillas del río, las llamas de las antorchas de sus seguidores se hacen más grandes e iluminan más la zona oscura que los rodea.

El gran dragón está al lado protegiéndola con una de las alas, está cansado y aquellos grandes pozos negros parecen suplicantes. La mitad del cuerpo de la bestia permanece dentro del agua, incapaz de moverse.

Oh, querido, ¿Cuánto tiempo has volado hasta aquí y no te has alimentado? — Los profundos ojos negros la ven por breves momentos, antes de volver la mirada hacía el cuerpo de su madre; pálido y sin una chispa de luz. Un caparazón que necesita devuelta el alma de Azor Ahai. Con un simple gesto a sus seguidores de que no se acerquen ella da unos pasos hacia adelante sin despegar ni un solo segundo la mirada de la bestia. — Está bien, ella va a estar bien conmigo. Haré que vuelva a tener color en sus mejillas, haré que vuelva a montarte y ambos volverán a donde todo terminó para comenzar de nuevo. — Los dragones han mantenido su lengua, el Alto Valyrio siempre será la lengua nativa de los dragones y él comprende sus palabras. Al estar lo suficientemente cerca, estira su brazo con la mano a escasas pulgadas del hocico. — Alimentate. Ve y caza, ella te necesita fuerte para cuando despierte. Devora lo que necesites, te estará esperando.

Es un regalo prometido por R'hllor, el dragón blande sus llamas para purificar, no para asesinar. El toque de las yemas de sus dedos en la piel escamosa hizo que viera muchas cosas; él vio como Jon Snow asesinó a su madre, fue testigo de tal aberrante acto, no lo devoró, ni mucho menos lo purificó, no es su destino, es el destino de Daenerys qué hacer con el traidor. Se volverán a encontrar. Hay dos líneas que cruza; vive o no vive. Cualquiera de las dos, Daenerys sentirá ira y nunca estará satisfecha, pero hay una tormenta de nieve, cabellos tan rojos como el fuego, ojos gélidos que transmiten mucho dolor por los horrores que han visto.

Una gentil sonrisa aparece en su rostro, su mano se aparta lentamente de la criatura. Él, por su parte, se pone de pie con las últimas fuerzas que le quedan antes de ponerse en vuelo en lo más alto del cielo nocturno y desaparecer tras las grandes copas de los árboles, ¿Qué es lo que no le está mostrando su señor? ¿Por qué no quiere que vea más allá? El dragón es fuego, ella tiene la habilidad de ver a través del fuego. Hay tantos cambios que habrá, muy buenos, una nueva era con magia extendiéndose a cada rincón del mundo, las llamas del Señor de la Luz en cada casa para proteger a la gente de las criaturas del Gran Otro arderán con fuerza. Hasta el momento no ha habido una sola persona que tenga de verdad sangre de un dragón por las venas, no después de tantos intentos fallidos de los Targaryen en dar a luz a niños nacidos muertos con la piel escamosa que indicaba ser un dragón de verdad. Rhaego, piensa, aquel primer y único niño que había tenido en el vientre iba a nacer como un dragón de verdad.

EN TU CORAZÓN ARDERÁ [DAENSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora