CAPÍTULO 5: LOBO EN PIEL DE CORDERO

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Una criada, temerosa, es arrastrada por uno de los guardias de la fortaleza hasta el Gran Salón. En sus manos temblorosas hay una carta que protege contra su pecho, temiendo que escapara de sus propias manos.

Ha trabajado ahí desde que el Rey en el Norte, Jon Snow, retomó Invernalia de los Bolton. Fielmente agradecida de que los llantos y gritos desgarradores que salían del Gran Torreón y de las propias mazmorras callaran. Los Bolton habían destruido la casa de sus padres cuando echaron abajo el Leño Humeante.

En el Gran Salón sintió que sus piernas le temblaron ante la mirada de tantos Señores. El guardia la llevó hasta ponerla frente a la alargada mesa donde se encuentra el Rey Jon. Él sigue teniendo moretones, cicatrices pequeñas han quedado de por vida en el rostro, y aun así, sigue viéndose tan calmo.

— ¿Qué significa esta interrupción? — Cuestionó Lady Cerwyn viéndose molesta.

La criada luchó contra la mano del guardia que le sujetó firmemente de sus ropas mientras que, con la otra mano, le arrancó la carta de sus manos temblorosas.

— Ibone estaba limpiando las estancias de Lady Stark y encontró esta carta bajo el colchón. Escuché como una de las tablas de la cama cayó al suelo, pensé que estaba robando algo. Y cuando entre ella intentó ocultar esta carta.

El Rey la miro con sorpresa.

—¿Qué es?

—Mi Rey... Yo soy leal a la Casa Stark desde el reinado de su padre y hermano. Le fui leal a Lady Stark.

El guardia la suelta para caminar hacia el Rey y entregar la carta. El guardia vuelve, esta vez, colocándose detrás de ella para impedir cualquier huida.

La carta es bastante comprometedora. Ella la leyó antes de que el guardia entrara a los aposentos de la antigua reina. Se siente culpable, solo quería salvar la dignidad de Lady Stark, ahora los Señores del Norte se enterarán de la peor forma.

Puede ver las expresiones del Rey, no son buenas. Sus ojos se ensombrecen y su expresión se vuelve sombría. La carta es pasada al propio Maestre que comienza a leer la carta.

—¿La encontraste bajo su colchón?

—Sí, Su Alteza. Lady Stark me impidió muchas veces entrar a dar limpieza a sus aposentos, pero tuve la oportunidad de hacerlo ahora. La parte inferior de la cama se encontró polvoriente y con telarañas... Yo... — Ella quiso sollozar ahí mismo, solo se empañaron sus ojos. — Yo solo quise limpiar. Moví el colchón y la carta cayó.

—¿¡Y que dice la desdichada carta!? — Saltó Lady Cerwyn con impaciencia.

El Rey se levantó con la intención de abandonar el Gran Salón. Ella se hizo a un lado temiendo de que el lobo que sigue a su amo se le echara encima y diera un zarpazo a su cara.

El Maestre Wolkan no respondió.

El Leño Humeante reconstruido no es como era antes. No hay jóvenes vendiendo su cuerpo a los hombres, ni hombres con grandes borracheras que solían armar peleas innecesarias. El Leño Humeante es una posada digna tratando de hacerla crecer. Su madre atiende haciendo las mejores comidas para los huéspedes que, en su mayoría, son hombres y mujeres, que perdieron los hogares con las revueltas de los Bolton.

El Rey no la castigo, ni la despidió. Solo estuvo haciendo su trabajo, ignorando al guardia de haber intentado esconder la carta fuera de ojos de los Señores.

Ella quiso hacer algo bien, estima a Lady Stark mucho. Los llantos que salían del Gran Torreón eran de Lady Stark, muchos de esos Señores que vio en el Gran Salón también la escuchaban, pero nadie hizo nada para evitarlo. Una mujer no debería sufrir lo que Lady Stark sufrió en sus propios aposentos con un esposo sádico.

EN TU CORAZÓN ARDERÁ [DAENSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora