EN TU CORAZÓN ARDERÁ [DAENSA]

20: EL PRÍNCIPE SIN TIERRAS

AÑO 305

La sala de consejero era grande y austera, iluminada apenas por unos cuantos braseros repartidos por los rincones esa noche. Aunque Daenerys estaba acostumbrada a reuniones de consejo como aquella, no podía evitar sentir un leve cansancio asentándose en sus hombros. Su manto blanco ondeaba con cada movimiento, su capa se arrastraba ligeramente sobre el suelo de alfombras desgastadas.

Daenerys finalmente tomó su lugar en la gran mesa de la reunión, cuya superficie de madera estaba repleta de mapas, documentos y figuras. A su alrededor, sus consejeros más cercanos la esperaban con atención. Ben Plumm, su Mano fiel, inclinó la cabeza al verla sentarse. A su lado, Naharis, Consejero de Edictos y Justicia, se recostaba ligeramente en su silla, jugueteando con el mango de una daga que nunca estaba demasiado lejos de su alcance. Su sonrisa arrogante apenas se ocultaba tras su barba recortada. Gusano Gris permanecía tan inmóvil como una estatua, sus manos cruzadas sobre el pecho. Como Gran Comandante de los ejércitos de la reina, no necesitaba palabras para dejar claro que su lealtad y vigilancia nunca se relajaban.

La última adquisición del consejo, Lady Leliana de Ulos, Consejera de los Susurros, era una figura intrigante. Aún nueva en su posición, había demostrado tener un talento nato para la información y el espionaje. Daenerys clavó la vista en el mapa sobre la mesa, su mirada recorrió las líneas que representaban las fronteras y territorios que ahora pertenecían a su nuevo reino.

-Tierras Sombrías se han añadido oficialmente a las tierras del dragón blanco -Dijo Daenerys-. Ya no son territorios independientes.

-Hay más noticias. -Ben alzó la vista hacia Daenerys-. Las Islas Basilisco han decidido formar una alianza con usted, aunque con una condición: la Reina Rohanne Estrellazul solicita su presencia en persona para sellar dicho acuerdo.

No era una sorpresa que la Reina de las Islas Basilisco quisiera ver a Daenerys personalmente.

-Una visita, entonces -Murmuró Daenerys, sopesando las implicaciones de viajar hasta las Islas Basilisco-. Rohanne es una mujer difícil de leer, pero no rehúyo de su "invitación". Si desea mi presencia, la tendrá.

-¿Estás segura de que no es solo una excusa para verte en persona? La Reina Rohanne es conocida por ser... encantadora. -Dijo Daario.

-No lo dudo -Respondió Daenerys con desgana-. Pero no permitiré que nadie juegue con mi tiempo ni con mi reino.

-¿Desea que preparemos las tropas para una escolta, Su Majestad? -Cuestionó Gusano Gris.

-No por ahora -Respondió Daenerys-. Mantendremos una posición diplomática, pero quiero que las fuerzas estén listas para moverse en caso de cualquier movimiento enemigo desde el Norte de Selhorys y el Oeste de Volantis. Díganme, ¿Cuánto oro yace en nuestras arcas? -Preguntó.

-Su Alteza, las arcas de Meereen están llenas. Tras las últimas tributos de las ciudades, y la riqueza que hemos acumulado en estos años, hemos superado todas las expectativas. Tenemos suficiente oro para financiar campañas militares, erigir fortalezas, y garantizar la seguridad de nuestras fronteras. -Habló Lord Willas.

Daenerys asintió lentamente, sus ojos no se apartaban de los mapas desplegados frente a ella. La ciudad más importante para ella, Qarth, aún se resiste a su dominio. Era una pequeña piedra en su camino hacia el control total del continente.

-El oro no es para que lo acumulen los codiciosos -Continuó Daenerys-. Es para levantar los muros en las zonas costeras y para alimentar a los ejércitos.

-Nuestras tropas están listas. Los soldados entrenan día y noche. Solo esperan su orden para marchar. -Aseguró Gusano Gris.

-Los muros de Qarth son altos y gruesos. Han sido construidos para resistir asedios durante años. -Comentó Daario.